Cada jornada a las dos del mediodía es la encargada de llevar la actualidad más cercana a los andaluces desde el informativo territorial de La 1 de TVE. Sus inicios en El Correo de Andalucía marcaron su trayectoria como profesional curtida en el trabajo en las calles, buscando la noticia. Aparte de la escritura y más allá del periodismo sus aficiones son el cine, viajar y cantar, afición esta última que practica cada domingo en su bien llamado ‘coro dominguero’.

Juan C. Romero. Ante las cámaras se siente cómoda, sabe realizar su trabajo segura de sí misma. Sus gestos y su voz son reflejo de alguien que conoce bien su oficio, un oficio que lleva realizando desde muy joven. Esbozando una sonrisa confiesa que a sus diecinueve años, cuando llegó  por primera vez a una redacción,  la mandaron directamente a la calle. “El director me mandó a la calle, a buscar la noticia, explicándome que el periodista ve reportajes y noticias en cada esquina. No es como hoy  que te mandan a una rueda de prensa donde no se hacen preguntas y lo único que aportas es el fulanito añadió o menganito dijo”.

Apasionada por su trabajo,  reconoce que su visión idílica del periodismo como una profesión bohemia, cercana a la literatura, donde se escribe  y se puede llegar a cualquier sitio la empujó a estudiar esta carrera,  aunque cuando tomó la decisión no lo tuvo precisamente fácil. Su madre quería que fuera farmaceútica, aunque ella desde pequeñita siempre lo tuvo muy claro, a pesar de que en Andalucía no había entonces facultades de periodismo. Fue gracias a un convenio entre la Universidad Complutense y el Centro Español de Nuevas Profesiones, que en su promoción pudieron asistir a las clases en Sevilla y sólo debían viajar a Madrid para examinarse.

En los años ochenta la democracia va dando sus primeros pasos en España y la demanda de profesionales de la información en las redacciones de prensa, radio y televisión fue constante con el nacimiento de nuevos medios y por la posibilidad de dar cobertura a temas más sociales que antes difícilmente habían sido cubiertos, por lo que en su generación no tuvieron problemas para encontrar trabajo.  Lola compaginó sus estudios con su vida laboral: «Estando en primero de carrera pedí unas prácticas en El Correo de Andalucía, me la dieron en los meses julio, agosto y septiembre y cuando terminé entré en plantilla; el resto de la carrera lo hice examinándome en Madrid, no tuve vida universitaria que es algo de lo que ahora me arrepiento».


«El periodismo tiene algo apasionante: te enseña a interpretar las cosas que vives cada día, a valorarlas en su contexto y a contrastarlas»


La experiencia en los medios le ha hecho crecer al tiempo que fue poco a poco desmontando viejos ideales: «Te vas dando cuenta de que es una profesión donde hay empresas, no puedes hacer lo que quieres, y la imagen idílica del periodista no es real, ni tan peliculera como imaginas… pensabas que te permitía conocerlo todo, llegar a todas partes, pero al final te sientas en una silla y es un trabajo más parecido a otro cualquiera de lo que pueda parecer”. A pesar de todo,  nunca se ha arrepentido de su decisión.

Por su cabeza no pasaba otra cosa que no fuera el periodismo: «No se por qué, creo que nací queriendo ser periodista» afirma con total serenidad, quizá porque a lo largo de su trayectoria Lola fue encontrando las respuestas que le motivan para continuar al pie del cañón.  «Este trabajo tiene algo apasionante, es el oficio que te enseña a interpretar las cosas que vives cada día, a valorarlas en su contexto, y esa palabra que hoy parece olvidada: a contrastar. Te permite estar en primera línea y ver la vida desde la barrera. Los demás saben por lo que tú les cuentas, pero tú siempre ves más. Es una profesión muy enriquecedora, por eso me parece muy apasionante aunque no sea todo lo ideal que pensaba en un principio”.

Si bien reconoce que su labor informativa es bastante incompatible con cualquier otra actividad, aquí no existen horarios, y eso le lleva a tener una vida veces más desordenada de lo que desearía. Como la actualidad de cada jornada, es muy imprevisible: «nunca sabes lo que va a pasar, precisamente la improvisación hace que tu trabajo no sea  nada monótono».

Por muy mal que esté el panorama, siempre hay algo que le mueve: «A los periodistas nos pasa algo que es hermoso y canalla a la vez,  y es que no sabemos hablar de otra cosa, sales con otros periodistas y sólo hablas de tu trabajo, es una algo que te llevas a casa,  y que lo diferencia de otros trabajos». Lo que para cualquiera luego es sólo un dato más: un titular, un número, dos minutos de un informativo…  para el periodista supone varias horas de trabajo, de conceptualización de toda una situación y de elaboración de un discurso con el que transmitir la información al ciudadano. «He cubierto muchos naufragios de inmigrantes en el estrecho y  tengo esa imagen de los cuerpos sobre la arena, pero nadie entenderá que me voy con sus caras, lo mismo cuando hay un incendio o un caso de violencia doméstica».

Actualmente, Lola compagina su tarea de redactora en el centro territorial de RTVE en Andalucía con la presentación del informativo territorial ‘Noticias Andalucía’ que se emite en directo a mediodía. “No soy un busto parlante, redacto todo lo que leo” asevera dispuesta a evitar cualquier insinuación al respecto. De hecho le mata no salir de la redacción, no estar en el lugar de la noticia. Se define como una periodista de calle, y por las tardes se ocupa de noticias y reportajes para los Telediarios o para diferentes programas del Canal 24horas de TVE, para los que también conecta en directo cuando es necesario.  Ha cubierto casos que llenaron horas y horas de informativos, y todavía hoy son recordados, como el caso de Juan Guerra, el caso ARNI, o el del Duque de Feria.


