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El Sevilla inició la temporada cabizbajo, impotente, defraudado consigo mismo, triste. Y como el Sevilla, su afición. Sin embargo en el Pzijuán no tienen motivo alguno para ensañarse con sus jugadores, con Monchi y con Álvarez por haber perdido una Supercopa de España o no lograr la clasificación para la Liga de Campeones.

Ángel Espínola. Hay que tener en cuenta que el club de Nervión sólo ha disputado dos Supercopas a lo largo de toda su historia y que para Champions, la antigua Copa de Europa, sólo se ha clasificado en tres ocasiones (dos de ellas muy recientes). Es difícil comprender entonces aquella parte de la afición que se amotine a la salida del equipo tras el encuentro ante el Braga para gritar “jugadores mercenarios”.

Que no se confunda la afición sevillista. Que el Sevilla no es un club tan histórico como para que se le exijan éxitos mayores año sí, y año también. Que el Pizjuán lleve vistiéndose de Europa siete temporadas seguidas y que el encargado de limpiar los trofeos cada vez tenga una jornada laboral más larga, no se debe a una tradición histórica de títulos como pueden tener Real Madrid, Barcelona o Atlético de Madrid.

El hecho de jugar la Liga Europa no deber ser, de ningún modo, una decepción. Sobre todo teniendo en cuenta dos factores: 1. El prestigio que este año tiene la competición es máximo. Liverpool, Oporto, Juventus, Borussia de Dortmund, Manchester City, PSV…. Equipos de Champions todos que, junto al Sevilla, darán mucho valor a un título considerado por mucho como “menor”. Un título que el Sevilla ya ha ganado, pero que no por eso esté obligado a volverlo a ganar. Y 2. Siendo sinceros, y mirando nombre por nombre, la plantilla del Sevilla no está entre las cuatro mejores de España. Otra cosa es que en el club se lleven muchos años haciendo las cosas bien, y jugadores que llegan rebotados o con una carrera mediocre, se conviertan en superestrellas del fútbol.

No hay razón por tanto para agachar la cabeza. La derrota siempre es dolorosa, pero lejos de exigir lo que a un club con presupuesto multimillonario, jugadores de talla mundial y tradición de campeones, se le puede exigir, al Sevilla hay que pedirle que mantenga la ilusión de los aficionados cuantos más años mejor. Y que el día que el “ciclo se rompa”, la afición esté saciada (ya debería estarlo) de títulos y alegrías. La extraordinaria racha de los últimos años no es más que un período extraordinario dentro de una historia repleta de altibajos, con ascensos y descensos, y con Europa como una utopía.

Menos pataletas y enfados. La grandeza de una afición se demuestran cuando las cosas van mal.

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