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Los nuevos restos estaban ocultos por la techumbre desde la construcción de la planta superior del palacio en la época de los Reyes Católicos.

Las tareas de restauración en la Sala del Billar han sacado a la luz restos de la ornamentación exterior original del Salón de Embajadores del Palacio de Pedro I ocultas por la techumbre desde la construcción de la planta superior del palacio en época de los Reyes Católicos.

Pertenecerían a la zona de la cornisa norte del cuerpo principal del salón, enmascarado, deformado y recrecido por sucesivas obras de acondicionamiento. Esta qubba muestra definitivamente su coronación y la base de apoyo de la cubierta que albergaría la armadura original del Salón durante los primeros momentos tras la construcción del palacio.

Se han estudiado los revestimientos con estuco polícromo en el que se desarrolla sobre base incisa una serie heráldica, así como una banda epigráfica en su cornisa y las huellas de tres aperturas, dos laterales y una central, bajo un arco de descarga, pertenecientes a la fábrica original de Pedro I.

Esta decoración respetada en su día por la reforma de la cubierta realizada por Rafael Manzano en una primera inspección arqueológica, permite avanzar las siguientes novedades relativas al conocimiento de uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad.

En primer lugar, se define de manera más clara tanto el formato como la dimensión y sobre todo el sistema original de aperturas al exterior del gran Salón de Embajadores, completando así la visión planteada por Sebastián Fernández y Juan Carlos Pérez  tras la restauración de la armadura mudéjar de su interior. Con independencia de las posibles dudas sobre la cubierta en sí, ahora puede acotarse la dimensión externa de esta magnífica qubba.

Y, por otro lado, éste es el primer vestigio documentado de su decoración exterior, parcialmente imitada desde la misma reforma del siglo XVI hasta las realizadas a fines del siglo XX. Por un lado se desarrolla una banda de pintura mural que muestra tres motivos heráldicos ampliamente conocidos y presentes en otros puntos del Alcázar mudéjar, es decir, el león, el castillo y la orden de la banda.

Los tres se van alternando sucesivamente, ocupando la zona superior del paramento a modo de cenefa. Sobre dicha banda en toda la extensión de la cornisa se dispone una banda epigráfica en árabe compuesta por cuatro fórmulas doxológicas que se suceden a modo de letanías jaculatorias y cuya traducción es “la dicha, la paz, la gloria, la generosidad”

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Licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla, empezó en la comunicación local y actualmente trabaja para laSexta. Máster en Gestión Estratégica e Innovación en Comunicación, es miembro...