Empezar de cero en un país extranjero para labrarse un buen currículum no es tarea fácil. Pilar Torres es una artista sevillana afincada en Berlín que relata en primera persona lo que es iniciar una nueva vida en otro país.

Una mujer con un incipiente vientre de embarazo está sentada entre diversos objetos domésticos, su gato anda travieso mientras iniciamos la entrevista. Está esperando a su pareja, sentada a la mesa de su casa prefabricada de poco más de diez metros cuadrados que ella misma se ha hecho.

Es arquitecta en activo y recibe una buena remuneración por ello, pero le gusta ese sistema de vida. Se trata de esa tierra de nadie, en la ciudad de Berlín, donde los ciudadanos quieren mantener ese ambiente, y de uno de los cuadros de la sevillana Pilar Torres, que  ha asentado en la capital alemana su proyecto de vida y profesional tras tres años desde su marcha.

Está ansiosa por la exposición para mostrar a los alemanes sus retratos pictóricos en la intimidad de sus hogares y la apropiación de espacios. En el Studio Berten, gracias al galerista independiente de Christoph Berten, en el distrito de Wedding, muestra al público, desde el pasado viernes hasta el 2 de agosto, los cuadros del proyecto con el que lleva dos años y medio trabajando, producto de un poco de técnica, de algo de conceptual y “de la vieja escuela”.

Sobre todo, es fruto del asombro que sintió por el contraste de culturas, motivo por el que ella misma lo considera un estudio sociológico, una pequeña intromisión en el espacio íntimo del otro, en este caso, del alemán.

En Alemania el alquiler de inmuebles sin mobiliario y el ‘Zu verschenke’ (para regalar), el cartel por el que se regalan los muebles por la calle, es ley de vida, lo que hace a sus ciudadanos cultivar el gusto por hacerse el interior de su vivienda a su propio estilo y comodidad.

“Me interesaba parte de las personas, el entorno, los objetos y, sobre todo, la necesidad que tiene el ser humano de transformar el hábitat, cómo se concebía aquí el entorno privado a diferencia de España”, donde prima la propiedad privada y el presumir del “status social”.

Como ocurre con los españoles, a los alemanes les puede gustar este proyecto porque “impresiona porque podrán sentirse identificados, como cuando vemos un monologuista, te hace gracia porque cuenta con los tópicos que sabemos de nuestra cultura”. Pero en poco más podremos parecernos tanto.

El cambio en la forma de pensar, de reaccionar hacia acontecimientos sociales, de trabajar, hace que “te pongas en la piel del otro para saber qué tienes que hacer”. Por ello, puede resultar difícil a la hora de irte al extranjero para encontrar nuevas oportunidades. También te abre nuevas perspectivas.

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Empezar de cero en país desconocido

La licenciada en Bellas Artes se fue “por azar”, por motivos personales, porque desde siempre quiso buscar la aventura y probar suerte fuera. Y así lo hizo tras terminar sus estudios, pero advierte que salir al extranjero es algo que “tienes que hacerlo porque tú quieres, porque para irse fuera hay que estar preparado porque no es una cosa fácil si no te ofrecen el trabajo desde España. Si te vas por gusto y no por necesidad, las complicaciones que te llegan las aguantas mejor”, explica Torres respecto a la situación de muchos jóvenes que van en busca de nuevas oportunidades, pues le parece algo triste que tenga que ser así.

Para aquellos jóvenes, en su caso, artistas, que se quejan por la dificultad de labrarse un hueco en España, Torres argumenta que allí en Berlín, por ejemplo, no cuentan con las becas y concursos como los de nuestro país, por lo que es más complicado avanzar en un proyecto. Tampoco están en su propio país, con su lengua materna, costumbres, conocidos, caracteres, etc.

En su caso, se encuentra con la dificultad añadida de que, el arte, lleva tiempo, mucha dedicación. Al igual que hizo en España, que con la asistencia a cursos y exposiciones contactó con nombres como Ana Tales, Antonio Mesón o Santiago Ydáñez; consiguió hacerse un hueco entre los artistas locales y establecer sus contactos. Sin embargo, no logró suerte hasta ahora, pues considera que para hacerse con un lugar extranjero, son necesarios esos tres años.

Con un mes y medio o dos que le lleva la elaboración de cada cuadro, que suelen ser de detalles y grandes dimensiones, y el haberlo tenido que compaginar con otros trabajos, Torres considera, sin embargo, que su trabajo tendrá buena acogida. Igual lo piensa el galerista Berten, quien conoció su trabajo “de manera casual”, como en las películas americanas, al quedarse mirando su galería. Ambos creen que “le aporto algo nuevo a Berlín”. En ciudad de movimiento artístico urbano y conceptual, de expresionismo abstracto y trabajo de instalación, “los que venimos de fuera le aportamos a la ciudad cosas diferentes”.

“Llevar una vida personal y profesional de lo tuyo es bastante complicado cuando tienes que empezar de cero, yo me he sentido muy pequeñita, como un bebé adulto, porque me fui sin saber nada del idioma”, relata.

“Los españoles nos movemos más por comunidad”

Al llegar a un país extranjero, lo primero que se suele hacer es trabajar en la primera oportunidad que surja. Encontrarlo suele ser algo fácil. Pero también es difícil integrarse en el entorno laboral con la barrera idiomática. “En el trabajo era donde peor me sentía, no poder comunicarte bien puede ser un problema para entablar relación con tus compañeros y sentirte integrada, aunque hablase un poco el idioma, si hacían un chiste, yo me sentía excluida”, añade.

Por otro lado, en el caso de los españoles, el tópico se cumple a la hora hablar una lengua extranjera. “Si te ven tartamudear, sabes que eres española”, ataja. Según la artista sevillana cada vez más berlinesa, “aún estamos muy arraigados en nuestra tierra, si te encuentras con algún extranjero que hable un poco de español, acabáis hablando español”, critica, a lo cual achaca al inadecuado sistema educativo para aprender idiomas desde la base, en las escuelas. “A diferencia de los italianos, con los que nos parecemos más en carácter, los españoles nos movemos más por comunidad”, comenta.

En definitiva, abandonar el nido en tierras lejanas, diferentes en muchos aspectos y desconocidas, puede ser algo complicado con frecuencia, sobre todo al principio, porque aunque el individuo sepa a lo que va, como en el caso de Pilar Torres, “no terminas de saberlo hasta que estás aquí”. Por tanto, reconoce que “se sufre un poco”.
Sin embargo, “es algo que tienes que hacer cuando eres joven, pero por gusto no por necesidad”, reitera, “porque la perspectiva que te da la vida te cambia muchísimo, antes solo concebías las cosas de una manera y ahora te planteas muchas otras”.