Destrucción, ceniza, terremotos continuos... Manuel Fernández viajaba a La Palma, a casa de unos familiares, hace escasos días. A solo siete kilómetros del volcán, el "hipnotizante espectáculo natural" dejaba sentir también su amenaza continua.
Este sevillano añadía que la experiencia "es única", pero "te deja con un constante nudo en la garganta". La colada "se ha llevado por delante un millar de edificios y grandes áreas de cultivo", "ha arrasado una de las zonas más fértiles de la isla". Destacaba también "la labor de mucha gente, que se afana en limpiar lo que puede y como puede", bajo la amenaza perpetua de que la nube de ceniza regrese a su zona.
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