María José Abad pide una "integración" real/Nuria Camerino

Familiares de niños con discapacidad auditiva pedirán mañana ante la Delegación de Educación que se cumpla la ley y que la “integración” en el colegio sea una realidad.

Nuestra bailarina es una princesa de cuento. Protagonista de una historia de las que empiezan por un principio feliz. Como la suya de cada mañana. Se mira en el espejo y en él ve a Natalia. Le gusta el colegio, como a todas las chicas de 6 años. Ella sola se da cuerda y, nada más abrirse la caja de música, las dulces corcheas que a modo de sonrisa dibujan su rostro ensordecen la realidad de quienes la rodean.

El de Natalia es un mundo de imágenes a las que ella pone sonido. Pero incluso en su pentagrama, hay notas que no encajan. Por eso, su familia no se resigna a conformarse con la diafonía. Y por eso llegó Rocío, para poner armonía en una orquesta donde la melodía de la princesa no encajaba entre los otros 26 instrumentos.

Natalia, hace 6 años, dejó de oir. Y entonces nació. O nació y entonces dejó de escuchar. Su padre y sus abuelos, también con discapacidad auditiva, le ayudarían, desde entonces, a expresarse. También María José, su madre, que en lo que atañe a la educación de su hija está cansada de que la administración haga oídos sordos.

“Los niños sordos no están atendidos correctamente en los centros educativos. Se dice que están integrados, pero lo cierto es que ni oyen ni están recibiendo una educación y unos conocimientos en igualdad con el resto de compañeros. Y esto lo que hace es provocar retrasos en su enseñanza”, asegura María José Abad, presidenta de la Asociación Cultural de Integración Sordo Oyente, Aciso, en Sevilla.

En los centros educativos no hay personal formado en educación especial/Nuria CamerinoLo que denuncia Abad es un modelo que retrasa el problema hasta una edad en la que ya es imposible pretender solucionarlo. “Lo que yo solicito lo contempla la ley, pero no me lo dan”, asegura.

Se refiere María José a la Ley 27/2007 por la que el Estado reconoce la lengua de signos española y se regulan los medios de apoyo a la comunicación oral de las personas sordas, con discapacidad auditiva y sordo-ciegas. Sin embargo, lo cierto es que el sistema actual “tan sólo contempla la obligatoriedad de un intérprete itinerante en las aulas durante la Educación Secundaria, por lo que los primeros años de aprendizaje de alumnos con discapacidad carecen de un sistema de comunicación que vehicule sus conocimientos”, explica.

Mientras tanto, en la Educación Infantil y Primaria no hay apoyo en la lengua de signos. Ni siquiera en los centros catalogados como preferentes por la administración, donde se imparte el bimodal, “algo que viene a ser como el spanglish”, apunta Abad.

Los padres de niños con necesidades especiales pueden elegir el centro educativo en el que matricularles durante la enseñanza obligatoria. Para ellos, la administración ha dotado algunos de estos centros de aulas de integración en los que ejercen su papel un pedagogo-terapéuta, un logopeda y un psicólogo. Una atención preferente que, no obstante, reciben por igual los escolares con cualquier tipo de discapacidad pero, tan sólo, una o dos horas al día. Algo que provoca que, el resto -hasta cuatro más- pasen como un limbo para quienes como Natalia no escuchan nada de lo que pasa a su alrededor.

“¿Y el resto de horas qué? Mi hija no puede seguir las clases. Es imposible que así aprendan nada. Sólo avanzan en las horas que pasan en las aulas de integración, pero los niños con discapacidad auditiva tampoco tienen las mismas necesidades que los niños con hiperactividad, autismo o síndrome de Down, y allí están todos juntos”, aclara.

Una problemática que, además, se suma a la falta de formación en educación especial de los profesionales de la enseñanza. “La sordera es todavía hoy una discapacidad desconocida y los profesores, a veces, no sáben cómo hacerles entender lo que les quieren explicar. A veces, ni siquiera conocen la lengua de signos”.

Pero a María José no sólo le genera dudas el sistema educativo actual, sino que también cuestiona el modelo pedagógico que se sigue en estos casos. “Lo que se quiere es normalizar a los niños oralmente, aunque los niños no hablen. Pero, ¿cómo les vamos a hacer bilingües si no pueden hablar el castellano?”, se pregunta.

“Pido que la mentalidad la cambiemos ya. Porque estos niños aprenden de otra forma, y a través de la visión. Una persona sorda es muy inteligente, y tiene una capacidad de memoria impresionante. Pero memorizar no es aprender y todavía hoy se trabaja con un modelo de resúmenes y de preguntas-respuestas que hacen estudiar sin explicarles verdaderamente la materia”.

Todo ello llevó a María José a contratar a Rocío, una joven pegadagoga que conoce la lengua de signos. Ella es la que se encarga de, cada día, ponerse frente a Natalia e interpretarle todo cuanto la tutora de su aula imparte a toda la clase. “No hay adaptación curricular. Quiero que a Natalia le enseñen lo mismo que al resto de alumnos de su clase”, dice la presidenta de Aciso.

Un derecho para el que María José se desembolsa cada mes más de mil euros, “algo que no está al alcance de todos los padres”. De hecho, su caso particular ya ha sido objeto de análisis por parte de la administración, que también le ha planteado más de una objeción precisamente por ese rechazo a la adaptación curricular.

La concentración será este lunes 9 de mayo a las 09:00 horas frente a Educación/Nuria CamerinoPara hacerse escuchar han convocado, precisamente, una concentración este lunes día 9 de mayo, a las 9:00 horas, a las puertas de la Delegación de Educación en Sevilla. “Hemos invitado a todos: a padres de niños con discapacidad auditiva, a distintas asociaciones de todo el país y a las más de 3.500 personas que nos han dado su apoyo con su firma para que la administración no haga oídos sordos a esta reivindicación”, asegura.

Los primeros pasos que se han de dar “son muy sencillos, es cuestión de querer darlos”, dice Abad: habilitar tres o cuatro colegios en las grandes ciudades en los que pedagogos, logopedas y tutores especiales atiendan a los niños con discapacidad en el mismo entorno de las aulas, pero en un número suficiente.

Esta ‘madre coraje’ lo tiene claro: “si no se toman medidas, iré al juez. Me quedan muchos años por luchar hasta que mi hija crezca. Lo único que busco es la integración real y voy a intentar conseguirla”.

Mientras tanto, en la caja de música en la que baila Natalia suena la sinfonía de un tiempo breve que a ella no le evita ser feliz. Sabe que es diferente y quizás porque sólo ella es capaz de escuchar lo que otros sólo ven.

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Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, empezó en la comunicación local y actualmente trabaja para laSexta. Máster en Gestión Estratégica e Innovación en Comunicación, es miembro...