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Investigadores de la US presentan un estudio que analiza el recorrido político desde el siglo XIX para hallar la explicación de movimientos sociales que podrían suponer el retroceso a gobiernos extremistas en Europa.

‘Spain is different’, que nos gusta decir cuando salimos fuera. Pero a la vez no lo es. España es lo que es por su historia, que la une estrechamente a numerosas culturas foráneas con las que sigue compartiendo más semejanzas que diferencias. Así que, de diferente, nada.

Pero si tiene sus particularidades, también es por algo. Y en ellas, en entender por qué somos como somos, y en hacernos reflexionar cómo podríamos ser en un futuro, se centra el último proyecto de investigación de la Universidad de Sevilla, integrado por expertos de varias instituciones españolas e internacionales.

Este nuevo proyecto de investigación estudia el proceso histórico a través del cual se construyeron criterios emparejados de inclusión y exclusión política en el siglo XIX para buscar fórmulas más democráticas que ayuden a reconstruir el sistema de representación ciudadana actual.

Este estudio quiere colaborar a la tarea “urgente” de redefinición y profundización de la legitimidad democrática en las sociedades actuales. Algunas de sus conclusiones conducen a reconsiderar las barreras políticas que culturalmente han sido tenidas por naturales y ensanchar el concepto de participación ciudadana.

En él se ha concluido que nuestra personalidad tiene fecha de nacimiento: el siglo XIX, que este grupo de investigadores considera como momento “fundacional” de los sistemas de organización social tal y como se conocen hoy. Sin embargo, para la catedrática de la Universidad de Huelva, y participante del estudio, Maria Antonia Peña, el análisis de esta época, en España, ha quedado proporcionalmente relegado a un segundo plano en favor de los grandes acontecimientos que marcaron el siglo XX.

Por eso ahora, y al calor de los acontecimientos sociopolíticos que han marcado los primeros 15 años del nuevo milenio, se hacía más necesario que nunca un estudio de este tipo. Las crisis socio económicas y políticas no pueden ser concebidas como una mera descripción de acontecimientos. “Conocer la historia no nos hace cambiar el futuro per se, pero estudiada desde el punto de vista cultural propuesto en este estudio, podemos entender por qué hoy actuamos como lo hacemos”, ha explicado Peña.

Y 2015 podría ser también un momento clave para pararse a reflexionar como sociedad y como ciudadanos. Si el XIX introdujo el novedoso y avanzando modelo de inclusión ciudadana en el proceso de democratización, 200 años después, ¿qué se está haciendo mal para que la situación política se cuele continuamente en los debates de actualidad?

Para Peña, en primer lugar, sería necesario “olvidar la idea de que la democracia es el gobierno del pueblo, porque no lo es”. De hecho, nunca fue concebida como tal, sino como un modelo de representación dirigido por la élite. Y hoy, esa cúpula, aferrada al órgano del partido político, es, en palabras de la historiadora, “como un dinosaurio al que le cuesta moverse y con capacidad de respuesta muy lenta”.

Tampoco cree la catedrática en la supuesta ruptura del bipartidismo en España. “Podemos contar ahora con más de dos partidos, pero la dualidad ideológica pervive muy arraigada en nuestro país. En ese sentido seguimos como siempre”, ha asegurado. De ahí que Peña no vea un cambio en la legislación electoral a corto-medio plazo.

Y es que, “aunque no hay ley perfecta”, este cambio es, ahora más que nunca, “totalmente necesario” y no tan difícil como se quiere plantear, pero requiere valentía. Como siempre, está en contra la seducción del poder. “Los mismos partidos que se benefician de ella tendrían que tener una visión de estado por encima de intereses y coyunturas, pero les falta valor para arriesgarse a perder escaños”, ha explicado la profesora.

Y ejemplifica con un modelo realista. “En España podría haber elecciones de segunda vuelta, por ejemplo, como en gran parte de las democracias europeas, pero el político español se aprovecha de la falta de tradición de una herramienta como ésta que debilita el partido”.

En este debate abierto, la investigadora recuerda que, de la misma manera que el liberalismo del XIX ha avanzado hasta lo que es hoy, el sistema no ha llegado a su último estadio “sino que tiene que seguir adaptándose a las circunstancias”. El mejor ejemplo lo encontramos en la obra Waves of Democracy, de John Markoff, que plantea cómo la democracia crece según oleadas pero sin olvidar que es la sociedad civil quien “tiene que presionar” para propiciar el cambio.

La política, sin embargo, “no está dentro de un laboratorio”, y hay cambios y cambios, algunos, de retroceso. En este sentido, Peña advierte: “momentos de crisis sociales, guerras, la actual odisea migratoria de los refugiados, por ejemplo, pueden desembocar en un auge dramático de los nacionalismos y, con ellos, de ideologías extremistas”. Por ello, y aunque la tendencia lógica es “la consolidación de una democracia fuerte”, la docente recuerda que no está todo conseguido e invita a seguir luchando por los derechos civiles.

Puede que valores como el clientelismo o la exclusión sigan imperando en la política. Puede que la democracia realmente no sea el poder del pueblo, pero si hay algo con lo que garantizar esa evolución estable, eso es, para los investigadores, la opinión pública, “la herramienta más poderosa de cualquier sociedad”. E insiste, no basta con “vomitar toda la rabia en Twitter, hay que implicarse de verdad en movimientos de cambio”.

La Universidad de Sevilla es el centro neurálgico de varios proyectos de investigación histórica que pretenden dejar un legado a modo de recursos bibliográficos y herramientas útiles en la consolidación de una sociedad crítica y formada. La trayectoria de estas investigaciones constituye un aval por sí mismo: con apenas 3 integrantes en el año 2002, el grupo, integrado hoy en la Red de Historia de las Culturas y de las Identidades Contemporáneas, incluye a 60 docentes de varias universidades españolas, europeas y latinoamericanas y ha sacado adelante 4 proyectos de investigación financiados por el Ministerio de Educación.

Parte de sus conclusiones pueden leerse en el blog Paradojas de la ciudadanía, que forma parte de la reconocida cadena de blogs europeos de investigación en Ciencias Sociales y Humanidades.