Una vez más, la ‘ouija’, ese mal llamado juego, es el protagonista del suceso que os plasmo hoy. Años 90, en el sevillano barrio de Madre de Dios, un grupo de jóvenes empieza a jugar a la ‘ouija’. Algo muy de moda por aquella época.

Lo que empezó con un hecho aislado debido a la morbosidad de poder hablar con los muertos se convierte casi en una adicción para el grupo de amigos. Muy en especial en un chico al que apodaban ‘el algarrobo’, un chico muy divertido y lleno de vida, aseguran los que lo conocían.

Al tiempo, este chaval comienza a tener unas pesadillas horrorosas, según cuentan hoy en día sus amistades. El chaval se comportaba de manera extraña, errática, llegándose a tener conversaciones bizarras y sin sentido.

La cosa empieza a agravarse cuando comienza a tener visiones y ver sombras de siluetas humanas. Aun así no deja de jugar a la ‘ouija’. Un día, sus amigos, a sabiendas de lo que ‘el algarrobo’ está padeciendo, deciden dejar de jugar a la ‘ouija’ suponiendo que esto es el origen de los males de su amigo. Pero esto no hace retroceder al chico y él mismo juega a la ‘ouija’ él solo. En su ya perpetua soledad, poco a poco caía en el abismo que este mal llamado juego lo estaba llevando.

Un día, ya harto de ver visiones espantosas, le coge una pistola a su padre y, en medio de un ataque de pánico, comienza a apuntar a muchos sitios, como si estuviese rodeado, hasta que dirigió la pistola a su cabeza y apretó el gatillo, muriendo en el acto.

Es un caso más de los muchos que existen por la geografía española sobre muertes causadas por la ‘ouija’, independientemente de que fuese una causa paranormal o psiquiátrica. Lo cierto es que la maldita ‘ouija’ ya se ha llevado en este país innumerables vidas de adolescentes que llevados por un brote psicótico han matado o bien se han intentado suicidar, consiguiéndolo en muchas ocasiones, como en este caso.