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La hija del juez Baltasar Garzón rompe el silencio de su familia en ‘Suprema Injusticia’, un libro en que el insiste en que el magistrado “era un juez imparcial”.

María Garzón, hija del juez Baltasar Garzón, rompió su silencio el pasado mes de junio cuando presentó el libro ‘Suprema Injusticia’. En él, cuenta en primera persona todo el sufrimiento que ha padecido su familia durante el proceso y posterior condena de inhabilitación a su padre.

María narra episodios de la vida laboral y familiar del juez, una vida llena de sobresaltos: el caso Gal, el abandono del periodo político por parte de Garzón, o cómo lo ayudó a traducir documentos del ‘Caso Pinochet’. Además, en el libro identifica a las personas que considera “traidores” de su padre, alguno de ellos, con nombres y apellidos.

Con este testimonio, la hija del magistrado quiere dar a conocer la verdad sobre lo que ha ocurrido y agradecer también a todas las personas que les han mostrado su apoyo.

Marta Salguero: ¿Qué se va a encontrar la gente que abra el libro por primera vez?

María Garzón: Se van a encontrar, más allá de lo que ha sufrido mi padre en sus procesos, lo que ha sufrido su familia, nosotros. Y cosas que no sabe la gente, como las consecuencias que puede tener que tu padre esté siendo acusado de esa manera, sobre todo por los medios de comunicación que lo tildan del mayor delincuente de España. Desde que vengan a tu casa a sacarte información hasta que publiquen los veinte dígitos de la cuenta de tu madre. Es una denuncia por mi parte de un sistema judicial que no es correcto. Todo esto se ha tratado de acabar con un modelo de juez que era incómodo por su manera de actuar.

M.S.: ¿Por qué decides escribir el libro?

M.G.: Porque durante mucho tiempo nos mordíamos la lengua y queríamos decir muchas cosas, pero siempre la prudencia que ha caracterizado a mi padre y los abogados, que nos aconsejaban que no dijéramos nada porque sería utilizado en su contra, nos impidió hablar. Pero teníamos una necesidad de contar lo que estaba pasando y creo que se lo debía a él y a mucha gente que lo ha estado apoyando y quería saber nuestra opinión. Se lo debía a él como homenaje y a los que preguntaban qué opinábamos.

“El libro es una denuncia de un sistema judicial incorrecto. Todo esto se ha tratado de acabar con un modelo de juez que era incómodo por su manera de actuar”.

M.S.: Recordamos que este libro tiene un precedente en la carta que envías a los medios el 9 de febrero, día en que conocéis la condena. ¿Qué te impulsó a hacerlo?

M.G.: Dio la casualidad de que yo ese día estaba con mi padre, como cuento en el primer capítulo del libro. Él se iba a Colombia y yo había ido a despedirle. Lo viví todo muy de cerca. Y, realmente, la carta me salió del alma. En mi vida me he dirigido a los medios de comunicación. La carta estaba llena de ira, de rabia… Era como decir, ¿creéis que vamos a estar hundidos? Pues no, no habéis ganado. De ahí nace luego el libro, más reposado, que ya no tiene tanta ira, más bien ganas de contar las cosas y de dar explicaciones a la gente que nos ha apoyado.

M.S.: ¿Le consultaste a tu padre alguno de estos dos hechos?

M.G.: En cuanto a la carta, cuando llegó él le dije: “He escrito esta carta y la voy a publicar sí o sí”. Él la leyó y me dijo que le parecía bien, no me cambió ni una coma.

Con respecto al libro le dije: “He tomado la decisión de publicar este libro”. Él me dijo que no quería saber nada del libro, que me pondría en contacto con los abogados para que me dieran información, pero que él se mantendría lo más al margen posible. Y así fue, hasta la semana antes de su publicación no leyó el texto.

“Durante mucho tiempo nos mordimos la lengua por ser prudentes. El libro es un homenaje a mi padre y a los que nos apoyan y querían saber qué opinábamos de todo esto”.

M.S.: En el libro comentas las irregularidades que se cometieron en el juicio contra tu padre. Por eso crees que lo que se le ha hecho ha sido una injusticia. ¿Por qué exactamente?

