Un estudio de la Agencia de Ecología de la Universidad de Barcelona aborda la invasión del espacio público urbano por parte del vehículo privado, al tiempo que establece algunas posibles soluciones a este acuciante problema.

Sevilla Actualidad / SINC. En los tiempos que corren, la importancia y el valor de una ciudad no sólo recaen en su actividad económica, en su peso demográfico o en otros factores que tradicionalmente se han tenido como los más relevantes, sino que también adquiere un gran protagonismo el propio espacio público de la urbe.

Este espacio, en las últimas décadas, ha estado más amenazado que nunca, principalmente por la presencia masiva de vehículos motorizados privados. Éstos, además de la contaminación del ambiente y de la degradación que producen en los edificios a causa de los gases producidos en la combustión, suponen una invasión tanto a la hora de la circulación como del estacionamiento.

Ésta es la problemática en la que se ha centrado un estudio de la Agencia de Ecología de la Universidad de Barcelona, en el cual se establece que este modelo de movilidad con presencia imperante del vehículo privado -que se da actualmente en casi todas las ciudades- acarrea una serie de inconvenientes sobre el propio espacio público urbano.

El primero de ellos, naturalmente, es la falta de espacio. Según el estudio, algunas ciudades dedican hasta el 75% de su espacio público a los vehículos motorizados. Algo que está conectado directamente con el problema de la contaminación atmosférica y acústica, acuciante en las grandes urbes actuales.

Además, esta masiva afluencia de vehículos entorpece no sólo la circulación de viandantes y de otros vehículos menores, como la bicicleta, sino también el propio tránsito de los vehículos motorizados, en los cuales no sólo hemos de incluir los coches y las motos, sino también algunos transportes públicos como los autobuses.

Posibles soluciones

Pero el estudio no sólo se queda en la problemática provocada por la masificación del uso del vehículo privado, sino que también se sumerge en las soluciones, posibles o ya aplicadas, para solucionar esta situación. Algunas de las medidas que ya se han implantado incluyen la del anillo interior de Madrid, en el cual los vehículos no pueden exceder los 10 km/h, y también las iniciativas para potenciar el uso de transportes públicos, menos contaminantes y menos intrusivos en el espacio urbano, como el autobús, el metro o la bicicleta.

Junto a ellas, el estudio nos presenta otras clásicas, dirigidas a la falta de espacio, como el aparcamiento rotatorio (de pago), los peajes urbanos existentes en algunas ciudades -que obligan a pagar una tasa para acceder a determinadas zonas, como el centro histórico-, o la

No obstante, Cárdenas es firme al aseverar que estas soluciones son insuficientes, porque “se ven rápidamente superadas y devuelven al sistema a la misma situación de saturación inicial”, y también al afirmar que los modelos de planificación urbanística de las grandes ciudades -especialmente las de nuestro país- no están precisamente encaminados a atajar estos problemas, sino que, por el contrario, “incrementarán la dependencia al vehículo privado”.

Éste es el motivo por el que Cárdenas opina que la única salida viable es la de ofrecer una “solución integral”, que aúne “el empleo de medios de transporte más sostenibles”, caso del público y de otros como la bicicleta, y el aumento de restricciones al tráfico de vehículos privados.

Además, concluye Cárdenas, para alcanzar este objetivo es necesaria la colaboración activa tanto de los poderes políticos, como de los económicos y la propia ciudadanía -mediante la educación, principalmente-, para que, así, incluso el peatón vuelva a ser “la figura más importane” del espacio público urbano, ya que “todos los conductores son peatones en algún momento”, estima Cárdenas.

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