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Se celebran 33 de años del referéndum que miles de andaluces respaldaron el 28 de febrero de 1980. Un aniversario que se llena de reconocimientos, homenajes y celebraciones. Pero la Andalucía actual sigue asolada por el paro y la crisis.

Es momento de apelar al orgullo andaluz, ondear la verde y blanca y entonar las letras que escribió el ilustre Blas Infante a principios de la década de los 30 del pasado siglo. Hoy todos los andaluces se sienten orgullosos de Andalucía y las autoridades enarbolan la bandera del progreso para destacar el crecimiento y la evolución que la comunidad ha experimentado en estas tres décadas. Sin embargo, un análisis de los datos muestra que pese a los lustros que han pasado desde aquel 28 de febrero y los avances que se han registrado, Andalucía, hoy, sigue teniendo pocos motivos para celebraciones.

En materia económica, los 30 años han servido para constatar que el desempleo es un mal endémico de la Comunidad que ningún gobierno (todos bajos las siglas del PSOE) ha sabido atajar. En 1980 la tasa de paro en Andalucía fluctuó entre el 16,92% de la población a principios de año y el 18,02% con la que se cerró el año. Por entonces, existían en Andalucía 6,4 millones de habitantes y un 45% de tasa de actividad. En 2012, la situación es más alarmante aún. Según la última Encuesta de Población Activa (EPA), Andalucía cuenta con una tasa de paro del 35,86%, la mayor de toda España, diez puntos más que la media nacional (26,02%). Una tasa de desempleo que alcanza el nivel del 65,11% en el caso de los jóvenes menores de 25 años, unos datos nada halagüeños.

Otro de los motivos que hacen replantearse el festejo de la comunidad autónoma es la situación actual de la industria andaluza que lleva treinta años ocupando la penúltima posición, sólo por encima de Extremadura, de las 17 regiones que conforman la cartografía española. Si bien, la situación ha mejorado respecto a 1975, año en el que la industria de la comunidad andaluza tan sólo significaba el 10% de toda la española, a años luz de la industria catalana o vasca.

Andalucía también ha sufrido un fuerte balance migratorio a lo largo del siglo XX que tiene todavía su reflejo en una importante presencia de andaluces en el resto de España y en el mundo. En 2012 han emigrado unos 208.414 andaluces al extranjero, siendo los destinos favoritos Francia, Alemania, Argentina y Brasil. Europa, con 105.336, y América latina, con 95.158, son los destinos favoritos de los emigrantes andaluces. El espectro de edad que más emigraciones ha sufrido ha sido aquel que va desde los 30 hasta los 50 años de edad. Números que se justifican por el alto índice de paro que empuja a los andaluces a abandonar sus raíces en busca de la tierra prometida

El dato positivo lo otorga sin duda la abrupta reducción del analfabetismo, ya que Andalucía poseía a principios de los años 80 el doble de analfabetos que el resto de España. El índice de personas que no sabían ni leer ni escribir superaba el 15%, mientras que en el resto del país no llegaba ni al 8%. Las ocho provincias andaluzas se encontraban entre las doce de España con mayores cifras de analfabetismo. Actualmente, estas cifras se han reducido drásticamente, pero Andalucía se sitúa a la cola de la educación del Estado y de la Unión Europea pese a que se han equilibrado los accesos a la educación. La comunidad cuenta actualmente con las tasas más altas en abandono y fracaso escolar y los alumnos andaluces se sitúan entre los últimos puestos en comprensión lectora, matemáticas o en ciencias, según los datos del informe PISA.

De estos datos se extrae la conclusión de que Andalucía ha mejorado de forma moderada pero los estragos de la crisis económica mantienen a los andaluces por debajo de la media del conjunto nacional. La comunidad ha intentado superar el fuerte deterioro económico, educativo y social que arrastraba desde hacía siglos pero los datos demuestran que, pese a los logros, la comunidad aún está por debajo en muchos aspectos del resto del país. El 28 de febrero es un buen día para echar la vista atrás, recordar cómo era la sociedad andaluz pero también debe servir para comprobar que aún queda mucho camino por recorrer. Los homenajes y las exaltaciones al orgullo patrio no deben esconder que la realidad andaluza ha mejorado pero que debe cambiar más para que el orgullo andaluz tenga más justificaciones todos los últimos días de febrero.

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