(Continuación) Por cierto, el descubrimiento por parte del joven estudiante pisano de la ley de la isocronía de los péndulos en 1581, supuso la primera etapa de lo que sería el asentamiento de una nueva rama de la física, mecánica clásica, que tiene sus orígenes en la Antigua Grecia y los escritos de Aristóteles y Arquímedes. Muy poco tiempo después, en octubre de 1582, Italia y otros países católicos reemplazaban el calendario juliano por el actual y casi global calendario gregoriano. Un asunto astronómico serio. Mientras, Galileo seguía a lo suyo: observación sistemática, medición, experimentación y la formulación, análisis y modificación de hipótesis; vamos lo que viene siendo el método científico.

Entre Florencia y Pisa. Y así, entre otras quisicosas, elaboró algunos teoremas sobre el centro de gravedad de ciertos sólidos, el estudio del comportamiento de objetos que flotan en el agua o la constitución de la balanza hidrostática de Arquímedes en 1586. También continúa sus estudios sobre las oscilaciones del péndulo y la invención del pulsómetro, e inicia sus investigaciones sobre la caída de los cuerpos cuando, en 1588, el duque Fernando I de Médici lo nombra titular de la Cátedra de Matemáticas de la Universidad de Pisa (1589), cobrando sesenta escudos de oro al año. Entre 1590 y 1591 la cicloide atraerá su atención y, para entonces, ya ha publicado Motu (1590) y escrito La bilancetta (1586) que fue publicada póstumamente. ‘Todas las verdades son fáciles de entender, una vez descubiertas. La cuestión es descubrirlas’.

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Catedrático de Física y Química jubilado. Autor del blog 'Enroque de Ciencia' (carlosroquesanchez@gmail.com)