Un análisis realizado por los profesores José María Martín Olalla, de la Universidad de Sevilla, y Jorge Mira Pérez, de la Universidad de Santiago de Compostela, acota los riesgos en la salud del cambio de hora en la semana posterior a la fecha del cambio. Para ello han analizado ocho artículos que miden su influencia en infartos de miocardio y en isquemias y cinco trabajos que lo hacen en base a datos de accidentes de tráfico y en admisiones a urgencias por traumatismos.

Los trabajos analizados son de los más citados en el campo y se han utilizado en informes de evaluación de la Comisión Europea para cuestionar la viabilidad de la práctica del cambio de hora. Los investigadores españoles analizan la relación del incremento de riesgo publicado con el número total de casos investigados, y acotan el incremento de los riesgos asociados con el cambio de hora de primavera en el 5%, mientras que para el cambio de otoño no detectan incrementos asociados.

Los autores señalan que una de las preocupaciones de la Comisión Europea al abordar el problema del cambio de la hora fue que su impacto en la salud fuera mayor de lo admitido inicialmente, en base a noticias alarmantes que, de vez en cuando, afloran en los medios de comunicación. Martín Olalla y Mira hacen notar que varios de esos resultados alarmantes se deben al hecho de ser análisis estadísticos con números de casos reducidos, lo que hace aumentar el margen de error en el resultado final.

Un impacto muy reducido

Jorge Mira señala que probablemente su impacto no difiere del inicialmente admitido y añade que «hay países practicando el cambio estacional de la hora desde hace más de 100 años sin sobresaltos. Ahora las técnicas estadísticas y la minuciosidad de los registros permiten afinar los cálculos e identificar impactos sociales y en la salud que antes pasaban desapercibidos porque son pequeños en comparación con los múltiples factores que influyen en el problema».

Los autores concluyen señalando que el estudio de los riesgos asociados con la práctica es sólo una parte del proceso de evaluación, que debería incluir también un estudio de los riesgos asociados con no practicar el cambio de hora. Martín Olalla añade: «hemos observado que practicar el cambio de hora ha ayudado a no adelantar los horarios en invierno, algo que se demanda por parte de médico y fisiólogos porque en sí mismo conlleva una mejora en cuestiones sociales y de salud».

Con anterioridad, los mismos investigadores habían cuestionado un manifiesto de la Sleep Research Society que pedía eliminar el cambio de hora en Estados Unidos y mantener la hora de invierno. «A nuestra latitud, seguiremos teniendo amaneceres tempranos en verano y tardíos en invierno; el cambio de hora es una forma de ligar el inicio de la jornada laboral con el amanecer» señala Mira. Martín Olalla añade que «el cambio de hora es un poco como el cambio de armario: molestias que traen las estaciones a nuestra latitud; para muchos no sería agradable calzar sandalias en invierno o botas en verano». Este trabajo acaba de ser reseñado en una perspectiva publicada sobre la cuestión horaria por el boletín del Journal of the American Medical Association.