Terraza de Puerto de Cuba /Puerto de Cuba
Terraza de Puerto de Cuba /Puerto de Cuba

La sociedad Puerto de Cuba en Liébana S. L., dueño del bar y terraza Puerto de Cuba situada en la calle Betis, ha recibido de buen agrado la sentencia del pasado jueves que obliga a Río Grande y a las empresas Faetón Capital y Al Andalus Siglo XXI a devolverles la terraza, con la que señalan que queda demostrado que «ostentaba la legítima posesión de las instalaciones de Río Grande, de las que fue desalojada y despojada de manera ilícita, como siempre defendió y como acredita rotundamente el fallo judicial».

En un comunicado remitido a la prensa, Puerto de Cuba considera que la sentencia del juzgado de Primera Instancia número 25 de Sevilla certifica que «Río Grande y María del Carmen Sánchez ya son historia. No ocupan las instalaciones de Río Grande porque las han vendido y cedido» a Faetón y Al Andalus Siglo XXI (empresas de Miguel Gallardo Jurado).

Explican que Puerto de Cuba «ocupaba la terraza y otras instalaciones en  virtud de un arrendamiento demostrado que se remonta a 2005, que se  encuentra absolutamente vigente y cuya extensión en el tiempo deberá  dilucidarse en un procedimiento judicial específico a tal efecto, distinto del ahora
tramitado».

Señalan que «es inadmisible que Puerto de Cuba fuera despojada de la  posesión que ostenta, ya que se produjo un desalojo ilícito con rotura de  candados y empleo de la fuerza, valiéndose incluso de contratos simulados que  pretendían precisamente disimular esa actuación a todas luces ilícita». «Las empresas del Sr. Gallego Jurado adquirieron las instalaciones encontrándose vigente el arrendamiento a favor de Puerto de Cuba», subrayan.

Y Miguel Gallego, agrega el comunicado, adquirió las instalaciones encontrándose vigente el arrendamiento a favor de Puerto de Cuba. “La sentencia es contundente en cuanto a que obraron con mala fe, pues expresamente dice que no pueden considerarse adquirentes de buena fe, dado que en el juicio ha quedado acreditado suficientemente que conocían la existencia del arrendamiento”.

En definitiva, Faetón y Al Andalus Siglo XXI, “que han intervenido en el pleito como demandados y no como testigos, como tan interesada como equivocadamente ha manifestado en los medios, han sido judicialmente condenadas a devolver la terraza y las instalaciones complementarias a Puerto de Cuba, por cuanto esta entidad se ha visto ilícitamente despojada de las misma con empleo de fuerza, rotura de candados y simulación de contratos interpuestos”.

Para Puerto de Cuba, el “nulo respeto de Miguel Gallego a las resoluciones judiciales se evidencia con sus propios actos, ya que el mismo día en el que fue notificada la sentencia no tuvo ningún reparo en abrir al público la terraza que ocupa ilícitamente tras el desalojo de Puerto de Cuba”.

Por ello, la empresa “insta” a Faetón a la “devolución inmediata de la posesión de las instalaciones en el estado en el que se encontraban antes de su ilícito desalojo para que puedan ser reabiertas al público, tal y como determina el fallo de la sentencia, una obligación que no paralizaría ni incluso la interposición de un hipotético recurso”.

También pide que no pretenda “dilatar injustificadamente ni la reposición de las instalaciones al estado en que se encontraban antes del desalojo, ni su inmediata devolución, y le exige que no vuelva a perturbar en la legítima posesión, conforme exige la sentencia dictada”. Todo ello, continúa Puerto de Cuba, “sin perjuicio del resultado de las acciones penales ya en tramitación por todo lo sucedido, a raíz de las cuales se depurarán las responsabilidades que en ese orden penal procedan”.

La empresa anuncia igualmente que cuando procesa reclamará “los cuantiosos daños y perjuicios que el despojo ilícito de la posesión ha provocado a Puerto de Cuba”, que también agradece el “apoyo recibido durante estos meses en los que ha defendido sus legítimos derechos, porque la verdad y la razón están de su parte, como acredita la sentencia y confía en poder recibir muy pronto de nuevo a sus clientes y amigos”, concluye la nota.