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Al margen de la rueda de prensa final, poco se había pronunciado el ya ex técnico nervionense, Antonio Álvarez. Después de toda una vida en el Sevilla, se marcha con «la conciencia tranquila». El no alcanzar éxitos deportivos le costó su puesto tras generar dudas, aunque de lo que no se puede dudar es de su sevillismo.

Sara Domínguez/Sevilla Actualidad. Lo de pretemporada y lo del primer partido de Europa League fueron, sin rodeos, fracasos para este Sevilla grande. Y el punto de mira, que no se puede poner sobre más de una veintena de jugadores, pesa siempre sobre el entrenador. Álvarez fue condenado. «Tengo la conciencia muy tranquila», dice, asegurando que nunca se sintió «presionado por parte del club por ninguna decisión». Cree que «ha sido todo muy precipatado. Entiendo que hizo muy daño la eliminación de la previa de la Champions».

Y es que, claro, él mismo lo asume: «Cuando un equipo se va haciendo grande, cualquier derrota escuece mucho». «La presión es grande porque todo lo que mueve al Sevilla ahora mismo derrama grandeza«, ha dicho el ex técnico en una entrevista concedida a Estadio Deportivo. Sin embargo, no se esperaba salir después de lo de Alicante.

La cabeza del entrenador es la primera en caer cuando las cosas no van bien, ya sabemos. Pero, obviamente, pueden intervenir otros factores en la crisis de un equipo, en que, como decía el presidente, se vayan muriendo «poco a poco». Sobre ello opina Antonio Álvarez cuando, por ejemplo, se le pregunta por el envejecimiento de la plantilla: «Muchos de ellos tan solo tienen treinta años, pero llevan tanto tiempo en el Sevilla dando un excelente nivel, que ahora un pequeño bajón de algunos de ellos se nota más«.

¿Y qué pasa cuando parece que no se cuenta con el entrenador para confeccionar la plantilla? Influyó en su idea de juego que no viniese Borja Valero cuando parecía que estaba atado, pero asegura que sí tuvo opinión a la hora de planificar el plantel. «La época del entrenador que traía a su tropa de seis o siete futbolistas se terminó, porque luego se va ese técnico y se junta una plantilla ingobernable de jugadores de unos y otros».

Al margen de la eliminación en sí, jugar contra el Braga también trajo un mal trago para el ex entrenador, por el capítulo con Squillaci. Sobre él también da su opinión. «A un jugador que no quiere jugar ya ni le pido explicaciones: lo saco del equipo. No habló conmigo y no volvió a hacerlo más». Sobre todo, lo que le tocó fue su propio orgullo: «Decir en un hora y media que no quiere jugar en el Sevilla… En ese momento acabó para mí».

Antes de marcharse, Álvarez se puso a disposición de Gregorio Manzano, quien considera que le viene «muy bien la plantel». Espera que, quien no diese con él el cien por cien, «que lo haga ahora, que arrime el hombro». Todo sea por su Sevilla.

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