Representantes de la política y la comunidad religiosa arroparon ayer a monseñor Juan José Asenjo en su primera celebración en la Catedral hispalense. En su primera alocución, el toledano promete “amar, servir y dedicar todas las energías” a la Iglesia sevillana.
Sevilla Actualidad. El nuevo arzobispo coadjutor de la Archidiócesis de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo, tomó ayer posesión de su cargo en un solemne acto celebrado en la Catedral hispalense y en el que estuvo rodeado de decenas de autoridades políticas y religiosas, así como multitud de amigos.
Según expresó el propio Asenjo en el inicio de su ministerio, llega a la Archidiócesis de Sevilla para servir a una Iglesia “tempranamente evangelizada y con una historia esplendorosa”. Al mismo tiempo que hizo propósitos de futuro, el nuevo arzobispo coadjutor también quiso elogiar la labor de la ciudad a la que llega dado, afirmando que “a lo largo de los años, ha demostrado admirables frutos de santidad”.
De hecho, puso como ejemplo y “testimonio elocuente de sus profundas raíces cristianas, su riquísimo patrimonio artístico y su pujante religiosidad popular, que encierra formidables potencialidades evangelizadoras”.
A la ceremonia acudieron no faltaron, entre otros, el presidente del Congreso de los Diputados, José Bono, o el consejero de Economía y Hacienda de la Junta de Andalucía, José Antonio Griñán, que asistió al acto en representación de la administración regional.
Monseñor Juan José Asenjo también estuvo acompañado por el cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela; el cardenal Arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares Llovera; y el cardenal Arzobispo de Barcelona, Lluis Martínez Sistach, además de los arzobispos Tánger, monseñor Agrelo Martínez; de Santiago, monseñor Barrio Barrio; de Oviedo, monseñor Osoro Sierra; de Granada, monseñor Martínez Fernández; y de Zaragoza, monseñor Ureña Pastor.
Asimismo, también asistieron el arzobispo de Mérida-Badajoz, monseñor García Aracil; el arzobispo Castrense y administrador apostólico de Asidonia-Jerez, monseñor Del Río Martín; monseñor Sebastián Aguilar, arzobispo emérito de Pamplona y Tudela, y el arzobispo emérito de Mérida-Badajoz, Montero Moreno.
Plena dedicación a Sevilla
Juan José Asenjo apuntó que uno de sus objetivos es renovar y actualizar “las actitudes de amor a Jesucristo y a su Santa Iglesia”, tarea con la que inició hace doce años el ministerio episcopal en la Archidiócesis de Toledo, y que “he procurado mantener en Córdoba”.
Quizás por ello quiso destacar que la posesión de su nuevo cargo le vincula “plenamente” con Sevilla, Iglesia a la que deberá “amar, servir y dedicar todas las energías”. Además, indicó sus deseos de ser pastor con el estilo de Jesucristo, tarea que implica “fatiga, sudor, esfuerzo, vigilias, solicitud y entrega de la propia vida”.
Asenjo también aprovechó la ceremonia de nombramiento para pedir a los fieles “que pidan a Dios que en el ejercicio de su ministerio sea siempre humilde y cercano, porque lo nuestro, como afirma San Gregorio Magno, no es sobresalir sino aprovechar, no es brillar sino servir”.
“Pedid a Dios que ame a todos los fieles por igual y que, si por alguien tengo que mostrar alguna preferencia, que sea por los niños y jóvenes, las familias, los enfermos, los pobres, los que no cuentan, los inmigrantes y las primeras víctimas de la crisis económica”, agregó.
Carlos Amigo: “Llega para conservar el depósito de la fe”
Por su parte, el arzobispo de Sevilla, monseñor Carlos Amigo Vallejo, explicó durante la homilía que la designación de Asenjo es motivo “de un enorme gozo para todos por sus cualidades humanas y episcopales y su experiencia en la relación con las más diversas instituciones y amplio conocimiento de las estructuras diocesanas”.
De esta manera, señaló que “nunca” agradecerá suficientemente al Papa Benedicto XVI el haber concedido a Sevilla un arzobispo coadjutor, que será “no sólo una inestimable ayuda, sino un verdadero pastor que cuidará de la Iglesia de Sevilla”.
En cuanto al papel del obispo, monseñor Amigo recordó que “ha sido elegido para conservar íntegro el depósito de la fe” y que se ciñe a un triple ministerio que se le ha confiando: enseñar, santificar y gobernar, “funciones del mismo Cristo”.