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El Sevilla afrontaba allá por el mes de julio de 2013 un año de grandes cambios; de quitar cuadros con fondos de color rosa para colocar ventanas que reflejasen la realidad.

Encaraba una temporada de transición, un proyecto joven pero sólido -a tres años- que acabó con un título europeo en las vitrinas y con un notable alto en Liga.

Todo ello dirigido por Unai Emery, un técnico cuestionado en momentos puntuales de la temporada que mantuvo la firmeza necesaria para conservar imperturbables sus ideas, y que ha sabido encajar a la perfección las nuevas piezas de un equipo joven, ambicioso y, sobre todo, unido. Y es que ha sido la unión, por encima de todo, lo que ha llevado a esta plantilla a alzarse por tercera vez en su historia como campeón de la segunda competición continental más importante del planeta, a nivel de clubes, y a estar a punto de clasificarse para la Liga de Campeones, pese a llegar a verse en la última posición de la tabla en el primer tramo de campeonato.

Unión ante la adversidad, una piña ante los grandes retos y un mismo canto de guerra – transmitidos desde la grada-para afrontar las grandes citas como una familia. Pero no solo de la unión vive un equipo, la temporada ha dejado otras claves importantes que merecen ser analizadas:

La estrategia de Emery. Es una de las principales señas de identidad de los equipos entrenados por Emery. Las jugadas a balón parado han dado muchos puntos al Sevilla en esta campaña, siendo uno de los conjuntos más temidos por sus rivales ante estas situaciones. El trabajo del cuerpo técnico, la calidad de lanzadores de la calidad de Rakitic o Reyes y la envergadura de sus rematadores así lo han hecho posible.

El acierto en los fichajes. Que Jesús Navas y Álvaro Negredo iban a marcharse era algo que todos tenían asumido, tras la importante oferta del Manchester City, pero lo que no todos esperaban es que el centro del campo se iba a desbaratar con las salidas de Gary Medel y de Kondogbia, algo a lo que la secretaría técnica reaccionó a la perfección. Lejos de volver a caer en errores pasados, la fuerte inversión económica fue destinada a hombres más contrastados, como Gameiro, mientras que con el resto de entradas se optó por asumir pocos riesgos en jugadores jóvenes y con mucha proyección –casos de Vitolo, Jairo o Cristóforo- o bien en cesiones con opción a compra de jugadores que han aportado mucho a este conjunto, tanto fuera como dentro del terreno de juego. Hablamos de Daniel Carriço –uno de los líderes del vestuario -Mbia -héroe de Mestalla- o Nico Pareja.

El liderazgo de Rakitic. El centrocampista croata ha encontrado el momento más dulce de su carrera en el equipo nervionense. Ha sido, de lejos, la mejor temporada desde que arribó en el Guadalquivir. Desde la pretemporada gozó del apoyo del vestuario, que le entregó la capitanía, y contó con la confianza de su técnico, quien también le dio el timón del equipo.

La calidad que atesora en sus botas y la visión de juego que posee en su cerebro han marcado diferencias, en el Sevilla y en la Liga -de hecho ha sido incluido en el once ideal de la competición-. Ha brillado con luz propia en partidos de máxima exigencia, como en la remontada ante el Oporto o en el partido de Liga frente al Real Madrid. Pero no solo quedó ahí; el croata salió al rescate de los suyos en momentos difíciles, aportando goles, pases y mucho juego. Han sido muchos los partidos en los que el equipo estaba en la deriva (como frente al Almería en casa o en la segunda parte de la ida los dieciseisavos de final de la Europa League ante el Maribor).

Las cifras de los delanteros. Ni los más optimistas pensaban allá por el mes de agosto que olvidarían tan pronto los goles de Álvaro Negredo. La secretaría técnica del equipo andaluz era consciente de la dificultad de encontrar en el mercado a un killer que garantizase 30 goles y cuyo precio no saliese fuera de mercado. Por eso apostó por dos jugadores que contrarrestasen esa carencia con los mismos goles. El de Kevin Gameiro fue el fichaje de más renombre, pero muy pronto el colombiano Carlos Bacca –cuya adaptación al fútbol español se temía- le arrebataría el puesto de nueve a base de esfuerzo y goles.

Tanto el cafetero como el galo han cuajado una temporada extraordinaria, superando la barrera de los 40 goles entre ambos. Si el primero aporta lucha, determinación y roza la perfección en la definición, el segundo es el mejor revulsivo que puede tener Emery para los segundos tiempos, así como un comodín para utilizar en la banda. Un tipo que es capaz de sacrificar su estado físico para llegar a una final y anotar el penalti de la victoria.

La solidez defensiva en el eje de la zaga. Era la gran asignatura pendiente del Sevilla, un lastre desde hacía varios años. Costó, pero en el tramo final de la temporada Emery logró fijar su pareja de centrales ideal: Fazio-Pareja. Los argentinos acabaron la campaña ofreciendo su mejor nivel. Mucha paciencia se tuvo con Fazio, cuyas continuas lesiones y errores puntuales fueron a menudo recriminados por parte de la grada, pero en esta temporada las lesiones le respetaron y ejerció como el verdadero líder de la defensa, un auténtico titán que repelía todos los balones que acechaban por arriba.

La fortaleza de Coke. El director deportivo del Sevilla, Ramón Rodríguez Verdejo “Monchi”, se refería el pasado lunes al madrileño como un jugador que “puede que no te dé un 9, pero cuyo rendimiento nunca baja del 7 o del 8”. El lateral diestro, pese a tener algunos altibajos a inicios de campaña, acabó la temporada con el peto de titular, por delante de Diogo. Además, el ex del Rayo Vallecano se ha convertido –gracias a su carisma- en uno de los pesos pesados del vestuario, y en uno de los jugadores más queridos y aclamados por la afición sevillista.

Sobre el césped derrocha hasta la última gota de sudor, y su entrega, coraje y valentía a la hora de doblar la banda contrarrestan sus carencias defensivas.

Los momentos de Reyes. Otro de los puntos fuertes del técnico vasco del Sevilla es el saber entender y dosificar a sus jugadores. Logró mentalizar a Reyes de la importancia que puede tener su calidad para el bien del equipo. El utrerano es un jugador especial, en todos los sentidos, y en el cuerpo técnico sabían que con mimo y mano izquierda podían recuperar al mejor Reyes, y enchufarle para los momentos importantes; como en los derbis. ‘La perla’ volvió a destacar por encima de sus compañeros ante el eterno rival, y también cuajó grandes actuaciones de manera regular. Ha sido la mejor temporada de Reyes desde su regreso al Sánchez Pizjuán.

La decepción de Marin. Quizás la nota más negativa de la temporada para el Sevilla. Llegó cedido, con la vitola de estrella, e ilusionó a la afición con brillantes actuaciones en pretemporada, pero con el paso del tiempo se apagó. Puede que por los problemas físicos, puede que por falta de motivación. Cuando parecía volver a enchufarse, desaparecía. Es un jugador irregular, capaz de lo mejor y también de lo peor.

Sería injusto cerrar este análisis sin mencionar las divinas apariciones de Beto, o sin reconocer la constancia y el aporte de experiencia de Fernando Navarro cuando Alberto Moreno causó baja, así como tampoco habría que pasar por alto la inseguridad que en algunos instantes causó Javi Varas. También el infortunio del madridista Cheryshev con las lesiones, o el regreso de Piotr Trochowski a los terrenos de juego, a quien se le vio muy falto de chispa.

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