El representante del Ministerio Fiscal, en su informe final, ha reducido de 30 a 15 años la petición de cárcel para la mujer acusada de asesinar en septiembre de 2016 a un hombre en un inmueble de la ciudad de Sevilla, tras lo que prendió fuego al cadáver «para evitar su descubrimiento» por parte de otras personas, hechos que han sido reconocidos por la encausada, que en su declaración manifestó estar «muy arrepentida» de lo ocurrido.

La defensa de la acusada, que ejerce el abogado de oficio Alejandro Martín Páez, se ha adherido a esta petición de la Fiscalía, que ha puesto de manifiesto el fiscal Luis Martín durante la sesión de este martes del juicio con jurado que celebra la Audiencia Provincial de Sevilla que juzga a este mujer por un delito de asesinato y otro de incendio, según han informado fuentes del caso.

Una vez se ha procedido a la presentación de los informes finales, se ha hecho entrega a los miembros del jurado el objeto de veredicto, tras lo que se han retirado a deliberar.

Los hechos por los que está siendo juzgado esta mujer, en prisión provisional por estos hechos desde el 26 de septiembre de ese año y actualmente en el Psiquiátrico Penitenciario de Alcalá de Guadaíra (Sevilla), habrían tenido lugar entre los días 21 y 23 de septiembre de 2016, cuando la inculpada coincidió con la víctima, con quien «mantenía ciertas desavenencias motivadas por el consumo de sustancias estupefacientes al que ambos eran adictos y que en ocasiones compartían».

Según la Fiscalía, «tras una breve conversación», la acusada «convenció» al fallecido para que la acompañara a un local abandonado de la calle Candelaria de la capital hispalense «para consumir algún tipo de sustancia estupefaciente», donde la inculpada le propuso a la víctima -sentada en una silla- «realizar un juego» en el marco del cual la acusada le «maniató» brazos y piernas con un cable metálico y una cuerda, «impidiéndole cualquier movimiento».

La Fiscalía asegura que, en esta situación y «privado» el fallecido de «cualquier tipo de defensa», la acusada «decidió acabar con su vida, seguramente en represalia por las desavenencias que mantenían», de forma que «colocó a la víctima una especie de mordaza en la boca, compuesta por varios trapos y con «la finalidad de aumentar innecesariamente el sufrimiento previo a la muerte», y «comenzó a golpearle con las manos y los puños» y con un cuchillo o similar le habría ocasionado siete heridas incisas, mientras que, valiéndose de un martillo y unos alicates, «comenzó a golpearle con gran violencia en el rostro», entre otras acciones.

Como consecuencia de todo ello los padecimientos del varón «eran insoportables». No obstante, la inculpada le introdujo en la boca varias pastillas de haloperidol, agua oxigenada y betadine y con una jeringuilla que allí encontró le inyectó aire y haloperidol.

Pese a todo, la víctima continuaba con vida, por lo que la mujer le propinó un «violento» empujón que hizo caer la silla y al propio varón y le pisó «con gran violencia» el cuello de éste. Como consecuencia de todas estas maniobras, el varón falleció instantes después. En este sentido, la acusada declaró este lunes que todo lo que le inyectó o las pastillas que le suministró era para que «no sufriera».

Seguidamente, la acusada ocultó el cuerpo en una habitación interior del local, pero «como quiera que el local era frecuentado por individuos drogadictos», la inculpada se trasladó nuevamente el día 25 al inmueble y prendió fuego al cadáver, propagándose las llamas «rápidamente» por todo el local y afectando tanto a éste como a una vivienda aledaña, que tuvo que ser desalojada.

Por estos hechos, el fiscal, inicialmente, solicitaba para la acusada 23 años de prisión por un delito de asesinato, con la concurrencia de las agravantes de alevosía y ensañamiento, y otros siete años de cárcel por un delito de incendio, así como que abone una indemnización total de 90.000 euros a los tres hermanos de la víctima. También pide que indemnice con 7.899 euros al dueño del local afectado y con 240,60 euros al propietario de una vivienda también afectada por las llamas.

La defensa se adhiere a la Fiscalía

Este martes, en la presentación de informe final, el Ministerio Fiscal ha mantenido la calificación de los hechos como asesinato con las circunstancias agravantes de alevosía y ensañamiento, si bien, aprecia las atenuantes de reconocimiento de los hechos y colaboración con la investigación y, además, de trastorno disocial con consumo de sustancias tóxicas.

Por ello y tras mantener el relato de los hechos, el fiscal ha reducido la solicitud de cárcel a doce años y seis meses por un delito de asesinato y dos años y seis meses por un delito de incendio.

Por su parte, la defensa, que inicialmente pidió su libre absolución alegando que su representada padece trastorno afectivo bipolar con síntomas psicóticos y un largo historial toxicológico, así como por haber consumido antes de cometer los hechos junto a la víctima, se ha adherido a la petición del fiscal, desistiendo de su solicitud de eximente completa, si bien ha insistido en que tenía la capacidad mental mermada para que lo considere el jurado como atenuante como así el consumo de sustancias tóxicas.

Igualmente, ha hecho hincapié en la colaboración desde la primera declaración en fase de investigación policial con el Cuerpo Nacional de Policía para esclarecer los hechos, algo que corroboró el jefe del Grupo de Homicidios de este cuerpo.

Durante la celebración del juicio, el médico forense Julio Guija, quien elaboró un informe mental sobre la acusada, explicó que la acusada sufre un trastorno disocial de la personalidad con consumo de sustancia tóxica, descartando que padezca una enfermedad mental. La acusada tenía sus facultades volitivas «levemente» afectadas, pero las cognitivas no, esto es, «sabía lo que hacía». El trastorno de personalidad no afecta a su voluntad, aunque por el consumo de sustancias tóxicas «sí se puede ver afectada levemente su voluntad». Además, ha añadido que la acusada «recuerda todo lo que pasó y en orden cronológicamente». «Cognitivamente sabía lo hacía», ha insistido.

Por su parte, la acusada, que reconoció los hechos, manifestó que está «muy arrepentida» por lo ocurrido, añadiendo que sólo «quería darle un escarmiento», pero «me volví loca y no sabía lo que hacía».