M.G.: Me gusta recalcar siempre que no solo lo he dicho yo, sino que lo ha dicho muchísima gente antes: juristas, abogados, gente del mundo de la cultura… Centrándonos en el ‘Caso Gürtel’, por el que se le condena, se rechazaron de plano todas las pruebas de la defensa, no se admitieron testigos, no se escucharon las ‘supuestas cintas’ por las que él habría traicionado el derecho de defensa… Yo pienso que si estaban tan convencidos de que él había utilizado ese contenido debían decir en qué casos lo había hecho. Pero si no lo habían escuchado, cómo podían saber lo que había grabado y lo que no.

M.S.: En cuanto al desarrollo del libro, cuentas muchos episodios de la vida laboral y familiar de tu padre. Me llama la atención, por ejemplo, cuando cuentas la alegría que supuso para ti que tu padre abandonara su breve etapa en la política. ¿Crees que le perjudicó entrar en política?

M.G.: A la vista de lo que ha ocurrido, sí. En este país parece que los once meses que estuvo en política ya le han marcado para siempre, tanto para un partido como para otro. Al PSOE le interesó decir que se estaba vengando, a lo que el PP respondía que no, que era un juez imparcial, y ahora dicen que es un juez socialista. Al final lo usan como argumento, aunque se cae por su propio peso porque mi padre ha seguido procesos contra toda formación política.

Es un argumento muy populista que lo que hace es retratarlos, porque hay mucho político que es incapaz de actuar de forma diferente a lo que diga su partido, aunque sus ideas sean contrarias y actuar de manera imparcial. Pero mi padre era un juez imparcial y tendría sus errores en su forma de actuar o como padre, porque por ejemplo pasaba poco tiempo en casa pero no se le puede tildar de no haber sido siempre coherente.

“En este país parece que los once meses que mi padre estuvo en política ya le han marcado para siempre. Pero mi padre era un juez imparcial y no se le puede tildar de no haber sido coherente”.

M.S.: También cuentas cómo ayudaste a tu padre a traducir documentos del ‘Caso Pinochet’ para agilizar el proceso.

M.G.: Yo acababa de volver de Estados Unidos y tenía el inglés muy fresco. Como siempre le ponían trabas en los distintos ministerios, y no te ponían al traductor oficial si era fuera del horario de oficina, pues todo iba más lento. Entonces me pedía que hiciera yo la primera traducción, después él lo corregía con el traductor oficial. Pero sí, le ayudé.

M.S.: En el libro narras también episodios con una serie de personas a los que llamas ‘traidores’ o ‘perritos paseantes’. ¿Crees que era necesario señalar quiénes han sido las personas que, según tú, han fallado a tu padre?

M.G.: Sí. Por un lado están los ‘perritos paseantes’ que son esos jueces que como dice mi padre “llegan las cinco de la tarde y tiran el bolígrafo”. Entonces les fastidia que mi padre esté trabajando hasta las once de la noche porque esto les pone en evidencia. Y por otro, están los ‘traidores’, los que se ha visto que decían ser amigos y no lo eran. Es curioso porque había gente con la que no contábamos y al final nos han apoyado. Gente incluso de ideología de derechas que ha visto que esto era una injusticia. No hay que decir que todos sus compañeros lo odiaban, porque tiene muchos que le acompañaron todos los días del juicio sin importarles las críticas.

M.S.: En toda etapa vital, hay una parte positiva y otra negativa. La parte negativa es todo el sufrimiento que os ha ocasionado este proceso, pero la parte positiva por un lado ha sido el nacimiento de tu hija, ¿no?

M.G.: Cuando nació mi hija, parece que la vida nos dio como un respiro. Por eso no podíamos estar muy tristes ni tener la felicidad completa, pero sí que hizo que no habláramos del tema. Entre eso y el humor que tenemos de ser andaluces y tomárnoslo todo con mucha filosofía, pues se lleva mejor. Yo hago una broma a veces y digo: “¿Pero qué pasa, que somos los Corleone?”.

