Acuario de Sevilla Ballena jorobada o Yubarta

Un esqueleto de casi siete metros que servirá para concienciar al público de las amenazas a las que están sometidos y de la necesidad de proteger a estas fascinantes criaturas.

Desde hace unas semanas se puede contemplar en el Acuario de Sevilla el esqueleto de una ballena joroba (Megaptera novaeangliae), también conocida como Yubarta, de casi 7 metros de longitud. Procede de un macho joven hallado muerto frente a Isla Canela (Huelva) el 22 de marzo de 1997.

Este esqueleto pertenece a la colección científica de la Estación Biológica de Doñana (Consejo Superior de Investigaciones Científicas – CSIC) y ha sido cedido al Acuario con fines educativos y divulgativos. Anteriormente estaba expuesto en el Museo del Mundo Marino de Matalascañas (Huelva).

Esta especie alcanza los 16 metros y 36 toneladas y su nombre científico hace referencia a sus grandes aletas pectorales. Es famosa por sus espectaculares saltos y por el canto que realizan tanto los machos como las hembras.

Se distribuye por todos los océanos y mares del mundo; normalmente migran hasta 25.000 km (distancia récord migratoria de los mamíferos) cada año. Se estima que actualmente la población mundial de estos animales consta de un mínimo de 60.000 ejemplares. La especie fue objeto de caza comercial intensa como parte de la industria ballenera por muchos años, y durante el siglo XX, se mataron alrededor de 200.000 ejemplares en el Hemisferio Sur.

La situación de muchas especies de cetáceos es preocupante, ya que casi una cuarta parte del total de las especies se consideran amenazadas, de las cuales más del 10% (nueve especies) están clasificadas como “En peligro” o “En peligro crítico”.

No es el caso de la ballena jorobada, que actualmente está catalogada como en “Preocupación menor” según la UICN. Aunque algunas de sus poblaciones todavía están amenazadas, en general la especie se encuentra en recuperación principalmente porque están protegidas contra la caza comercial. Aun así, siguen existiendo peligros para estos animales, como colisiones con barcos, enmallamiento en redes de pesca, deterioro de sus hábitats, descenso de sus fuentes de alimento, contaminación marina y perturbaciones acústicas (por los sónares de los barcos).

La presencia del esqueleto de este ejemplar en el Acuario de ayudará a concienciar al público de las amenazas a las que están sometidos y de la necesidad de proteger a estas fascinantes criaturas.