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El Barcelona oficializa el fichaje de Rakitic

Nació en Suiza, se nacionalizó croata y conquistó Nervión. Ivan Rakitic abandona la entidad hispalense para convertirse en nuevo jugador del FC Barcelona.

Después de tres temporadas y media, el talentoso centrocampista que llegó procedente del Schalke 04 a cambio de 1,5 millones de euros –muy por debajo de su precio de mercado- deja en las arcas sevillistas alrededor de 20 millones. Una vez más, Monchi y su equipo han sellado un negocio redondo.

Rakitic pasará a la historia del Sevilla como uno de los mejores futbolistas que han vestido su elástica. En su cuenta, más de 30 goles y un sinfín de magistrales asistencias en más de 140 encuentros con el equipo que conquistó su alma.

Fue en la última campaña cuando realmente explotó en la Liga, y cuando se hizo palpable la extraordinaria calidad que atesora en sus botas, tanto asistiendo como anotando. Emery le dio el timón del equipo, y el vestuario la capitanía. Todos depositaron su confianza en un jugador con mucha proyección cuyo hándicap era la irregularidad. Ha sido incluido en el once ideal de la Liga BBVA 2013/14 y nombrado mejor jugador de la final de la Uefa Europa League que el Sevilla conquistó en Turín. Tanto sus actuaciones como sus números causaron que media Europa se rifase al croata.

Habla sevillano a la perfección. El Sevilla, su afición, su estadio, su mujer y, sobre todo, el lugar de nacimiento de su pequeña harán que Rakitic siempre guarde la capital andaluza y el Sevilla FC en su corazón. El rubio de ojos claros y de rostro frío tampoco será olvidado en Nervión. Bastaba con uno de sus pases para cambiar el signo del partido, agitaba como nadie las pulsaciones de la grada cuando se disponía a lanzar un saque de esquina o una falta. Lideraba a un Sevilla que acabó haciendo historia gracias, en gran medida, a su descomunal talento.

La bandera de Croacia ha tenido en las últimas décadas connotaciones muy positivas entre el sevillismo. Aún resuena en el Sánchez Pizjuán aquel mágico sonido que se producía cuando Suker enviaba el esférico al fondo de la portería rival, aquel romántico instante en el que balón buscaba la red para morir en ella. A partir de ahora, ese recuerdo estará fusionado con los pases de Rakitic, con su manera de botar un córner, con su fría pero a la vez traviesa mirada, con la sonrisa que esbozaba al marcar un gol y con aquella Europa League que trajo de su brazo desde Italia. Un capitán diferente, un capitán de Nervión.

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