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Dos faltas mal defendidas penalizaron a un Sevilla que en la segunda mitad lo intentó de todas las maneras pero no encontró premio, pese a merecerlo con creces.

La espléndida racha del Sevilla como local tuvo su punto y final ante la Real Sociedad en un partido que se torció en la primera jugada. La espesura del Sevilla en el primer tiempo pesó demasiado en un segundo acto donde el conjunto nervionense hizo méritos para sacar como mínimo el empate, si bien no se estuvo fino en el remate y es ahí donde indudablemente estuvo la clave de la derrota.

Nada halagüeño parecía deparar un partido que comenzaba tan cuesta arriba. Prácticamente nada más saltar al terreno de juego la Real Sociedad atizó a los locales, con una jugada de estrategia de libro que culminó Markel Bergara, con el Sevilla casi sin enterarse. No se podía comenzar peor, o sí, porque el Sevilla, muy tocado por el súbito aguijonazo inicial, no se encontraba asi mismo y acusaba en exceso la presión que la Real hacía en la salida de balón.

Al equipo le costaba hilvanar fútbol, entrecortado en todas sus acciones y sin generar peligro. Pero aún así, estando mal, tuvo la oportunidad de meterse de lleno en el partido, cuando Rami fue derribado por Yuri. Penalti claro que Clos Gómez, pese a estar perfectamente posicionado, no señala. Esa omisión del reglamento encendió los ánimos de las gradas y al calor de la efusividad de la hinchada por fin el Sevilla se impuso al entramado guipuzcoano, acercándose con peligro, sobre todo con un buen desmarque de Gameiro a gran pase de Banega, que Rulli tapó con rapidez.

Cuando parecía que el Sevilla estaba para empatar llegó una nueva jugada a balón parado para la desgracia, que esta vez acabó en gol en propia puerta de Krychowiak. 0-2 y mucho que mejorar para una segunda parte en la que sólo la versión más épica del Sevilla podía darle la vuelta a tan adversa situación.

Y ese Sevilla, con Iborra por Cristóforo en el campo, propio de las grandes citas apareció. Un pronto penalti permitió a Gameiro acortar distancias con toda la segunda parte por delante. El Sevilla creyó en la heroica, sobre todo cuando Markel Bergara se fue a la calle por doble amarilla. N’Zonzi y Konoplyanka salieron desde el banquillo. Las ocasiones cayeron en cascada. Toda la segunda parte, de hecho, transcurrió en campo donostiarra. Pero el acoso no se tradujo en derribo. Ni N’Zonzi de cabeza en el área chica, ni Iborra peinándola donde le gusta, ni Reyes rematando desde dentro del área, ni Vitolo de volea, ni Banega ajustándola desde la frontal, ni Konoplyanka en una acción idéntica al golazo que le hizo al Villarreal ni sobre todo Kevin Gameiro, que tuvo varias claras,  pudieron lograr una igualada que el Sevilla mereció con creces.

No fue la noche, en resumen, de un Sevilla que en la primera parte, noqueado al poco de salir, no tuvo capacidad de reacción y que en la segunda, cuando sí reaccionó, no dispuso de esa pegada que en casa hasta ahora le hacía intratable. Poco más se puede decir de un partido que se fue al garete por dos acciones puntuales mal defendidas, pero en el que el equipo tuvo la entereza para reaccionar y enmendar sus errores, dando la cara hasta el final y generando ocasiones sobradas incluso para llevarse la victoria.

Crónica facilitada por el Sevilla FC