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Alabama Monroe y un maratón grotesto en el séptimo día

La película, estrenada en el Festival de Cine Europeo de Sevilla (SEFF´2013), está compuesta por cuatro cortometrajes rodados por directores de la calidad de Pedro Costa, Manoel de Oliveira, Víctor Erice o Aki Kaurismäki. No defraudan.

La ciudad portuguesa de Guimaraes fue Capital Europea de la Cultura en el año 2012. Este título le permitió, entre otras cosas, fomentar proyectos cinematográficos que fueran exportables allende sus fronteras. Una de ellos, ‘Torres e Cometas’, se vio días atrás en el SEFF’2013. Y anoche también irrumpió (dos salas llenas hasta la bandera), ‘Centro Histórico’, producida por Rodrigo Areias, quien mandó a cuatro directores de renombre rodar cortos que versaran sobre la memoria de su país, Portugal.

Los elegidos, ni más ni menos, fueron Pedro Costa, Manoel de Oliveira, Víctor Erice y Aki Kaurismäki. Estas cuatro personalidades del cine, caracterizados por utilizar ritmos muy lentos y mucho simbolismo en sus producciones, han creado una obra coral de calidad, componiendo cuatro fragmentos cuyo único nexo es Portugal y en concreto Guimaraes.

Así, el finlandés Kaurismäki (‘El Havre’, ‘Un hombre sin pasado’) nos muestra una divertida historia de un tabernero destinado al fracaso. El director usa una ironía muy fina, para lo que juega con el idioma portugués a través de la radio que escucha constantemente su protagonista.

Más tedioso, a veces hasta límites soporíferos, es el fragmento de Pedro Costa (‘El crimen del cine oriente’, ‘La huella del crimen’), que cuadra un diálogo interminable entre Ventura, un tipo caboverdiano y un soldado de la Revolución de los Claveles. El resultado es caótico, metafísico, aburrido. Una pieza que rompe el conjunto, y que resta mérito a la producción por insertarse a mitad del film.

Afortunadamente, el relato recupera su atractivo con el cortometraje de Víctor Erice (‘El Espíritu de la Colmena’, ‘El Sur’), que centra su historia en una fábrica de hilados y tejidos cerrada en 2002. Al cineasta español le basta un plano corto y las palabras de sus extrabajadores, que narran sus historias fríamente a modo de entrevistas, para lanzar mensajes que reflexionan sobre la explotación laboral de antes y de hoy, sobre las nuevas tecnologías y sobre la vida al fin. Erice consigue tocar la fibra, reflejando con sensibilidad los problemas de este grupo de portugueses, que no son más que los problemas de nuestra sociedad.

Por último, Manoel de Oliveira, un realizador con más de cien años de vida, nos sumerge en una visita guiada por Guimaraes, jugando con el paralelismo entre el conquistador de la ciudad, Afonso Henriques, y los conquistadores del nuevo siglo: los turistas.

Mucho sarcasmo y diversión para poner fin a una pléyade de cortometrajes que exportan al mundo una imagen sensible e inteligente de Portugal.

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