El responsable de la chatarrería imputado por la muerte de tres miembros de una misma familia de Alcalá de Guadaíra no sabía que la tonelada de botes de fosfuro de aluminio que compró a una empresa de gestión de residuos tenía elementos tóxicos.

Es lo que ha mantenido en su declaración ante la juez que instruye el caso por el trágico suceso del 14 de diciembre de 2014. Tres miembros de una misma familia fallecieron tras intoxicarse con fosfina desprendida de los tapones de los botes que recopilaban.

En su declaración, que ha comenzado esta mañana a las 10:30 horas, el imputado ha asegurado que desconocía que los botes estuvieran contaminados. “Pensaba que los envases eran de aluminio”, ha dicho ante la juez.

Este lunes también estaba previsto que compareciera la encargada de la empresa de gestión de residuos peligrosos, una comparecencia que ha sido aplazada sin fecha ante el recurso de su defensa ante la Audiencia Provincial de Sevilla.

Ambos están imputados por un presunto delito contra el medio ambiente en concurso con tres delitos de homicidio imprudente y ha imputado a dos empresas –en este caso, personas jurídicas- y a dos trabajadores de estas mismas empresas. La juez que instruye el caso considera que “pudo existir delito en el tratamiento de los tapones plaguicidas que causaron la muerte” de dos adultos –un matrimonio- y una de sus hijas.

Como ya informó Sevilla Actualidad, los imputados son los responsables de una empresa de gestión de residuos y de una chatarrería a los que se les acusa de homicidio imprudente por no destruir los tapones que provocaron la reacción letal en la familia de Enrique Caño, su mujer y su hija de 14 años.

Más de mil tapones

Cabe recordarse que la Policía Nacional halló más de mil tapones de plástico almacenados en una bañera del domicilio. Estos desechos tenían que haber sido destruidos por la empresa de gestión de basuras de Dos Hermanas, sin embargo, según estas informaciones, la Policía cree que en vez de encargarse de la destrucción de los tapones -o de contratar a otra empresa autorizada para ello, como hicieron en otras ocasiones-, los responsables de esta planta de reciclaje se los habrían entregado a una chatarrería de Dos Hermanas.

Los chatarreros habrían incluso pagado un dinero a cambio de los tapones, asegurando a la primera empresa que se encargarían de la eliminación de los mismos con garantías. Todos los tapones llevaban una etiqueta que alertaba de la peligrosidad de las sustancias que contenían los envases.

La investigación policial habría determinado que en la chatarrería se les retiraron estas etiquetas y no se destruyeron los tapones, sino que con ellos se pagaba a personas que iban a vender chatarra. Una de estas personas que recibió los tapones en pago a cambio de mercancía podría haber sido Enrique Caño, el cabeza de familia, que se encontraba en paro y trataba de obtener unos ingresos extras revendiendo luego estas piezas de plástico. Esto explicaría la elevada cantidad de unidades encontradas.

Una reacción letal

El Instituto Nacional de Toxicología, en un informe que entregó al Juzgado nº2 de Alcalá, concluyó que la triple muerte de los miembros de una familia de Alcalá de Guadaíra el pasado 14 de diciembre se produjo de manera accidental debido al fosfuro de aluminio, un plaguicida que en contacto con el agua o la humedad se convierte en un gas mortal llamado fosfina.

La familia almacenaba en una bañera tapones de envase de un plaguicida en el que se encontraba el fosfuro de aluminio y que al contacto con el agua se convirtió en fosfina, gas que finalmente acabaría con la vida de tres miembros de la familia.

La fosfina provocó un fallo multiorgánico y, por la sintomatología y rápido fallecimiento, los investigadores descartaron la toxiinfección alimentaria. Los fallecidos son Enrique Caño, de 61 años, su esposa Concepción Bautista, de 50, y su hija de 14 años. La menor de las hijas de 13 años sobrevivió y todo apunta a que aquella noche cenó fuera de casa y al regresar ya habría desaparecido los efectos mortales de la fosfina.

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