joaquin ferrera 190516

El preservativo masculino es el único método anticonceptivo que, además de prevenir embarazos, protege contra las enfermedades de transmisión sexual.

El condón o preservativo masculino es el método anticonceptivo más utilizado. Está fabricado de látex, se utiliza durante las relaciones sexuales y se coloca en el pene cuando está en erección para evitar que el semen pase a la vagina y se produzcan embarazos no deseados, además de para prevenir infecciones de transmisión sexual. Por tanto, está indicado para sexo vaginal, anal y oral.

Actualmente el preservativo tiene diferentes medidas, y aunque en su mayoría se fabrican de látex, también se hacen de poliuretano para las personas con alergia al látex. El uso tan extendido entre la población ha hecho que proliferen todo tipo de marcas, texturas, colores, e incluso sabores, para los consumidores; muchos de ellos también incluyen lubricantes para facilitar la penetración, espermicidas e incluso retardantes de la eyaculación.

Según la VII Encuesta Daphne de Anticoncepción en España su uso ha ido aumentado progresivamente durante los últimos años hasta consolidarse en torno al 37%. El preservativo masculino es, sobre todo, la opción más utilizada por los jóvenes con parejas no estables; a veces, como complemento de los métodos hormonales. No obstante, es aconsejable para cualquier persona con el fin de evitar contagio por Enfermedades de Transmisión Sexual (ETS). Su efectividad en este sentido ronda el 95%, ya que para algunas ETS, las verrugas genitales no ejerce protección al no cubrir el escroto.

El preservativo masculino es muy efectivo como método de barrera, para evitar el embarazo (97% de efectividad), y es básico en la lucha por evitar contagios tipo VIH.

Si bien su efectividad es altísima, no lo es el uso que hacemos de este método. Muchísimas parejas no lo usan desde el inicio de la relación sexual, sino que se lo ponen justo antes de eyacular. También hay personas que lo usan a veces sí, a veces no. Por último, otro uso inadecuado es no comprobar el preservativo una vez finalizada la relación sexual.

De esta manera, se hace un uso inapropiado del preservativo. Aunque resulte difícil llevarlo a cabo, hay que usarlo: en todas las relaciones sexuales, ponérselo antes de la penetración, y comprobarlo una vez que se termina.

Existen otros tipos de detalles a tener en cuenta en su uso. En este sentido, hay que evitar guardarlos en la cartera, el bolsillo, el coche o cualquier sitio donde pueda romperse o donde el calor o el frío puedan hacerlo inservible. Lo mejor es conservarlos en algún sitio con poca luz y a temperatura ambiente. Si al abrirlo se nota cualquier tipo de desperfecto o rasguño lo mejor es que se deseche, y se utilice otro.

Hay que recordar que solo tiene un uso. Una vez terminada la relación sexual, se comprueba que no se ha roto y se tira a la basura, nunca en el inodoro.

A muchos chicos y chicas les resulta insatisfactorio el uso de este método, ya que “les corta el rollo” cuando llega el momento de ponérselo. Al respecto, hay que decir que todo es cuestión de como percibamos la cuestión. El hecho de colocarlo puede servir como un ritual erótico más. En este sentido, puede ser la chica la que lo ponga, de forma manual, con la boca, con lubricante, etc.

En definitiva, es un método muy efectivo. En ocasiones, el uso inadecuado que hacemos del mismo, es lo que hace disminuir su efectividad.