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El Betis desperdició una oportunidad inmejorable para lograr el ascenso ante el Salamanca y ya no depende de sí mismo para ascender. Un gol les servía a los de Víctor Fernández para cerrar con éxito la temporada, pero la falta de constancia impidió el milagro. La victoria es obligada la semana que viene ante el Levante. Aunque más decisivo será lo que ocurra en Vizcaya.

Ángel Espínola. La afición bética abarrotaba las gradas del Helmántico cuando sonó el pitido inicial. Quizás fueran los gritos de los béticos hasta la muerte los que ayudaron a que el equipo visitante saltara al terreno de juego muy enchufado. El Betis apenas tardó cinco minutos en hacerse con el control del partido y comenzar su carrusel de ocasiones.

A los diez minutos, una doble ocasión de cabeza, primero de Nacho y después de Arzu, estuvieron a punto de subir el primer tanto en el marcador. El Betis hilaba muy fino, con Capi liderando la línea de batalla verdiblanca. Se notaba la tensión en el verde, lo que causó varias entradas subidas de tono de Arzu y Nacho, pero eso no frenó el ritmo del esférico.

Mediado el primer periodo, el Salamanca tomó las riendas del partido y comenzó a luchar por el punto que necesitaba para la salvación. Totti y Álvaro Jurado estuvieron cerca de la diana en varias ocasiones pero, por lo general, Goitia vivía un partido agradable.

Con esta dinámica se llegó al descanso. Sergio García y Pavone intentaron desequilibrar el marcador sin mucho acierto, mientras que el Salamanca comenzó a forzar córners que evidenciaban las dificultades de Goitia en el juego por alto. El gol finalmente no llegó, y los dos equipos se fueron al descanso  con ganas de más fútbol.

La segunda parte comenzaba con el dato favorable de que el Hércules, máximo rival del Betis en la lucha por el ascenso, iba perdiendo. Sin embargo, el Betis hizo oídos sordos y salió con las mismas imprecisiones con las que había finalizado el primer embate. Sólo la salida de Jonathan Pereira le dio un plus al ataque.

La defensa, no obstante, hizo aguas en el minuto 13. Y tras un desbarajuste atrás Fernando Vega acabaría empujando un balón en propia puerta para adelantar a los salmantinos. La jugada fue muy desafortunada y el ánimo de los jugadores béticos (que no el de la afición) cayó aún más.

Al Betis le costó recomponerse, pero poco a poco logró llegar a puerta con más pena que gloria. La salida de Odonkor, último recurso de Víctor Fernández, cambió sin embargo el tono del partido. En su primera jugada el alemán se fue por la banda derecha y coló el esférico entre las piernas del portero local. Era el empate y las gradas del estadio vibraban de euforia.

Felicidad ficticia, porque lo de Odonkor, aunque fuera un revulsivo necesario, sólo supuso una jugada aislada en un vacío ofensivo que llegaría en los siguientes minutos. El partido fue muriendo así con un Betis fundido por el alto ritmo de todo el encuentro y porque los delanteros eran incapaces de lograr el gol que certificaría la machada.

Así las cosas, el pitido final llegó con el empate a uno y la cabeza de miles de béticos volvió a quedar gacha una vez más. Ahora el Betis tendrá que finalizar la temporada tal y como la comenzó, sufriendo. Pues ya no depende de sí mismo para ascender (el Hércules ganó el golaverage) y la victoria la semana que viene ante el Levante es obligatoria y quizás insuficiente.

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