Esta semana entrará en funcionamiento la primera de las líneas de Metro en Sevilla. Así, habrán pasado más de tres décadas desde que se pensase en la idoneidad de contar con transporte metropolitano subterráneo para enlazar la capital con la corona metropolitana.

Antonio Campos/Agencias. Ayer, igual que hoy, las circunstancias que hicieron necesario un transporte metropolitano subterráneo siguen vigentes. Es más, en 30 años, estas necesidades se han incrementado de manera exponencial.

Porque casi tres décadas atrás se remontan los inicios de la construcción de un sueño para muchos sevillanos que, en cuestión de horas, podría empezar a ser ya una realidad. De hecho, el proyecto de infraestructura se comenzó a gestar incluso diez años antes de ese periodo, en el marco del Plan Decenal de Actuación Municipal aprobado por el Consistorio hispalense en 1968. O sea, hace 40 años.

“Los transportes de superficie se manifiestan claramente insuficientes para atender la demanda, por agotamiento de las capacidades viarias, máxime con el creciente desarrollo del transporte privado”, se entendía ya a finales de los sesenta, como recuerda Sevilla21.com. Es por ello que se establecía, a corto plazo, la idoneidad de trabajar por la puesta en marcha de un ferrocarril metropolitano

Pero como siempre, es la imagen de la época la que mejor retrata la situación de la movilidad décadas atrás. En 1960, más de 25.000 vehículos circulaban por la ciudad. Apenas seis años después, la cifra se había multiplicado ya por tres.

Con todo, es en 1969 cuando el Servicio Municipal de Transportes Urbanos –SMTU- redacta un Anteproyecto en el que se dibujan ya tres líneas: la norte-sur, que transcurriría entre Pío XII y Heliópolis; la oeste-este, que lo haría entre el Cerro del Águila y el Barrio de León en Triana; y una tercera que uniría Santa Clara con el Polígono de San Pablo, hasta alcanzar Los Remedios.

Era la base sobre la que se trazaría, en 1972, el definitivo Proyecto de Planeamiento de la Red del Metro de Sevilla. Un Proyecto que albergaba las tres líneas, aunque con ligeras modificaciones que acercaban el transporte metropolitano al centro histórico de la ciudad. Precisamente, ésta era una de las principales carencias de la iniciativa, que no tenía en cuenta el crecimiento poblacional de las localidades vecinas del Área Metropolitana.

Sin luz al final del túnel

Sin embargo, no sería hasta 1975 cuando se publicase en el BOE la Ley del metro de Sevilla y, en 1978, se adjudicasen las obras del primero de los tramos de la Línea 1. Desde entonces, no todo ha sido un camino de rosas en la construcción del transporte metropolitano. Ni mucho menos. Más bien, ha sido todo un calvario, tanto para vecinos como la propia organización, que ha visto cómo pasaban los años y no se encontraba luz al final del túnel.

Tanto en los ochenta como en los noventa, las obras han avanzado a un ritmo demasiado lento, debiendo sortear infinidad de dificultades técnicas y constantes modificaciones en el proyecto inicial. Algo a lo que hay que sumar el correspondiente incremento de los costes en el presupuesto para la puesta en marcha del Metro de Sevilla.

Incluso, en 1983, y recién constituida Andalucía como Comunidad Autónoma, el nuevo Gobierno de la región no verá con buenos ojos el proyecto apuntando una previsible baja captación de viajeros que haría inviable su inversión, por lo que decide paralizar todos los trabajos en la construcción del Metro.

A este motivo hay que añadir que, tras construirse varios tramos de túneles, el temor a dañar los edificios históricos de la ciudad bajo los que se trazaba el Metro era cada vez mayor.

Así las cosas, hubieron de pasar 16 años para que se reactivase el proyecto. El rápido incremento de la población que había vivido Sevilla y buenas perspectivas en la tecnología de suelos hicieron que la Sociedad del Metro de Sevilla, recién constituida en 1999, se hiciese cargo de redactar un nuevo proyecto que ya apuntaba cuatro y no tres líneas.

Es entonces cuando empiezan a echarse cuentas. Se negocia la financiación, que se acordará sea entre la Administración Central, la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de la capital. Sin embargo, sólo la decisión del primero de cumplir el compromiso firmado motivó el inicio de las obras.

En los últimos años, la evidente necesidad de poner solución al caos circulatorio en hora punta a la entrada y salida de la capital aceleró los ritmos de trabajo en la construcción del Metro de Sevilla. Es por ello que, si la suerte acompaña, esta misma semana el primero de los trenes subterráneos encenderá sus motores y comenzará a enlazar la capital con la corona metropolitana.

Así se ideó el Metro de Sevilla

En 1974, el Metro de Sevilla se dibujaba en tres líneas plenamente interconectadas entre sí pero sin mirar hacia el Área Metropolitana. La primera de las líneas transcurriría por La Plata, Puerta Jerez, Plaza Nueva, Plaza del Duque, Alameda y Macarena hasta llegar a Pino Montano. La Línea 2 haría lo propio pasando por Santa Clara, Polígono San Pablo, Alhóndiga, Plaza del Duque, Marqués de Paradas y El Tardón para alcanzar Rubén Darío. La última de las líneas se encargaría de enlazar Heliópolis, San Bernardo, Menéndez y Pelayo, Recaredo, Macarena y la Cartuja.

De todas las opciones estudiadas, algo se tenía en común; el trazado sería subterráneo en su totalidad, buscando evitar congestionar aún más el tráfico rodado por la superficie de la capital. Así, las vías se colocarían 25 metros por debajo del suelo, estando gran parte de las estaciones a una profundidad que alcanzaría los 44 metros.

Además, y teniéndose en cuenta la ausencia de espacio en superficie, la bajada a los andenes se realizaría en ascensor, descartándose la opción estudiada de ubicar en cadena una serie de escaleras mecánicas para poder acceder al Metro.

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Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, empezó en la comunicación local y actualmente trabaja para laSexta. Máster en Gestión Estratégica e Innovación en Comunicación, es miembro...