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El Sevilla gana, aunque sufriendo en exceso, con un partido convincente y muy fuerte en el aspecto mental, superando varios golpes difíciles de encajar. Iago Aspas hizo el tanto de la victoria con el que rubricó un enorme partido.

El Sevilla, aunque sufriendo más de la cuenta, ganó y gustó, con un partido irrefutable y lleno de argumentos. Jugar y ganar así era la única forma de sacudirse de la decepción copera del pasado jueves. Y lo hizo, además, con mucha entereza desde el plano anímico, que era uno de los aspectos más preocupantes tras la eliminación, porque, de hecho, fue el Espanyol quien pegó primero.

Pero el Sevilla estuvo muy fuerte en la faceta mental, no se derrumbó e incluso a raíz del tanto de Stuani desplegó un fútbol eléctrico y convincente, con el que le dio la vuelta al encuentro e incluso supo sufrir más tarde cuando, después de haber podido golear, el Espanyol empató a dos, retomando de nuevo la iniciativa gracias a un merecidísimo gol de Iago Aspas, sin duda el acento de un partido que reanima al equipo de Nervión.

No era fácil jugar este partido después de caer eliminado en la Copa el pasado jueves, sobre todo porque el que estaba en frente era el verdugo, un coco en la eliminatoria. Más fea se puso la cosa cuando el Espanyol se adelantó después de aprovechar una mala acción defensiva local, que acabó en penalti, todo ello precedido, en la jugada anterior, de una ocasión clarísima de Arribas…

Pero el Sevilla estuvo bravo y no se deshizo, le puso corazón a un choque que había que jugar con sangre y también con cabeza. Banega tomó el mando y Aspas acaparó todo el peligro. El equipo, con muchas rotaciones con respecto al jueves, sacó lo mejor de sí cuando peor pintaba el panorama. Un disparo lejano de Diogo puso las tablas y poco después Vitolo remachó una sensacional acción de Vidal y Aspas que levantaba al respetable. El Sevilla estaba fino, especialmente Aspas, al que solo le faltaba el gol, si bien es cierto que pudo haberlo logrado antes del descanso si Casilla no saca su remate que se colaba a la red con una mano fuera del área, que provocó la expulsión del meta espanyolista. Al descanso, el Sevilla, con uno más y muy superior, parecía tener encarrilado el choque.

En la reanudación, con uno más, el Sevilla continuó haciendo daño, muy suelto, con un juego eléctrico. Aspas e Iborra se estrellaron con la madera. El partido era un gustazo, hasta que a menos de quince minutos del final un disparo desde fuera del área de Víctor Sánchez heló al Sánchez Pizjuán. Varapalo duro, después de haber perdonado tanto, mazazo en toda regla.

Unai reaccionó rápido sacando a Denis y Bacca. El Sevilla sacó los dientes, tal vez con algo de ansiedad porque temía perder un triunfo que tenía en sus manos, pero con mucha determinación. El premio llegó a tres del final, con el equipo volcado, para quien más lo mereció. Bacca enfiló desde la izquierda y con un magnífico servicio dejó solo a Iago Aspas, que con un remate cruzado firmaba el tanto de la victoria. El gallego, que estuvo en todas, rubricaba con ese tanto un sublime partido individual, pero sobre todo un triunfo que devuelve ánimo y credibilidad a toda la plantilla.