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Con la sombra de los chubascos leves y dispersos de la Semana Santa comenzó la feria de Abril curiosamente sin su dueña, ya que Mayo celoso ha decidido arrebatarle un tanto el protagonismo al que muchos consideran el mes grande de Sevilla. Las plegarias de los sevillanos parecen que surtieron efecto y la Feria 2011 muestra su mejor cara. Farolillos, volantes y mucho rebujito se reúnen en cebradas casetas para disfrutar de una semana al margen de la vida rutinaria.

 

Pero la ley antitabaco no se encuentra en la lista de exclusión de la feria y en ninguna caseta se ha podido encender un cigarrillo. Dicha ley prohíbe hacerlo en los espacios cerrados o cubiertos, y las barracas de la popular fiesta sevillana entran dentro de esta categoría. Además, en las casetas puede haber menores y se elaboran y consumen alimentos, por lo que los fumadores tienen que estirar las piernas cada vez que abran la cajetilla de tabaco.

Pero quien hace la ley, hace la trampa. La normativa de la Ley Antitabaco entiende por lugar cerrado “todo espacio cubierto y rodeado por más de dos paredes, muros o paramentos”. De acuerdo con esta definición, fumar sí estaría permitido en las casetas ubicadas en una esquina, ya que muchas de ellas sólo tienen dos tabiques. Por lo que los feriantes han tomado la palabra, a pesar de que la concejal de Fiestas Mayores y Turismo del Ayuntamiento de Sevilla, Rosamar Prieto-Castro, declaró que en ellas “también hay niños y se manipulan alimentos”, por lo que la prohibición de fumar también se aplicará en estos espacios.

Tras aclarar la situación, los sevillanos explican su experiencia de una feria sin humos. Pilar Ferreiro universitaria se posiciona en contra de la aplicación de esta ley en la feria. “Las casetas son privadas y es el dueño o los dueños los encargados de decidir si se fuma o no. Además, es una hipocresía que ahora manden a inspectores para que se cumpla la ley antitabaco y no haya inspectores para que la higiene de los baños se cumpla”. Y es que entre baile y baile el sorbito refrescante no falla y conlleva a largas colas esperando para entrar en un baño unisex, “en el que no te puedes arrimar a nada”, asegura.

Manuel Martínez, feriante y fumador habitual, establece un punto de cordura reconociendo que “los fumadores hemos tenido muchos privilegios aún sabiendo que los que nos rodean se convierten en fumadores pasivos. Es normal que ahora cada uno elija si quiere o no fumar pasivamente. La feria no es una excepción, puesto que es una fiesta de todos, fumes o no».

Lo cierto es que la sensación en el Real no es de excesiva preocupación por estas limitaciones. De hecho, por el único motivo que se percibe la restricción es que las entradas de las casetas se encuentran aún más colapsadas si cabe y que en el interior de las susodichas se distingue mejor que nunca el olor a adobo. «Llegas a casa y sigues oliendo a colonia, no a tabaco, un privilegio del que antes no podíamos disfrutar», comenta Alicia Silva, estudiante de diseño de moda.

La picaresca española muy posiblemente termine creando una sevillana a partir de la frustración del feriante fumador al que le cobran cinco euros por una cajetilla y no le dejan darle uso dentro de su tablao emparedado, pero con guasa y rebujito todas estas circunstancias se convierten en una anécdota más de las tantas que recoge esta fiesta de casi doscientos años de antigüedad.

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Licenciada en Periodismo por la US. Sus primeros pasos fueron como reportera y locutora para los informativos locales. En prensa escrita sus informaciones se han seguido en Estadio Deportivo y en ElDeporteFemenino.com....