Charles Francis Richter fue un estadounidense nacido justo al inicio del siglo XX y fallecido antes del gol de Maradona a Inglaterra, en 1985. En 1935, junto a Gutenberg (no el de la imprenta, otro), desarrolló una escala para medir la magnitud de un terremoto. Ya se podía conocer con exactitud el epicentro de un seísmo gracias a Charles Mercalli (otro sismólogo con otra escala) pero fue la escala de Ritcher la que ganó en popularidad y exactitud para la época. 

La Escala Sismológica de Ritcher, también conocida como escala de magnitud local, es una escala logarítmica que mide la energía liberada en un terremoto, teniendo valores que van desde el 0 al 10 siendo la escala de especial utilidad para los terremotos comprendidos entre las magnitudes 2.0 y 6.9. 

Durante todo el siglo XX ha sido la escala de utilidad para cuantificar lo dañino que podía ser un movimiento sísmico dando rápidamente una idea de la destrucción y desolación siendo fácilmente indentificable: a más alto el número más daño. Tanto ha sido así que la gente de mi generación, años 80, si te dicen terremoto de magnitud tal y automáticamente sale a relucir el “en la escala de Ritcher”. Pues mala suerte coetáneos, los tiempos cambian y más vale dejar a Ritcher descansar tranquilo

El IGN cuenta con un documento donde explica cuáles son las escalas de medición de magnitud y cuándo utiliza cada una de ellas, además de su formulación matemática. Por eso a la hora de expresarnos correctamente sólo debemos hablar de valor tal o cual de magnitud sin referirnos a ninguna escala pues, salvo que vayamos a consultarla y entendamos qué quiere decir cada escala, lo correcto es no referenciar ninguna. Fueras estudiao y la entenderías. 

Además no conviene confundir la magnitud (la energía con la que te empujo) con la intensidad (cómo de fuerte sientes tu ese empujón). Lo uno es un valor científico y lo otro un valor subjetivo impregnado por la propia experiencia del terremoto, con lo que puede variar de una persona a otra o de una vivienda a otra. Además, para complicar un poco mas el asunto, la intensidad se mide en la Escala MacroSísmica Europea (EMS) que van del 1 al 12 en orden creciente de intensidad donde cada uno de los valores viene definido por cuestiones tan diversas como si el terremoto es capaz de despertar a alguien dormido o cómo, cuánto y de qué forma vibran los objetos o las grietas que puedan aparecer en las construcciones.

¿Y por qué suelto todo este rollo? Porque por fin empiezan a aparecer medios, como Sevilla Actualidad, en los que se empieza a utilizar con rigor los verbos y la terminología correcta huyendo de aquellos que generan una alarma que ni el propio temblor ha creado. Es tan así que se puede comprobar en el terremoto de Morón de la Frontera de anoche, de 3.1 de magnitud, no fue capaz de tirar un botellín vacío de una mesa vencía y que, en virtud de semejante intensidad, ha sido reflejado como un suceso en el periódico con la dimensión real de lo que ocurrió desde un punto de vista humano: nada. 

Así que Morón, afortunadamente, tuvo un meneo de noche loca y risueña de verano y Ritcher seguirá en su descanso eterno mas tranquilo al saber que por fin nuestros plumillas han aprendido a informar correctamente y de paso educar a la población en la terminología correcta. Lo siguiente será la ayuda en la difusión de la autoprotección, pero es que para conformarse se ha inventado el jamás.