«Hoy el enemigo del periodista es la prisa, te piden que te tires a la piscina sin contrastar»


Desde que desempeña su labor hay algo que, reconoce, le ha facilitado el trabajo a los informadores: Internet. “Conseguir cualquier documentación cuando empecé  era  imposible, dependías de un archivo de papel, de unos archiveros a los que pedir los documentos, o bien tenías que buscarte la vida en librerías, o solicitar a la administración aquello que te interesaba si estaba publicado… Ahora basta con entrar a un buscador desde tu ordenador y con Internet, le das a un botoncito y lo tienes todo a tu alcance, en ese sentido es mucho más fácil”.

No obstante los problemas hoy son otros en los medios de comunicación. “El enemigo del periodista es la prisa, no se valora el periodismo de investigación, nadie lo quiere, nadie lo paga, te piden que te tires a la piscina sin contrastar, sin ningún rigor, que tires hacia adelante con lo que tengas», por lo que profesión ha cambiado para peor.  En muchos casos “se ha convertido la información en un circo, y esa es una batalla que yo tengo últimamente, creo que tendríamos que hacer una reflexión y un esfuerzo para contar las cosas de otra forma, pues el espectador está ya vacunado y ve normal cosas que no lo son”.

Lamenta la «precariedad absoluta» en la que se encuentra el profesional de la información en un sector que como ocurre en otros muchos ámbitos de la sociedad actual, se encuentra sumido en una crisis mayúscula: «Ganas menos que cualquier otro profesional y, como ocurrió en esta casa el año pasado, se jubila a la gente a los cincuenta años».  Lejos de ocultar su malestar ante esta situación, la analiza e intenta explicarla: «Es algo que me produce una enorme indignación, debe ser de las pocas profesiones donde cuando tienes más seguridad se entiede que eres viejo: no pasa igual con un médico o con un abogado. Creo que detrás de eso lo que se busca en los medios de comunicación es gente joven, manipulable, que no tenga criterio… y eso es muy peligroso”.

«Hay muchas sevillas que están en ésta»

'Sevilla de Perfil. 150 retratos en corto de Sevilla y gente'En diciembre llegó a las librerías su primer libro, ‘Sevilla de perfil. 150 retratos en corto de Sevilla y su gente’ editado por la Asociación de la Prensa de Sevilla con motivo de los actos del centenario de su fundación. Recoge 150 perfiles breves de sevillanos de todos los ámbitos, de una serie de 360 que escribió durante un año como colaboradora del diario ABC a través del recuadro ‘El observatorio hispalense’.  Desde las páginas de este libro Lola hace un retrato medio literario medio psicológico de cada personaje dando rienda suelta a su creatividad y liberándose de los criterios periodísticos: “Abordo al personaje desde cualquier sitio, empiezo a hablar de una película, de una historia, para llegar a él por otra vía y retratarle desde otro ángulo”.

Como escritora mata dos pájaros de un tiro en este libro. Por una parte su gusanillo de escribir ya que en televisión se escribe muy poco, «medio folio es una eternidad», y por otro lado busca desmontar viejos tópicos que pesan sobre Sevilla. “Quiero demostrar que hay muchas sevillas que están en ésta». La ciudad, tan atada a sus tópicos, a sus postales,… «da la impresión de que sólo es una, la de los aristócratas, los toreros y las folclóricas».  Aunque asume que es la imagen que manda,  invita al lector a descubrir otros perfiles de una ciudad que con frecuencia olvida aspectos que la hacen ser como es. Por eso retrata a gente de todo tipo  “desde Marifé de Triana, Alba Molina o María Pagés la bailaora, a científicos e investigadores de vanguardia, creadores de primera línea, artistas de prestigio internacional como Luis Gordillo, trasplantados de órganos, y otra mucha gente anónima, luchadores en su barrio, que tienen una historia detrás”.

Entre sus aficiones: cantar en un ‘coro dominguero’

Fuera de su trabajo, el cine y cantar son sus grandes aficiones, y viajar…  todo cuanto un sueldo de periodista permite “que no es mucho”. En su Huelva natal Lola cantaba en coros y en Sevilla lo hace también desde hace poco más de un año en un ‘coro dominguero’. No se extrañen si nunca oyeron hablar de una cosa igual: “Está formado por gente de lo más variopinta que nos reunimos simplemente porque nos encanta cantar, y es muy divertido: ensayamos los domingos, de ahí lo de dominguero”.  Cantan canciones populares, revolucionarias, olvidadas, medievales, prohibidas, de la Guerra Civil, o de jornaleros… “¡hasta de Silvio el roquero!, no somos un coro rociero, decimos que somos un ‘anarcoro’  y nos vuelve locos cantarle a la gente, hemos hecho nuestros bolos en la sala El Cachorro, en albergues, en hospitales…”.

Con la excusa de cantar, el tiempo libre lo pasa volando. Y es que los ‘coros domingueros’ no saben de fronteras, y Lola tampoco quiere saber de ellas: “Cada dos o tres meses tenemos encuentros con otros coros como el nuestro por toda Europa, hemos estado en Bolonia, en Marsella, en Piadena,…  son encuentros numerosos, de unas cuatrocientas personas  a las que nos gusta cantar; estamos  intentando organizar un encuentro de coros en Sevilla para este mes de mayo”. A la hora de viajar, confiesa que prefiere las ciudades al mundo rural, y ‘patearlas’ de un lado a otro en compañía de su hija Ángela, de quince años. Con una madre así, ¿adivinan qué quiere estudiar su hija?. A estas alturas quizá no le coja por sorpresa: “periodismo”, afirma Lola en tono irónico: “Y yo estoy horrorizada, ¡Ángela ni se te ocurra!,… hija ¿tú no me ves?”.

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