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Hoy te vamos a celebrar, maestro Paco Montero, en unión de muchos que te apreciaron y de otros que, conociendo tu figura, no quieren dejar de sumarse a las celebraciones del año jubilar de tu nacimiento.

Hoy la Fundación que lleva tu nombre, humildemente y sin más pretensiones que el cumplimiento de los fines que le dejaste establecidos en su constitución, va a honrar tu memoria y va a presentar dos nuevos volúmenes en los que condensar tu obra extensa y diversa, en la que todo cupo y de la que supiste sacar, con extremada gracia, todo lo que sentías y querías que sintiéramos los demás.

Aún no hemos conseguido que todos, sin discusión, cuando te nombren o lean tu obra, piensen que están frente a las palabras de uno de los grandes de la literatura religiosa y regional andaluza de todos los tiempos. De esos nombres ante los que tú te quitabas el sombrero. Debe ser esa mirada tuya, bonachona, conversadora y poco desafiante la que te aleja de discusiones y, sabiendo algunos lo que fuiste y lo que serás, poco nos importa quien no quiera detenerse en conocerte.

Naciste en San Fernando, en la tierra de Antonio Campos, y de allí, peregrino ya desde el primer instante de tu nacimiento, recorriste toda Andalucía, primero, y luego toda España, y luego fuiste allí donde te llamaba la obligación, donde te urgían las letras, los nombramientos y las encomiendas diversas que recibiste. Contigo la familia, tu mujer, tus hijos y a lo largo del tiempo, todos aquellos que te impulsaron a seguir, cada día, en las Moreras, en el Porvenir, en Sevilla, en Alcalá, en Jerez, en Madrid, en Teruel y en tantas otras ciudades machacando esa máquina de escribir y devorando una biblioteca de la que sacabas todo el jugo del conocimiento.

Nos vemos esta tarde, maestro. Nos oímos, nos escuchamos, charlamos amablemente. Hay mucho que recordar, aunque no lo hayamos vivido corporalmente juntos. Pero hay una conexión espiritual especial, que se mantiene y no se agota, y no se pervierte bajo ningún concepto por cuestiones laborales ajenas a nosotros. Nos vemos esta tarde, maestro, en ese acto que forma parte de la rabiosa actualidad hispalense, que no es muy dada a homenajes a sevillanos que no nacieron aquí…ni a los que aquí nacieron. Pero esta tarde, Sevilla te lo brinda, en esa forma de agradecer tanto desvelo que configura la entrega de un Premio que reconoce la valía de jóvenes escritores y maduros poetas e investigadores de las letras y la historia.

Esto también es Sevilla Actualidad, actualidad de la enjundiosa, de la que el mundo de la cultura ofrece en voces como las que hoy se congregarán allí: Lutgardo García Díaz, José María Rubio Rubio, Antonio Murciano y tantos otros. Voces del verso andaluz, bien escrito y bien plantado, que nos han regalado durante años sus voces y sus poemas y hoy se reúnen para honrar la memoria de Francisco Montero Galvache. Será a las 20:30 horas en la Fundación Cruzcampo, en la que Julio Cuesta tiene sillón de honor con letra mayúscula y donde se ofrece el rubio dispendio de un sabor que refresca la memoria y el corazón de los que allí, unidos por una causa o un sentimiento, se congregan.

A la rueda los que, como Francisco Montero Galvache, más allá de ideologías y de diferencias, supieron llenar con sus voces los silencios de una España herida y sonriente al mismo tiempo con sus palabras de arte y sabiduría. A la rueda los que, todavía, no saben reconocer la valía de artistas y escritores como él, y le hacen un sepulcro en su memoria. Aquí estamos para desenterrarlo a paladas de recuerdos y emoción. Aquí está la memoria viva del cantor de María, del Pregonero de España.

Sevillano habilitado por nacimiento, ciudadano del mundo y hombre de pueblo de vocación. Licenciado en Historia del Arte que le pegó un pellizco a la gustosa masa de la antropología, y que acabó siendo...