Ubicada en el barrio de Los Remedios (41011), esta corta vía comprendida entre la Gta. de las Cigarreras y la calle Juan Sebastián Elcano se encuentra flanqueada por los jardines Manuel Ferrand y Manuel Arellano, que antaño fueron sendos patios de vecinos, el de Santa Matilde y de Santa Cecilia, donde vivían buena parte de los habitantes de esta zona del arrabal de poniente. Pero esa es otra historia que habrá que contar en otro momento, pues la que hoy nos trae corresponde al titular de la placa, ¿quién fue?, y a la razón de su existencia, ¿por qué este reconocimiento sevillano? Quedando en el tintero alguna que otra curiosidad del tipo: ¿guarda alguna relación con el lema olímpico Citius, Altius, Fortius? ¿Es suya la frase ‘Lo importante no es vencer, sino participar’? ¿Quién fue Henri Didon? En fin, quisicosas humanísticas.

Barón Pierre de Coubertin (1863-1937)

Naturalmente las preguntas, al menos las dos primeras, son retóricas. A nadie escapa que la enorme popularidad y fama que adquirió el humanista francés con el paso del tiempo, se deben al hecho de haber concebido y puesto en práctica una idea genial, la de restaurar los Juegos Olímpicos que se celebraban en la antigua Grecia. Ser el fundador de los Juegos Olímpicos modernos. Un logro sin parangón, a qué dudarlo, que no obstante deja a la sombra parte de su labor como historiador y sobre todo como pedagogo, motivo éste del ‘DecienciaporSevilla’ que tiene ante sus ojos. Nacido en el seno de una familia aristocrática, no siguió la tradicional carrera militar y escogió a cambio la historia y la pedagogía, su principal pasión, y en particular el papel que el deporte representa en la educación de la juventud. Influenciado por las hipótesis de algunos polígrafos franceses, empieza a pergeñar ideas para una futura reforma educativa en Francia y viaja a Estados Unidos e Inglaterra a fin de estudiarlas in situ.

‘Doctrina del cristianismo muscular’. Pedagogía

Es en Inglaterra donde descubre la praxis de dicha teoría, uno de los movimientos emergentes en aquella época y que, bajo el singular y epatante título de más arriba, envolvía una idea en apariencia novedosa y estrambótica: la búsqueda de la perfección espiritual por medio del deporte y la higiene. Qué me dice, a finales del siglo XIX y en plena modernidad, el hombre retoma una idea que ya era antañona veintisiete siglos antes con los griegos. Ver para creer, nihil novum sub sole, el clásico nada nuevo bajo el sol que, al parecer, dijo el rey Salomón. Por cierto, fue en la Rugby School que visitó en 1883, donde pudo ver de forma práctica algunas de las ideas educativa que él solo tenía en mente. Dejo a su imaginación y curiosidad un vínculo deportivo con el nombre de la escuela. El caso es que Pierre emprende su vuelta a Francia con la convicción de que los deportes, el ejercicio físico, eran un elemento educativo de gran valor pues contribuían de manera primordial, tanto en la formación del carácter como en el desarrollo intelectual de los jóvenes. La semilla.

Regreso a Francia. Reforma educativa

Tras su regreso de Inglaterra, nuestro pedagogo, comienza a divulgar los nuevos métodos y promueve sus ideas escribiendo artículos, dando charlas y creando sociedades atléticas en los institutos que, a su vez, se asocian en la Unión de Deportes Atléticos. Funda la primera revista dedicada al deporte, ‘Revue Athlétique’ -que el gobierno francés incluye en sus programas de la Exposición Universal de Paris en 1889, recuerde la de la Torre Eiffel– a la vez que publica diversos textos de la nueva y deportiva pedagogía (La educación en Inglaterra, Universidades transatlánticas, La gimnasia utilitaria, El análisis universal o El respeto mutuo), con los que se fraguan los pilares de la reforma educativa francesa. El deporte comienza a ser tomado en serio y, de ser practicado por minorías o en el colegio, pasa a estar de moda y despertar entusiasmo. Tras una gira por medio mundo hablando de paz, unión entre los hombres y abogando por la práctica del deporte, empieza a tomar cuerpo la idea soñada: restaurar los Juegos Olímpicos que se celebraban en la antigua Grecia. Uno de los frutos.

Juegos Olímpicos de la Edad Contemporánea

Un proyecto presentado en 1892 (centésimo trigésimo aniversario) a la Unión Deportiva donde es rechazado, y vuelto a presentar en 1894 al Congreso Internacional de amateurismo, donde por fin se acepta para ser materializado dos años más tarde. Los Juegos Olímpicos de Atenas 1896 o Juegos de la I Olimpiada, que se celebraron con la participación de 14 países y 241 atletas (solo hombres), en 43 competiciones distintas de 9 deportes diferentes. Los primeros Juegos, el resto es historia. Le dejo con una de las frases coubertinianas que comparto: “Ninguna reforma de orden político, económico o social, podrá ser fecunda sin la reforma previa de la pedagogía”. Una verdad evidente para casi todos, menos para los políticos.

Catedrático de Física y Química jubilado. Autor del blog 'Enroque de Ciencia' (carlosroquesanchez@gmail.com)