francis-segura-5-4-17

Sí. Mi titular se carga todas las normas básicas del periodismo. Eso de un número solo, sin aportar mayor información, llama en vano la atención de un lector que asiste impávido a la sorpresa de que no son 33.000 los que se ha llevado nadie de una caja pública, ni son 33.000 los nuevos empleos indefinidos que de repente han creado las administraciones para beneficiar a los que más lo necesitan.

Pero bueno. Son un 33.000 que se parecen bastante a los 144.000 que vio San Juan en el Evangelio que habían conocido la trasmutación de este mundo cruel y vacuo en verdadera visión de lo inefable celeste junto a Dios. La catolicidad asoma por los poros cuando faltan horas para que empiece la Semana Santa, pero (fíjense ustedes lo que son las cosas) en ese lodazal (si llueve), en ese descampado (si hace sol) que vamos a atestar de coches, especialmente si bajamos de Huelva o del Aljarafe, ahí, al ladito de la Torre Pelli, dándole cimiento y estabilidad, el CaixaForum estará celebrando que ya ha pasado de esos 33.000 primeros visitantes que, mil veces la edad de Cristo, han pasado por allí y han leído un catalán evangelio en las pinturas de Anglada Camarassa.

33.000 y subiendo. Gran parte de ellos apuraron la curiosidad y la novelería sevillana y turista los primeros quince días. Y ojalá la media no siga bajando, porque en nada beneficiaría que no fuéramos capaces de mantener viva la atención sobre ese regalo que nos han hecho los catalanes para que, fundiéndolo en el crisol de nuestra andaluza forma de saber y de aprender lo convirtamos en una herramienta útil.

Perdonadme que sea cruel, pero tiene cafetería y eso nos gusta. Porque allí donde mira uno, allí donde ve un local vacío, sigue mirando y encuentra neveras, y mesas y sillas y es porque se está montando un bar. El CaixaForum también tiene tirador de cerveza, y eso sí que es cultura de la nuestra. CaixaForum tiene dos salas de exposiciones, en las que van a ir rotando importantes muestras de arte plástico y fotografía, y todo aquellos que sepamos vender bien y de una forma propia del lugar donde nos encontramos.

Por mucho que nos pueda apetecer, vamos a intentar no convertir el CaixaForum en un CaixaTipismo, porque no nos va a pegar nada. No queramos que acoja (solamente) piezas procesionales y carteles de Feria y Semana Santa, que esos elementos tan valiosos por su historia y funcionalidad tienen lugares donde lucir con luz propia. CaixaForum quiere tener mucho que enseñarnos, pero también nos exige una gran creatividad, una apuesta por el riesgo y la innovación, y hay muchas mentes pensantes que serán capaces de dotar este espacio de lo que nos está demandando ya.

CaixaForum es como la raíz, el tronco del que sale esa caña de bambú tan sorprendente que es la Torre Pelli, la Torre Sevilla, el pintalabios del sevillian skyline y todas esas cosas tan monas que nos hemos ido inventando para describirla. Porque la TorrePelli, con el tiempo, saldrá en los pregones y la cantaremos como giganta del Cachorro que crece como la muerte en el interior de su pecho gitano. Y entonces ya nos nos acordaremos de los despellejes, y ella se sentirá sevillana Eiffel que pasó de la incomprensión al símbolo parisino.

Con el trabajito que nos ha costado tener un CaixaForum, vamos a cuidarlo. Con las ganas que teníamos de verlo en las Atarazanas, perdiendo ese edificio histórico para otros usos, vamos a cuidarlo, a fomentarlo, a visitarlo con los niños de los coles y los institutos, enseñándoles que esa cultura, ese saber, esa visión de la vida desde el balcón de la estética puede triunfar y que, como San Juan en los pasos digamos “quien lo vio es el que da testimonio”. A la rueda los que no lo quieran comprender, y sigan tirando piedras a la torrePelli y su entorno. Las piedras se quedarán como las que rodean la muralla de Cádiz, cascotes abandonados a su suerte. A la rueda, con gratitud los que han hecho posible, que Sevilla tenga entre sus números ese satisfactorio 33.000.

Sevillano habilitado por nacimiento, ciudadano del mundo y hombre de pueblo de vocación. Licenciado en Historia del Arte que le pegó un pellizco a la gustosa masa de la antropología, y que acabó siendo...