Pedro Manzano Beltrán será el encargado de la restauración durante un período aproximado de cuatro meses.

La imagen del Cristo de la Buena Muerte se ha trasladado para ser restaurada por Pedro Manzano Beltrán durante un período aproximado de cuatro meses y un presupuesto de 12.000 euros.

El Cristo de la Buena Muerte es una escultura en madera policromada, encargada en 1620 al imaginero Juan de Mesa por el padre Pedro Urteaga, prepósito de la Casa Profesa de la Compañía de Jesús. Una vez fueron expulsados los Jesuitas de España en 1767 por Pragmática Sanción de Carlos III, la Universidad de Sevilla se traslada a la Casa Profesa de la Orden en la calle Laraña, asumiendo la titularidad de la Iglesia de la Anunciación y de la mayor parte de bienes patrimoniales de los Jesuitas; entre ellos, la imagen del Crucificado de la Buena Muerte. Desde 1924, año de su fundación, el Cristo de la Buena Muerte es imagen titular de la Hermandad de los Estudiantes.

La imagen fue restaurada en 1983 por el profesor Francisco Arquillo tras sufrir una caída durante un traslado. Durante la restauración se descubrió en el interior de la cabeza un documento o nota que confirmaba la autoría de Juan de Mesa. Posteriormente, en 1994 y 2004 también se acometieron trabajos de restauración.

El restaurador Pedro Manzano Beltrán realizó en 2017 un informe diagnóstico del estado de conservación de la imagen, que incluye un estudio mediante imágenes médicas (TAC y tomas radiográficas). La Universidad de Sevilla solicitó a la Comisión Provincial de Patrimonio el correspondiente permiso de intervención, que incluirá la revisión de los ensambles, consolidación y cierre de fisuras; consolidación y valoración del estado de conservación de los elementos metálicos así como de su función en la actualidad con el fin de determinar su posible extracción y sustitución por espigas de madera.

Asimismo, se realizará corrección del desencuentro en la unión de la mano izquierda a la cruz; protección de la película pictórica que presente riesgo de desprendimiento mediante papel japonés y cola orgánica; limpieza mecánica del polvo y depósitos superficiales de la Imagen con brochas de pelo suave y aspirador; fijación puntual de la policromía; reintegración de lagunas de preparación con la misma composición a la del original; reintegración cromática no diferenciada de estas lagunas y desgaste de la línea de agua de ambos ojos, las cejas y el nacimiento del cabello en el contorno del rostro; así como la protección final mediante la utilización de resinas sintéticas estables y duraderas, ajustando el punto de brillo.