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Cualquier época del año es buena para acercarse al barrio de Santa Cruz. Por si alguien necesita una excusa, noviembre, el mes de los muertos, trae a la antigua Judería de Sevilla el recuerdo de tétricas leyendas.

El propio nomenclátor del barrio resume a la perfección el sentido de todas esas historias. La Calle Vida nos adentra en un laberinto que desemboca en la antigua calle de la Muerte, actual de la Susona. La calavera de esta joven judía, hija de Diego Susón, estuvo colgada en la puerta de su casa durante siglos, según cuenta la tradición.

Pero si hay un fúnebre protagonista de esta zona de la ciudad ese es Don Juan. Su historia se desarrolla en algunas de las más singulares plazas del barrio, tal y como nos recuerda su monumento en la plaza de los Refinadores.

Y es que, para algunos, el mito tuvo su parte de verdad. Aunque la cronología lo niegue, todavía hay quien sostiene que el Tenorio está inspirado en la vida de Miguel Mañara, vecino de la parroquia de Bartolomé. El adinerado joven tuvo la visión de su propio entierro en la desaparecida calle del Ataúd. Hecho que le llevó a cambiar su vida y fundar el Hospital de la Caridad.

Similar es la historia del arcediano Vázquez de Leca, un sacerdote que hacía poco honor a su cargo persiguiendo a las muchachas por las estrechas calles del barrio. Un susto de muerte le hizo dar un giro radical a su vida. Al caer el velo de una de estas chicas descubrió que en vez de su rostro éste ocultaba una calavera.

Y es que en este periodo la convivencia de los sevillanos con la muerte era mucho más cotidiana. No olvidemos que hasta la inauguración en 1852 del cementerio de San Fernando, a las afueras de la ciudad, las tumbas de los ilustres se encontraban en las criptas de las iglesias. Los más humildes eran enterrados en las plazas que había frente a los templos. Muchas de las cruces que encontramos en las esquinas de Sevilla nos recuerdan la existencia de estos camposantos.

En el caso de los judíos las costumbres funerarias eran diferentes. Esta cultura construyó su cementerio en el exterior de la antigua muralla. Algunas lápidas que se exponen en el aparcamiento subterráneo de los jardines de Murillo son testimonio de la antigua ciudad de los muertos hebrea.

Historiador y Periodista. Cuando era pequeño se dio cuenta de que lo suyo era contar historias. Le da igual si sucedieron en otro siglo o hace cinco minutos. En Sevilla le enseñaron a amar el mito, en...