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El Sevilla visita al colíder, que sólo ha cedido un empate en su campo en toda la primera vuelta. Es un partido al filo de lo imposible que exigirá la perfección y, sobre todo, una intensidad máxima.

No es que sea difícil es que es, los números lo dicen, prácticamente imposible puntuar en el Vicente Calderón y ante el Atlético de Madrid. El equipo de Diego Pablo Simeone sólo se ha dejado siete puntos por el camino y en su campo únicamente ha cedido un empate, ni más ni menos que ante el Barcelona.

El cuadro no puede ser a priori más desfavorable para el Sevilla este domingo, que sin embargo debe comparecer en la ribera del Manzanares con la intención de plantar cara a un rival que no por ser superior tiene el partido ganado de antemano. La prueba la tienen los nervionenses en las visitas hechas al Camp Nou y al Bernabéu. En el primer campo vendieron carísima su piel e incluso pudieron ganar, mientras que en el segundo apostaron por jugar de poder a poder al Madrid y pese a que acabaron goleados le aguantaron el pulso a los merengues hasta bien entrada la segunda parte. Sobre todo la disposición y actitud del Camp Nou es el camino a seguir si se quiere sacar algo positivo.

En resumidas cuentas, la clave en el Calderón será competir, como mínimo, al nivel del Atlético, que roza lo extremo en cada lance. Compitiendo de esa forma, sólo de esa forma, será posible una machada para la que un Sevilla al alza como el de Unai Emery está más que capacitado, sobre todo teniendo en cuenta la solidez defensiva que ha adquirido el equipo en los últimos meses. Será un choque en el que habrá que resistir el vibrante inicio local y armarse de paciencia, esperando a los colchoneros para atacarles con la que es su mejor arma: la contra. Tener la pelota siempre es bueno, pero si quiere tener éxito el Sevilla debe ante todo ser prudente y no conceder errores en la divisoria, porque ahí los madrileños son letales.

Partido, por tanto, al filo de lo imposible, que sin embargo hay que jugar para ganar y sobre todo para no salir hecho trizas, porque, aunque en el fondo es lo mismo, no lo es caer repleto de jirones que hacerlo dando la cara. Eso es lo que se le exgirá a los de Emery, dar la cara y no tener miedo a un escenario que pese a ser inabordable puede ser tomado si se da un día lúcido y se aguantan las altas revoluciones que marcará el envite.

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