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La capital de España no es Madrid sino Bruselas. Desde allí se toman las grandes decisiones. Como la de ganar unas elecciones a compromisario del PP de Sevilla en el distrito Bellavista para el congreso nacional del Partido Popular, donde Mariano Rajoy salió renovado.

Es una de las grandes preocupaciones del exalcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, que confunde el Ministerio del Interior con un distrito de ciudad, de quien al marcharse no ha dejado de poner sus ojos sobre la niña bonita de sus deseos. Son las preocupaciones de un ministro que nunca quiso dejar de ser alcalde, de quien confunde la Castellana con la Palmera o de quien ve en las aguas de El Retiro al mismo Guadalquivir.

Desde la pasada Feria de Abril, cuando comenzaron a oírse los rumores que situaban a Juan Ignacio Zoido en un ministerio a las órdenes de Rajoy, se viene produciendo en el PP de Sevilla un duro enfrentamiento entre quienes desean guardarle la ropa al ahora ministro mientras éste se zambulle en el río de la política nacional y los que, tras una fuerte caída después de las elecciones municipales de 2015, ansían una renovación del partido a nivel provincial. Del temor reverencial a la pérdida de respeto solo hay ocho concejales. El valido de Zoido en el bando oficialista es el presidente provincial del PP, Juan Bueno, quien ya protagonizara un enardecido desencuentro durante el verano pasado con la portavoz del grupo ‘popular’ en la Diputación de Sevilla, Virginia Pérez. Junto a Bueno, toda una camada de afiliados leales a la estructura del partido que harán lo que se les mande. Al otro lado, los críticos, liderados por Virginia Pérez y Beltrán Pérez, quien fuera delfín de Zoido hasta su llegada a la alcaldía. Los críticos apuestan por una renovación completa del partido. Democratizarlo, dicen.

El primer desencuentro real de fuerzas se produjo cuando Juan Ignacio Zoido hizo efectiva su marcha a Madrid, en noviembre de 2016. Había que elegir un nuevo portavoz para el grupo ‘popular’ en el Ayuntamiento de Sevilla y la formación de la gaviota estaba dividida. La entrada y salida de concejales tras los huecos que produjeron Gregorio Serrano –director general de la DGT- y Curro Pérez –director del gabinete del ministro- permitieron a los oficialistas mantener la portavocía del grupo. Una maniobra que ha dado paz hasta ahora.

El pasado mes de diciembre, la familia de los Pérez –Virginia y Beltrán-, líderes de la corriente renovadora de los ‘populares’ sevillanos, se medía a los oficialistas por primera vez ante unas urnas. Campaña dura e intensa, cualquiera lo diría, barrio a barrio, distrito a distrito y llamada a llamada, que precisó de la colaboración de todo un ministro del Interior para mantener las cosas en sitio. Desde Madrid o desde Bruselas, qué más daba el lugar. Lo único importante es que la casa estuviera preparada para el regreso de un señor que parece no haberse marchado nunca.

Grupo municipal del PP tras la elección de Alberto Díaz como portavoz

Antes de su partida a la capital del reino, Zoido prometió que no se inmiscuiría en las cuestiones pedestres del partido, que una vez llamado a filas por el líder de los ’populares’, no tendría tentaciones de cónsul; pero, en alusión a su cargo, las cuitas del interior no pueden dejarse abandonadas. Las taifas son sagradas. «Juan Ignacio está muy preocupado, está detrás de todo esto» expresaban quienes le hicieron la campaña telefónica al ministro, censo en mano, para arrancar los votos necesarios que asegurasen la tranquilidad continuista en el congreso nacional. Había que ganar el primer asalto como fuese. No eran unas simples elecciones de compromisarios para el congreso nacional sino el baremo inicial de una carrera que se prolongará hasta mayo, durante el congreso regional y que, finalmente, tendrá su epílogo en el provincial.

El resultado en la provincia de Sevilla para las elecciones de compromisarios fue el esperado: 43 afines al aparato y 26 compromisarios de la corriente renovadora. La estrategia planteada a caballo entre Madrid y Bruselas dio sus frutos. Los pretorianos de Zoido guardaban en su manga todos los artificios necesarios para conquistar cada palmo de terreno. «Está ayudándonos [Zoido] un montón porque está súper preocupado por el partido», no vacilaba en afirmar la telefonista ante los afiliados dudosos, usando el nombre de quien en tiempos obtuviera veinte concejales y el aplauso caluroso de Sevilla en la mañana de Corpus. Tirando de artillería pesada, el ministro que nunca quiso dejar de ser alcalde puso a disposición de sus leales todo el armamento del aparato ‘popular’ –censo y personal asalariado del partido- con el único objetivo de asegurarse la victoria en unas elecciones con sabor a primarias, a sondeo a pie de urna.

Fuentes cercanas al Partido Popular de Sevilla insisten en que a Lola de Pablo la invitaron a que se presentara a los comicios por Bellavista, donde la nómina de afiliados ronda los sesenta militantes. Aun así, solo acudieron a la urna la mitad de ellos: 16-15 para la candidata oficialista. La victoria pírrica supo a tarta de chocolate de naranja. En esa ocasión había que derrotar a Beltrán Pérez como fuese. Por un voto, Zoido consiguió golpear en el hígado a la principal amenaza para su regreso, a quien le impediría reconstruir las ruinas del imperio que dilapidó a su paso. La campaña no pudo evitar, empero, que la otra Pérez, Virginia, estuviera presente en La Caja Mágica de Madrid, donde se desarrolló el congreso nacional.

El de diciembre solo fue el primer round. En los primeros compases de marzo habrá de elegirse, nuevamente, a los compromisarios para el congreso regional y las cartas están sobre la mesa: Arenas ha revalidado su cargo en la ejecutiva nacional y a Cospedal, la valedora de Zoido, le han recortado sus poderes. Juan Manuel Moreno comienza a tomar posiciones. Sevilla bien vale una misa o puede costarle un gorigori político, según se mire. Virginia Pérez ya ha dado su aval a Moreno, anunciándolo en Twitter, que es donde se cuentan las cosas importantes. El líder regional comienza a verla de otra manera y quien en tiempos fuese piedra en el camino, ahora podría convertirse en roca angular. La estrategia de censo y persuasión telefónica podría repetirse en la elección a compromisarios para erigir a Juan Manuel Moreno como líder regional, así como en el provincial, donde las elecciones de compromisarios determinarían el resultado del propio congreso, dando la llave a los críticos o a los oficialistas. Lo que es lo mismo, determinaría si Zoido mantiene su poder en Sevilla o su futuro se vuelve más incierto a partir de mayo.