Durante la pasada madrugada han llegado a Sevilla seis de los 40 jóvenes sevillanos que estaban confinados en un hotel debido al ‘macrobrote’ de COVID-19 provocado en Mallorca por las fiestas de fin de curso. Tras llegar a Valencia en un barco puesto por el Gobierno de España, los jóvenes cogieron un autobús que los trasladó hasta Sevilla. Tres de los pasajeros dieron positivo en COVID en un test de antígenos, por lo que viajaron en un vehículo diferente al del resto.
Aún se desconocen las cifras exactas de cuántos afectados por este ‘macrobrote’ de COVID en Mallorca han vuelto por su cuenta, lo que supone un alto nivel de riesgo para el resto de pasajeros del avión y de cuántos quedan en el hotel medicalizado de Mallorca.
Los estudiantes habían estado una semana aislados en un hotel de la capital de las Islas Baleares y han podido salir después de que un Juzgado considerase que esa retención no se podía llevar a cabo. Una madre abogada llevó el caso a los tribunales y un juez le dio la razón al resultar algunos jóvenes negativos en los tests.
Además de por este «confinamiento ilegal» de los estudiantes, el asunto ha estado en informativos y portadas de periódicos debido al ruido de los estudiantes en el hotel y las quejas del resto de clientes del complejo hotelero. En alguna ocasión la Policía tuvo que intervenir para calmar los ánimos de los confinados. En una de esas visitas de los agentes al hotel, interceptaron a un repartidor de comida a domicilio que les estaba llevando botellas de alcohol. Además, un bar cercano fue pillado suministrando alcohol a los estudiantes mediante cubos.
Algunas de las madres han señalado que sus hijos se han aislado en sus casas nada más llegar. También han transmitido algunos datos que sus hijos les han contado como que el hotel medicalizado estaba desbordado o que había grupos de extranjeros afectados y que estos no han sido aislados: «imagina que haberlos aislado hubiera supuesto un conflicto internacional», asegura una de las madres.