Aunque normalmente los jóvenes que viven en aldeas y pueblos de provincias andaluzas acuden a las capitales para continuar sus estudios en la universidad. Sin embargo, parece que esta tendencia se invierte en edades más adultas, en perfiles que buscan mejorar calidad de vida y bienestar en lugares apartados del ritmo frenético de las grandes urbes.  Os contamos algunos los casos reales en Andalucía que refleja el informe “Neorrurales en Andalucía: 52 experiencias, 52 comarcas”, editado por la Asociación para el Desarrollo Rural de Andalucía (ARA).

Naturaleza y emprendimiento se dan la mano en Sevilla

En este recorrido por los neorrurales de Andalucía hacemos nuestra primera parada en Sevilla, donde algunas de las personas dejaron la ciudad atrás en busca de un ambiente más relajado en lugares apartados y con menor densidad de población. En el informe informe de ARA, en relación a las cifras de Sevilla, se aprecia que de entre las 9 personas de las 8 empresas de la provincia consultadas, un 55,56% tenían su origen en ciudades españolas fuera de Andalucía, un 33,33% en países de la Unión Europea y solo un 11,1% eran personas de provincias andaluzas. Según el informe, los principales sectores a los que se dedican las personas que han participado en el estudio son el turismo y profesiones dedicadas a la naturaleza, especialmente relacionadas con el cuidado de animales. Por su parte, el número de mujeres y hombres es muy similar, siendo el número total de empresarios un 44,44% y el de mujeres un 55,56%. En este grupo de mentes inquietas encontramos pobladores rurales como Antonio Ibáñez, propietario y director de la Reserva Natural El Castillo de las Guardas. Hace 12 años dejó su empresa en Elche y se trasladó a la localidad sevillana para mejorar su calidad de vida y emprender un nuevo negocio. Antonio dice tener algunas dificultades al vivir y trabajar en un entorno rural, principalmente en cuestiones de comunicación ya que solo disponen de “teléfonos por trac (línea rural) y por este sistema no podemos tener acceso a internet”. Elena Jaramillo Méndez llegó desde Madrid para asentarse en Cantillana, donde, tras su paso por una empresa hortofrutícola y por la Agencia IDEA, ejerce como técnico del Grupo de Desarrollo Rural y Gerente del Pln ITS de la Vega del Guadalquivir. “Vivir en Cantillana me dio la oportunidad de trabajar en lo que siempre había deseado: en Desarrollo Económico”. María Jurado, dejó Barcelona para trasladarse a Carmona y desarrollar su profesión de ceramista, actualmente es secretaria de la Federación Artesanal de Sevilla. Sobre las dificultades de trabajar en el medio rural en su profesión dice que resulta complicado contactar con proveedores y distribuidores de productos desde la distancia.  Asegura que en Carmona “debería mejorar el transporte público y la accesibilidad a internet y a la telefonía”, aunque reconoce que  ha ganado en calidad de vida y que reconoce tener sensación de “un mayor espacio vital”. Juan Ignacio Martínez es otro emprendedor enamorado de la naturaleza, que tiene en Los Palacios su empresa de veterinaria Ecosalud, especializada en el cuidado y tratamiento de los caballos. Aficionado al deporte y las actividades al aire libre, Juan Ignacio encontró en el medio rural todo lo que necesitaba cuando decidió dejar Madrid hace 18 años. Afirma no arrepentirse de su decisión de vivir en el medio rural, aunque echa de menos las oportunidades de formación de las ciudades pero considera que “cada vez las barreras son menores, por el desarrollo de las comunicaciones”.

Tecnología del futuro para llevar los beneficios de las ciudades al ámbito rural

Los perfiles neorrurales están cada vez más a la orden del día, no solo en Andalucía. La importancia de este sector y sus necesidades ha atraído el interés de personas que buscan soluciones a las limitaciones relacionadas con la oferta de comercios o actividad social en entornos rurales. Incluso TED Talks, en la conferencia del español Julio Gil, trata este tema y plantea soluciones a tres problemas que se encuentran las personas que viven fuera de las ciudades: la falta de oportunidades profesionales, la falta de acceso a servicios y comercios o la falta de una vida social más activa.

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