La cabeza de M´Bia, la pierna izquierda de Puerta, la cabeza de Palop, símbolos a los que se unen las prodigiosas manos de Beto y que de nuevo han situado al Sevilla en el olimpo del fútbol europeo por tercera vez en su historia.
Si desde tiempos inmemoriales se ha acuñado el tópico de que las finales son de infarto, no hay partido que lo defina mejor como el que diseñaron en sus cabezas involuntariamente Jorge Jesus, principales responsables de la locura vivida este miércoles en el Juventus Stadium.
Si bien la primera parte entró dentro de los parámetros normales y ambos equipos acusaron el amplio respeto que se profesaban, la segunda, con prórroga incluida pasará a los anales por la cantidad de corazones que entre Sevilla y Turín bombearon a mil por hora, pero qué importaba si el destino estaba escrito y las manos de Beto guardaban un título que se haría esperar mucho, demasiado.
Sorprendió el planteamiento del Sevilla. Se esperaba el control y el dominio de la posesión por parte del Benfica. Sin embargo, el conjunto de Unai Emery ejerció una presión altísima que forzó los errores lisboetas y le permitió dominar ligeramente la posesión. Con acercamientos, pero sin ocasiones claras, el Sevilla dominaba los espacios en tres cuartos con un Rakitic inmenso, al que sólo le faltó poner de gol a sus compañeros. El partido estaba bien encaminado hasta los últimos cinco minutos de la primera mitad cuando el equipo se descompuso y concedió tres ocasiones de gol seguidas con errores flagrantes en la salida de balón que salvarón Beto, Fazio en una acción donde los lisboetas piden penalti, y la mala puntería benfiquista.
Sabiendo el resultado final, podríamos habernos ahorrado la locura y el sufrimiento de la segunda parte y la prórroga, pero ninguna afición como el sevillismo posee la habilidad de agonizar con tanto gusto en el preludio hacia la gloria. Eso fue la segunda mitad, sin control, una definición perfecta del manicomio marcada por los errores groseros en la salida de balón por parte de ambos equipos y con unas maravillosas acciones defensivas, sobre todo en los pies de Luisao y Pareja, excelso y brillante durante todo el encuentro, y el máximo culpable de que el Sevilla se mantuviese vivo en el partido, además de Beto y la falta de determinación benfiquista.
El Sevilla gozó de ocasiones suficientes también para adelantar el marcador. De hecho, fue un curiosamente desaparecido Reyes el que gozó de las ocasiones más claras, pero las defensas y los porteros dominaron el partido. Con sus errores y aciertos, decidieron que los penaltis, para bien o para mal, sabrían mejor.
Y fue para bien, porque tras una prórroga agonizante, con los jugadores pidiendo a gritos el descanso, especialmente un Bacca extenuado, dieron paso a la suerte máxima del fútbol o a la brillantez sevillista que relució como nunca en los penaltis convirtiendo con extremada precisión todos los lanzamientos y dejando en manos de Beto, la tercera Europa League, la que iguala al Sevilla con Juventus, Inter de Milan y Liverpool, tres colosos del planeta, como el más poderoso de la competición.
La competición del sufrimiento, de los héroes, del cansancio, de la agonía. La Europa League o UEFA, para los románticos de Eindhoven y Glasgow es sevillista, precisamente porque dicen que nunca se rinde… Y lo mejor está por venir. El 12 de agosto Cardiff espera en la Supercopa de Europa.
Ficha técnica
Sevilla F.C.: Beto, Coke, Fazio, Pareja, Alberto Moreno, M´Bia, Carriço, Reyes (Marin 77’) (Gameiro 103’), Rakitic, Vitolo (Diogo Figueiras 109’) y Bacca.
S.L. Benfica: Oblak, Maxi Pereira, Luisao, Garay, Siqueira (Cardozo 98’), Amorim, Andre Gomes, Gaitán (Ivan Cavaleiro 118’), Rodrigo, Sulejmani (André Almeida 23’), Lima
Árbitro: Felix Brych, alemán. Amonestó a los sevillistas Fazio, Alberto Moreno y Coke; y a los benfiquistas Siqueira y André Almeida
Penaltis: 0-1 Rodrigo Lima, 1-1 Bacca, 2-1 M´Bia, 3-1 Coke, 3-2 Luisao, 4-2 Gameiro.
Incidencias: 32.110 aficionados en el Juventus Stadium de Turín.
Turín en imágenes
[widgetkit id=40]