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Hoy quiero hablaros de una queja común que muchos jóvenes y adultos formulan acerca de la frecuencia de las relaciones sexuales.

Es común, que sea el chico quien demande a su chica una mayor frecuencia en el sexo, y ella no esté en sintonía con la frecuencia demandada. Con lo cual, aunque no siempre es así, ya tenemos servido un desacuerdo en un área importante como es la sexualidad y que puede llegar a deteriorar la relación de pareja.

No podemos olvidar, que en una relación más o menos estable, la sexualidad juega un papel relevante. Así que, si queremos apostar por dicha estabilidad, más nos vale tenerlo en cuenta. En esta ocasión, quiero plantearos algunos de los factores  que pueden explicar dicha asintonía entre chicos y chicas.

En líneas generales, hay que recordar que el deseo sexual viene muy determinado en primer lugar por un aspecto biológico: una hormona llamada testosterona. Es una de las hormonas más importante en el deseo sexual. Si tenemos en cuenta que en el hombre adulto existe una concentración de la misma diez veces mayor que en la mujer adulta, comenzaremos a entender algo más acerca de las diferencias entre el deseo de unos y otras.

Pero no quiero hablaros aquí de lo meramente físico. Eso es solo una parte de esta historia. En esta ocasión, quiero enfatizar la diferencia existente entre la “mujer actual” y la “mujer de antes” y relacionarlo con la sexualidad.

Debido a los cambios que acaecen en nuestra sociedad, aunque aún queda por hacer,  poco a poco las mujeres ocupan roles sociales, familiares, laborales, etc,  que desde antiguo se les ha negado por el sistema machista y patriarcal existente a través de la historia. Esto es positivo, y tenemos que luchar para que vivamos en un mundo más equitativo en cuanto a la igualdad de oportunidades.

Ocurre una cosa, como consecuencia de esto último:  La realidad que nos estamos encontrando es que, si bien la mujer accede con mejores condiciones a puestos de trabajo, políticos,…También es cierto que aún queda mucho por andar en cuanto a que la sociedad dote de apoyos para que exista realmente una compatibilidad social, laboral y familiar. Esto genera situaciones en las que muchas mujeres (25-30 años en adelante), con nivel de estudios medios-superiores, con trabajo, relación de pareja e incluso hijos, se encuentren en una situación en la que tienen que “cumplir” y ser competentes en demasiadas áreas.

Todos conocemos a chicas en esta situación  e incluso compartimos nuestra vida con ellas. La sociedad les exige ser competentes y ser eficientes en todo, también cuando llegan a casa buenas amantes claro está. Es decir, tienen que ser buenas dentro y fuera.

 “Tras un buen madrugón, dejo al niño en el aula matinal, me voy para el trabajo donde estoy ocho horas o incluso más. Llego al cole, recojo al niño del comedor y me marcho a casa y almuerzo. Luego, ayudo al peque a hacer los deberes. Llega la tarde, me voy al parque un rato para que juegue. Regresamos a casa, lo ducho, preparo la cena para todos y el pequeño se duerme. Llega mi marido, que ha estado todo el día trabajando (fuera de casa), se ducha y cena. Cuando por fin, planto mis posaderas en el sofá, al poco rato me dice: ¿oye nena esta noche haremos algo no?”.

Esta situación, posiblemente la habéis vivido alguna vez o al menos la habréis escuchado. No es ciencia ficción, es la realidad de muchas mujeres. En ese momento ella piensa para si misma:  ”No me puedo creer que también tengamos que tener hoy sexo, yo solo quiero que acabe el día y dormir hasta mañana”. Como ya nos podemos imaginar, si finalmente no existe ese encuentro sexual, y es algo habitual, tenemos un problema en la relación de pareja.

Por tanto, hay que tener en cuenta que existe un aspecto hormonal que determina una diferenciación en el apetito sexual.  Por otro lado, hay que tener muy presente que existen otros factores en las chicas como es el estilo educativo sexual represivo que condiciona la vivencia de la sexualidad de éstas. Finalmente, lo comentado anteriormente también influye (tener que atender tantos frentes a la vez y ser buena en todos ellos).

Esto nos invita a hacer un gran ejercicio de reflexión, de comprensión y de empatía. La canción decía “las chicas son guerreras…”. Ciertamente lo son, pero no se les puede pedir estar dispuestas siempre para todo y para todos. Es posible que los hombres, conociendo esto, debamos contribuir más y dispongamos todo de otra forma, para que nuestras chicas sigan siendo guerreras, aunque no diosas ni supermujeres.

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