“Hay muchos ‘perritos paseantes’, jueces que llegan las cinco de la tarde y ‘tiran el bolígrafo’ como dice mi padre. A estos les molestas que él se llevara trabajando hasta las once de la noche, porque esto les pone en evidencia”.

M.S.: Por otro lado, ya que en las situaciones difíciles es cuando realmente te das cuenta de quiénes son las personas que te apoyan y que están contigo, supongo que todo esto habrá servido para daros cuenta la cantidad de personas que apoyaban a tu padre y a tu familia…

M.G.: La reacción de la gente de la calle fue brutal. Una de las cosas positivas que ha salido de todo esto es que gracias al proceso de la Memoria Histórica tuvo lugar la primera manifestación masiva de las víctimas en Madrid, treinta años después de la dictadura. Eso fue en apoyo a él y gracias a esto. El apoyo ha sido increíble y ha abierto el debate a estos temas que parecía que a la sociedad no le interesaban. Este apoyo reconforta a cualquier insulto que te puedan decir.

M.S.: El último capítulo del libro lo has titulado “E la nave va”, como la película de Federico Fellini. ¿Por qué este nombre?

M.G.: Porque todo sigue funcionando, el teatro de la vida sigue. Mi padre sigue trabajando, ya está haciendo otras cosas, y aunque hay que denunciar lo que ha pasado y contarlo, no podemos quedarnos ahí el pasado. El libro era una manera también de cerrar esta etapa.

M.S.: ¿Cómo ves el futuro de tu padre y el tuyo propio?

M.G.: Ambos estamos trabajando en la fundación que creamos en diciembre, aunque no se registró hasta junio por problemas burocráticos. Yo estoy dirigiéndola y trabajando codo con codo con él. Mi padre está muy activo en cuanto a la fundación, trabaja desde Latinoamérica, tenemos sede también en Bogotá. Entonces estamos muy activos en tema de derechos humanos, de jurisdicciones universales, que es lo que él siempre había querido hacer. Yo siempre digo que “no hay mal que por bien no venga”, y se ha cerrado una etapa para empezar otra y ahora tiene la oportunidad de hacer cosas que no había podido hacer hasta ahora. Estamos los dos muy ilusionados con la fundación.

M.S.: ¿Qué papel han jugado los medios de comunicación en todo este proceso?

M.G.: Los medios hacen un juicio paralelo. Hay algunos que ya lo habían condenado desde el minuto uno. Cuando se puso la primera querella ya dijeron que era el fin de Baltasar Garzón. El problema es que ha habido gente, que al abrigo de esto, ha mentido mucho. Por eso yo critico a estos medios que sin comprobar nada publican mentiras.

También hubo algunos medios que dieron voz a gente que nos conocía y contaron la verdad, pero es cierto que tiene más peso lo que publica un periódico como ‘El Mundo’ de gran tirada nacional, que hace años que todo lo que publican sobre mi padre es malo. Para ellos, todo lo que él hace es erróneo. De hecho, fue el director de este periódico quien publicó que mi padre tenía once millones de euros de patrimonio, que ya los quisiéramos.

Pero claro, esto que parece una tontería, al final queda en las ideas de la gente. Entonces pienso que lo han montado todo para dar la imagen de un multimillonario, déspota, que no hace su trabajo y encima es un corrupto. Eso es lo que yo hecho en cara a algunos medios, que crearan la imagen de mi padre como el mayor delincuente del país.

Dice el refrán que “nadie es perfecto”, y el juez Garzón seguramente habrá cometido muchos errores, pero lo que nadie puede dudar es la exitosa carrera judicial que ha llevado a cabo durante 31 años, en los que combatió el narcotráfico y el blanqueo de capital, persiguió crímenes contra la humanidad, desbarató el crimen de Estado de los GAL u ordenó la detención del dictador Pinochet. Ni siquiera la condena, criticada por juristas de todo el mundo, podrá borrar la defensa de la jurisdicción universal que Baltasar Garzón ha propulsado.

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Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, empezó en la comunicación local y actualmente trabaja para laSexta. Máster en Gestión Estratégica e Innovación en Comunicación, es miembro...