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Victoria inapelable de un firme Sevilla con Éver Banega al volante. El Córdoba plantó el autobús y se quedó sin argumentos tras el 1-0 de Krychowiak, que acabó expulsado. Bacca e Iborra cerraron un resultado que pudo haber acabado en goleada.

El Sevilla volvió a la senda del triunfo de la mejor forma, con un partido contundente, sin concesiones. Cumplió al pie de la letra con el guión que exige la visita de un rival teóricamente inferior, cosa que no siempre es fácil, sobre todo si se pierde la paciencia. El equipo de Unai jugó con la serenidad necesaria para esperar a que se abriera el partido, ante un Córdoba, como se esperaba, muy cerrado. Una vez con el marcador en ventaja, gracias a un cabezazo de Krychowiak al bote de un córner, pisó fuerte y zarandeó a un rival que salvo en una contra en la primera mitad pasó absolutamente inadvertido por el Sánchez PIzjuán.

Metáfora de lo que fue el partido, en los prolegómenos lucía el cielo de Nervión un aspecto nublado, turbio el clima como el horizonte de un Sevilla que llegaba tocado de Getafe. Pero cuando el día avanzaba hacia las seis de la tarde, todo era luz en la atmósfera que cubría el Sánchez PIzjuán y también en el césped, donde el Sevilla goleaba 3-0 y manejaba a placer un choque que sólo tuvo incertidumbre hasta que en el minuto 38 Krychowiak hizo el 1-0. Ahí cedió la defensa numantina del Córdoba, que había levantado una muralla esperando que el Sevilla con el paso de los minutos perdiera los nervios.

Pero no fue así, el Sevilla jugó con mucha cabeza, con Banega de dulce al mando y Reyes en todos sitios, sin perder la compostura y cediendo tan sólo una contra. El gol de Krychowuiak, que se veía venir por el empuje local, cambió el sino del partido. De ahí al descanso el Sevilla fue una ola y Carlos Bacca se subió a la corriente para hacer el 2-0, tras dejárselo a placer Vitolo.

La segunda parte estaba de más, pero el Sevilla la aprovechó para gustarse, sobre todo Banega, que jugaba mucho y bonito y lo intentaba casi todo. El Córdoba se quedó con uno menos por roja directa de Ekong sobre Vitolo. La superioridad se hizo aún más evidente. Deulofeu saltó al campo por Reyes, y por enésima vez en lo que va de temporada, el Sánchez Pizjuán se rindió al utrerano. El catalán tuvo el tercero, pero disparó cuando lo más apropiado era un pase atrás. El partido estaba para una goleada sin atenuantes, pero Krychowiak se fue a la calle también por roja directa y el ímpetu local rebajó las revoluciones. Aún así, Banega tuvo tiempo para ponerle un pase de oro a Iborra, que el valenciano remató con la testa sin contemplación.

El Sevilla necesitaba una victoria rotunda, tanto en lo que a resultado como a imagen respecta, para reencontrarse con su afición y sobre todo con las buenas sensaciones de la primera vuelta. Ésa es la lectura que deja un partido en el que la superioridad del equipo de Unai fue arrebatadora. El Córdoba apenas existió, y eso es mérito de un conjunto que retomó la solidez y la firmeza en su juego, y que además jugó con mucho juicio en un choque donde el nerviosismo era un factor latente que jugaba en contra. Regresó el Sevilla del oficio y la robustez, el de la primera vuelta, el que no compareció en Getafe, el que tiene que aparecer domingo tras domingo para seguir soñando con Europa. Con esta autoridad, este equipo está para casi todo.