Tras dejar Buenos Aires, los jóvenes magallánicos han cambiado de casa. Hostel por Bus. 2.500 kilómetros de una carretera tan recta como eterna que les ha conducido directamente a la Patagonia.
Hermosos paisajes dotados de una inquietante monotonía, en los que se podía atisbar de vez en vez guanacos salvajes y algún que otro pueblo donde repostar combustible y alimentos. Durante la navegación por estos océanos de pampas desoladas, los chicos de Tras la Huella de Magallanes decidieron emplear su tiempo en los quehaceres más diversos: charlar, leer, ensayar sevillanas y también la obra de teatro que estrenarán en Puerto de San Julián, junto a jóvenes de la localidad.
Nombrar la Patagonia es decir viento. Aquí nace y aquí muere. Siempre sopla y si no es así, probablemente, estemos en un sitio equivocado. Los jóvenes expedicionarios han podido comprobarlo en las diferentes actividades realizadas nada más llegar a San Julián.
Después del solemne acto institucional entre la Fundación Atarazanas y la Municipalidad del lugar, para sellar el acuerdo de la Red de Ciudades Magallánicas, el grupo se trasladó a la playa donde desembarcara Magallanes para hibernar y se trasladaron en barcaza a diferentes puntos de la histórica bahía.
Lo primero fue la isla de los pingüinos, donde habita una colonia con más de 150.000 ejemplares. Justo en época de anidamientos y polluelos, los chicos quedaron maravillados al poder fotografiarse a pocos centímetros de tan fantásticas aves. A continuación, visitaron una importante colonia de cormoranes imperiales donde se les explicó la delicada línea que separa la conservación y el exterminio medioambiental. También sintieron la historia al legar a Isla Justicia, lugar donde Magallanes celebró el juicio contra los amotinados de San Julián y ajustició a Gaspar de Quesada.
Ya en tierra, visitaron el museo de La Nao Victoria. Se trata de un barco réplica de la famosa nave que culminara la vuelta al mundo, y que les hizo experimentar las terribles condiciones que tenían los barcos en el siglo XVI.
Para terminar, paseo por la costanera de la bahía y visita al monumento donde se conmemora la primera misa en suelo argentino, celebrada por Magallanes y sus hombres el 1 de abril de 1520.