Hoy se sienta en el banquillo Olarra Guridi, el etarra que pasó la información necesaria a quienes asesinaron a tiros en su consulta de Sevilla al coronel médico del Ejército del Aire Antonio Muñoz Cariñanos. Cuando se cumplen diez años de su muerte, la Fiscalía pide para él una pena de 34 años de prisión.

Antonio Campos. No fue a su consulta; no tenía problemas en la voz. Mandó a dos de sus sicarios. Tampoco era lo suficiente valiente como para apretar él el gatillo.

En apenas unos meses se cumplirá una década del asesinato en Sevilla del doctor Antonio Muñoz Cariñanos. Mientras, hoy, la justicia sienta en el banquillo al etarra que ordenó matarle, Juan Antonio Olarra Guridi.

Lo tenía todo contemplado. Se había encargado amablemente de buscar en la prensa los méritos del también coronel médico del Ejército del Aire, y había recortado su fotografía. Ya se conoce la incultura de quienes sólo saben disparar a quemarropa. Así lo tendrían más fácil quienes se encargarían de ejecutar los planes de la banda. Y así fue.

La tarde del 16 de octubre del año 2000, los miembros del Comando Erraia, Jon Igor Solana Matarran y Harriet Iragui Gurruchaga, Herminio, solicitaron cita con el otorrino. Querían ver a Cariñanos en su consulta de la calle Jesús del Gran Poder. Don Antonio les recibió sin dudarlo pasadas las 18:30 horas.

Fue entonces cuando los etarras, a rostro descubierto, le quitaron la vida con dos disparos a bocajarro. Uno le alcanzó la cabeza. Cariñanos comenzó a sangrar. A los etarras les quedaba salir corriendo.

Huyeron, pero su escapada duró poco. La colaboración ciudadana fue clave en una tarde en la que los sevillanos delataron los pasos de los dos asesinos. El primero cayó pronto. En el tiroteo que se desató tras alcanzar los agentes a los etarras, Matarranz levantó las manos. Se rindió. El segundo continuó su huida, hasta que los efectivos policiales dieron con él en un piso franco de la banda. Su imagen radiografiaba a la ETA acorralada: asustado, con la cara descompuesta, se había orinado encima, y tenía las manos en alto. “Por favor, no me disparen. No me disparen, por favor”, llegó a decir.

Detrás de la infraestructura, Olarra Guridi. Un encarcelado del entramado etarra que tiene abiertos otros procedimientos judiciales por los atentados contra el concejal de Málaga José María Martín Carpena, el vicesecretario del PSOE en Andalucía, José Asenjo Díaz, y el fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, Luis Portero García.

Alias Jon y Ostagi, el fiscal Pedro Rubira pide para él una pena de 34 años de prisión. Está acusado de tres delitos de asesinato, a lo que habría que sumar la tenencia de armas de fuego y la falsificación de documentos oficiales. Tampoco podrá pisar la capital hispalense. Al menos, en diez años. El tiempo que Cariñanos lleva en la memoria de los sevillanos.

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Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, empezó en la comunicación local y actualmente trabaja para laSexta. Máster en Gestión Estratégica e Innovación en Comunicación, es miembro...