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En un partido espeso y tedioso el Sevilla se impuso por la mínima gracias a un lanzamiento de falta de Nico Pareja.

Jugando con uno más durante gran parte del choque, los de Emery sufrieron más de la cuenta ni jugaron bien, pero se apuntaron un triunfo clave para seguir en la zona alta de la tabla

Se suele decir que cuando no se juega bien lo importante es no perder. Si además de eso, se logra la victoria es para irse contento a casa. Por eso la primera de las conclusiones del mal encuentro que ha jugado el Sevilla ante el Celta tiene que ser positiva por los tres puntos sumados, que al fin y al cabo es de lo que se trata.

La imagen no fue buena, sobre todo teniendo en cuenta que se jugó con uno más gran parte del partido, pero también hay que saber valorar un triunfo logrado en una de esas tardes en las que apenas sale nada, sobre todo porque luego hay encuentros en los que se generan muchas más ocasiones, se juega bien, pero no se pasa del empate, como ocurrió por ejemplo ante Levante o Eibar.

Dicho esto, la victoria del Sevilla llegó gracias a una magnífica falta ejecutada por Pareja, a una expulsión por roja directa de Planas, que lógicamente limitó a los vigueses, y a la solidez que demostró un equipo que aunque no esté fino de mediocampo para adelante, siempre luce firmeza.

El Celta, con 10, fue mejor, e incluso llegó a poner contra las cuerdas a los locales, pero el Sevilla aguantó en los peores momentos y sobre todo a raíz de la entrada de Banega y Gameiro logró por fin llevar la inciativa del juego, sobre todo con un gran Reyes que maquilló en cierta medida lo que se había visto durante gran parte del choque.

En el fútbol el debió o el mereció no existe más allá de lo que indica el resultado. Y eso es lo que le vale este domingo al Sevilla. Los tres puntos pesan más que cualquier otra conclusión, pero eso tampoco puede obviar otras lecturas del choque. Porque el equipo no jugó bien y se vio superado por el Celta desde el principio, que se puso de gol hasta en tres ocasiones antes de que Planas fuera expulsado.

El Sevilla no tenía la batuta del choque ni con Mbia sobre el campo ni con Mbia, que se marchó lesionado, fuera de él, ya con Carriço jugando en el mediocentro junto a Krychowiak. El choque estaba feo, al Sevilla se le veía muy gris, poco suelto, nada fresco, tal vez acusando la falta de competencia en las últimas semanas. Pero llegó una jugada clave.

El equipo salía rápido a la contra y Denis fue arrollado por atrás por Planas, que vio la roja directa. Con uno más el Celta reculó casi por inercia y rebasada la media hora de juego un sensacional libre y directo de Nico Pareja puso el 1-0 en el marcador. Con el gol se podía esperar un aumento de revoluciones del Sevilla, pero no llegó y su juego siguió estando demasiado lejos de generar peligro.

En la reanudación el Celta, que veía la falta de fluidez del Sevilla, dio un paso adelante y tuvo unos primeros diez minutos en los que desbordó a los locales. Un remate al travesaño de Santi Mina puso el corazón en un puño a una afición que veía como sufrían los suyos. Pero una vez más, como en otros encuentros a lo largo de este campeonato, el equipo supo aguantar el tirón en su peor momento esperando a que le llegara de nuevo oxígeno.

Y llegó el oxígeno con Banega, que entró por Denis, dando un poco más de control en la zona ancha, y liberó a Reyes para que los locales por fin pudieran dar una réplica a su contrario, hasta entonces muy superior pese a jugar en inferioridad. La salida de Gameiro a veinte minutos del final dio más mordiente aún al Sevilla, que tuvo el segundo en varias ocasiones, sobre todo con un disparo de Reyes a la cruceta.

Pero aún así, pese a que hubo una clara mejoría, el equipo fue incapaz de solventar el choque y tuvo que sufrir hasta el descuento, aunque siempre con mucho oficio para abrochar un resultado que sin duda es lo mejor de una noche de fútbol gris, pero de tres puntos, que es lo que importa. Tres puntos formidables. Tres puntos con sabor europeo.

Crónica facilitada por el Sevilla FC.