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Fue la primera mujer en llegar a ser ministra tras la dictadura franquista y tuvo que vivir en primera persona la brutalidad del terrorismo.

Siento que debo dejar paso a otras personas, renovar energías” fueron las palabras de Soledad Becerril el día que anunciaba su retiro de la vida política. Ya se siente satisfecha tras una larga trayectoria de casi 30 años en dos partidos: la extinta UCD y el PP.

Soledad Becerril nació en Madrid en 1944, y fue en la capital de España donde se licenció en Filosofía y Letras, además de especializarse en la filología inglesa. Posteriormente, se trasladaría a Sevilla para impartir clases en la Universidad hispalense.

Sus primeros pasos en la política se realizan a través de la fundación en otoño de 1974 de la revista “La Ilustración Regional”, primera publicación que se interroga sobre Andalucía y plantea con rigor crítico sus problemas reales mediante textos de, entre otros, Antonio Burgos, Nicolás Salas y Antonio Ramos Espejo. Sin embargo, su intento de recuperar el andalucismo histórico termina con el cierre de la publicación en 1976.

Becerril ingresa en el Partido Demócrata Andaluz, que se suma a la amalgama de la Unión de Centro Democrático (UCD); y fue elegida diputada por Sevilla sucesivamente en 1977 y 1979. Pero su mayor logro lo conseguiría en 1981 cuando es nombrada Ministra de Cultura por el ex presidente Leopoldo Calvo Sotelo.

Un hecho histórico, ya que se trataba de la primera mujer que alcanzaba tal cargo después del franquismo, teniendo como predecesora a la anarquista Federica Montseny, Ministra de Sanidad en la II República y primera fémina en alcanzar tal rango en Europa Occidental.  Además. forma parte de la ponencia encargada de redactar el Estatuto de Autonomía. Pero su labor ministerial solamente dura un año, ya que en 1982 el PSOE arrasa en las elecciones generales.

Primera mujer alcaldesa y el horror de ETA

Tras el chasco en la política nacional, regresa a la batalla local en la capital hispalense. En 1989 se afilia al Partido Popular, y tras varios años en la oposición, en 1991 la dirección de su partido fuerza una alianza con el Partido Andalucista que convierte a Alejandro Rojas Marcos en alcalde y a Soledad Becerril Primera Teniente de Alcalde.

Ella misma ha declarado que aquella coalición fue “difícil”, pero se reeditó en 1995 pero esta vez cambiando las tornas: Soledad Becerril, primera edil de Sevilla y primera mujer que accede a ese puesto en toda la historia de la capital hispalense. Según su experiencia, “los años que viví con mayor necesidad y entrega”.

Durante su mandato se caracteriza por su proyección pública entre los habitantes de la ciudad, que es multiplicado por el terrible suceso que asegura que le ha marcado de por vida: el presenciar el asesinato de un compañero y amigo.

En la madrugada del 30 de enero de 1998, la banda terrorista ETA asesina a sangre fría y por la espalda a Alberto Jiménez-Becerril, de 37 años, concejal del PP en Sevilla, y Ascensión García Ortiz, de la misma edad, procuradora de profesión, dejando huérfanos a 3 niños. Una barbarie sin sentido que llenó de rabia y odio a todos los sevillanos y a la regidora municipal, que lloró delante de todo el mundo.

Días antes de la tragedia, un fallo en el detonador impidió que los violentos se llevaran la vida de la alcaldesa mediante un coche-bomba situado en el rutinario camino de Soledad Becerril hacía el Consistorio. Ella también estaba en la misma lista que Alberto, que Gregorio Ordóñez, que Miguel Ángel Blanco y tantos otros asesinados solamente por ser de un partido político en concreto.

Y ella no “lo puede ni quiere olvidar”, y de ahí sus declaraciones en su despedida en las que recalcaba que «cuando veo a colaboradores, cooperadores y encubridores de ETA ocupar cargos institucionales, que proclaman y divulgan doctrinas incompatibles con el ideal democrático, consecuencia de la reciente sentencia del Tribunal Constitucional, me hace estar en total desacuerdo con dicha sentencia»

Fin de ciclo en Sevilla

Un año después, en las elecciones de 1999, el PP es la lista más votada en Sevilla, pero ocurre una situación que algunos calificarían de irónica. Sus antiguos socios, el Partido Andalucista, deciden alinearse con el PSOE para dar la alcaldía a Alfredo Sánchez Monteseirín.

Para Soledad «fue una gran decepción que aceptamos como tantas veces hay que aceptar los reveses en la política«. Tras este chasco, volvió a la escena nacional. Entre 2000 y 2004, con la mayoría absoluta del PP, ocupó la vicepresidencia tercera del Congreso y en 2004 pasó al Senado. Hasta ahora, ha estado participando en las sesiones del Congreso de los Diputados.

“Ya son muchos los años dedicados a tareas legislativas y municipales, y esta etapa toca a su fin» ha declarado en el día que deja la política ante la Junta Provincial de su partido, que le ha dedicado palabras de elogio y poniéndola como ejemplo a seguir para los más jóvenes. Esos son los que ahora deben recoger el testigo de Soledad, cuya labor fue reconocida con la Medalla de Honor de Andalucía en 2006.

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