Sevilla Actualidad entrevista al médico de familia Fernando Fabiani quien, a su labor asistencial, añade una tarea incansable de divulgación y sensibilización sobre el trato con pacientes y la atención primaria en libros como ¿Te puedo hablar claro? Vengo sin Cita y Vengo de Urgencias. Estas navidades, Fabiani apela al sentido común y espera que de verdad se aprenda la lección cuidando siempre de las personas más vulnerables que más han sufrido esta crisis del Covid-19.

¿Cómo vivirá un médico de familia estas navidades? ¿Cambiarás tus costumbres? ¿Cuáles y cómo?
Mis costumbres cambiarán claramente. Como, de hecho, llevan cambiadas muchos meses. Para mí las fiestas navideñas suelen ser muy especiales, de cercanía, de afecto, en una sucesión de reuniones con amigos en casa y, los días más señalados, con toda la familia. Este año no toca. No habrá reuniones con amigos, salvo quedar algún día al aire libre sin quitarnos las mascarillas. Las cenas señaladas serán, muy probablemente, sólo con mi mujer y mis hijas. Si algún día queremos que venga alguna de las abuelas para que no estén completamente solas, será a almorzar y no a cenar para que sea posible hacerlo al aire libre. 

¿Crees que las medidas anunciadas tanto por Sanidad, como por la Junta serán suficientes para frenar los contagios en estas fiestas? 
Es difícil aventurarlo, pero mucho me temo que si lo son, o no, va a depender del comportamiento de cada uno de nosotros. Más allá de las medidas anunciadas —ojo que aún pueden modificarse si las cifras empeoran— la recomendación de las autoridades es clara: movernos lo menos posible, reunirnos las menos personas posible, hacerlo mejor al exterior, usar el máximo tiempo posible la mascarilla. Como ciudadanos debemos preguntarnos si nos vamos a conformar con cumplir  lo «permitido» o vamos a hacer además  lo recomendado. Debemos recordar que el hecho de que algo esté permitido no significa que sea seguro.

Tu asistencia a pacientes trasciende a la consulta, divulgador nato en redes sociales ¿Crees que falta más claridad y contundencia en las informaciones oficiales en torno al Covid19? Por ejemplo, en tu cuenta de Twitter has abierto un #CoronoAdviento ¿En qué consiste? 
Creo que, tras muchos meses de incertidumbre, a veces de mensajes o recomendaciones cambiantes, y además acompañado de mucho ruido en las redes sociales y medios de comunicación, es esencial que recordemos lo importante para que no quede diluido ni, claro está, puesto en duda. El calendario del #CoronAdviento fue solo una idea más de hacer llegar este tipo de mensajes. Son clásicos de los últimos años esos calendarios de adviento que disfrutan los niños donde, cada día, toca abrir una casilla y tomarse una chocolatina.

¿Y si cada día de este especial adviento marcado por el coronavirus, en lugar de una chocolatina nos lleváramos un mensaje que nos fuera preparando realmente para las fiestas que se avecinan? Así empezó: Día 1 del #CoronAdviento «No seas contacto estrecho de ninguna persona que no viva contigo».

¿Somos una sociedad madura en la que confiar o si la ley lo permite, nos amparamos en un paternalismo peligroso? Me resisto a que la única vía de solución sea la de la prohibición, la de la persecución, la que precisa de un policía —literal o de balcón— en cada esquina para comprobar que se cumplen las recomendaciones. Pero se aprecian comportamientos que apuntan precisamente a eso. Por ejemplo, cuando se tomaron las medidas de disminución de movilidad o cuando han permitido retomarla solo a  familiares o allegados en fechas señaladas la pregunta más repetida es «¿Y eso, cómo van a controlarlo?», casi animando a incumplirlo porque lo más probable es que no te pillen. Es la filosofía del detector de radares de la carretera.

Fernando Fabiani

¿El Covid 19 ha cambiado a los médicos de Primaria y a sus pacientes? ¿En qué sentido, hemos aprendido? 
A los médicos de familia, así como a las enfermeras, matronas y el resto de profesionales que trabajamos en atención primaria nos ha recordado una vez más lo esencial de nuestra labor, aún más si cabe en situaciones de crisis sanitaria. Tristemente, ha ido acompañado de recordarnos de igual forma que somos el hermano pobre de la sanidad, frente a ese hermano hospitalario lleno de innovaciones tecnológicas que llena portadas de periódicos y consume la inmensa mayoría de los recursos económicos, materiales y humanos.

Cuando ambas cosas coinciden como ha ocurrido ahora, cuando más necesario eres y con menos recursos cuentas, es dramático ver que no llegas a todo. Hemos tenido que estar obligatoriamente en «modo covid» y haciendo auténticos esfuerzos (me temo que insuficientes) para que el resto de problemas de salud de nuestros pacientes no quedaran en un no deseable segundo plano. El tiempo dirá si el rápido desarrollo de la consulta telefónica, la entrega y recogida de documentación vía telemática y otros avances en ese sentido llegaron para quedarse. Lo que sin duda ha sido difícil para todos es perder cosas como el mirarnos a los ojos, las sonrisas o muecas de dolor tras las mascarillas o tener que llevar al mínimo el necesario contacto físico.


Tu vocación por el teatro te ayuda en tu labor diaria ¿Cómo? ¿Crees que seríamos más consciente de todo cuidando más la cultura? Porque es uno de los sectores pero parados en esta crisis. 

Siempre me ha ayudado en la que creo que es una de las herramientas básicas del médico: la comunicación. En la medida en que manejas mejor tu lenguaje, se enriquece tu comunicación y, la consulta es, en esencia comunicación. Siempre he dicho que «receto» ir al teatro, a un concierto, leer libros. Creo que en la cultura hay mucha salud. Y en esta pandemia ha faltado cultura. Se podían haber buscado más fórmulas de apoyar a un sector tan necesario. Me pregunto, como muchos profesionales de esa cultura que logra emocionarnos, por qué han podido llenarse aviones, trenes y autobuses pero no teatros, por qué se ha podido abrir la hotelería, incluso a pesar de que se precisa retirar la mascarilla, mientras seguían cerradas salas de concierto donde todo el público la lleva puesta. Quizá sea porque nuestros dirigentes no consideran que la cultura forme parte de las actividades esenciales de nuestra sociedad, como al principio de la pandemia tampoco se lo pareció la educación. Eso no dice mucho de nuestros dirigentes.

Cuando todo esto pase, que pasará, no olvidemos cómo hemos tratado a nuestros mayores y el estado de muchas de las residencias, cómo han vivido esta crisis las clases más desfavorecidas — imagina recibir el mensaje #quédateencasa cuando no la tienes o no cumple unas condiciones mínimas—, cómo nos habría venido de bien tener una sanidad más fuerte y mejor dotada y no olvidemos cuánto llegamos a echar de menos ese abrazo, ese beso, esa caricia. Si no olvidamos nada de eso, quizá sea cierto que salimos mejores.

Plumilla por vocación, he trabajado en radio, televisión y prensa on line. Profundamente europeísta y convencida de que el Periodismo es el motor de cambio de la sociedad y hay que salvaguardarlo. Para...