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Tras años de mayoría absoluta el PSOE de Alcalá pierde el poder. La ciudad se enfrenta por segunda vez con Limones como alcalde, a un gobierno en minoría. Tras 14 años de absoluta deberá cambiar el rumbo para sacar adelante acuerdos con el consenso de los trece ediles de la oposición.

Dice el refrán que tanto va el cántaro a la fuente, que al final se acaba rompiendo. Y algo así le ha pasado al alcalde de Alcalá de Guadaíra, Antonio Gutiérrez Limones, quien ha perdido la mayoría absoluta otorgada por los ciudadanos y la ley electoral desde 1999. Precisamente ha sido por la baja de una concejala socialista, Laura Ballesteros, que tras intentar abrirles los ojos, se rinde ante el convencimiento de lo que cree imposible: reconducir a Limones desde el PSOE.

Se ha quedado sin mayoría, pese a que por unos cuantos votos -y ayudado por la ley D’hondt– la sostuvo en 2011. Entonces recibió un duro varapalo electoral pasando de 18 a trece concejales. Desde entonces se ha recrudecido la crisis ante la ausencia de medidas efectivas que vengan a frenar la auténtica sangría social y laboral de una ciudad que ha visto perder buena parte de la industria de la que hacía gala y que va camino de los 13.000 parados.

Ahora, la concejala que hace un mes le daba un ultimátum, ha cumplido su advertencia y se ha marchado. Se ha ido del PSOE. Y del grupo socialista. Pero no del Pleno. Desde ahora actúa como no adscrita. Es decir, podrá votar lo que considere sin disciplina de grupo. Eso sí, no tendrá los recursos que la ley otorga a los grupos políticos y tampoco podrá ser decidiva en una hipotética moción de censura, descartada de plano por todos los grupos de la oposición y por la propia edil.

Laura Ballesteros, de 36 años, llevaba 18 militando en el socialismo alcalareño. De ellos, los últimos 14 ha sido concejal socialista en el Consistorio, y con una fuerte responsabilidad política. Tanto es así que la que llegase en 1999 a una nueva delegación –de Patrimonio- recién creada, ascendió poco a poco haciéndose cargo de Hacienda y hasta de la Portavocía del gobierno. Fue número dos de la candidatura del PSOE en 2007. Después con la misma velocidad, empezó a perder peso en el gobierno local. Hasta acabar donde empezó, de vuelta en Patrimonio.

Tras producirse movimientos y presiones a distintos niveles del PSOE en Alcalá y Sevilla, la que fuese vista en otros momentos como posible sucesora de Limones, se pasa a la bancada de la oposición, más apretada ahora que la del gobierno.

Ballesteros apunta que apoyará propuestas encaminadas a la participación, la transparencia y la fiscalización del ayuntamiento en general, y de las empresas y sociedades públicas en particular. A priori, puntos plenamente coincidentes con lo que vienen demandando los otros tres grupos de la oposición en los últimos años. Con la moción de censura descartada, es más que probable que sea Antonio Gutiérrez Limones, quien se enfrente desde ahora a demostrar si tiene la suficiente cintura política para culminar el mandato.

La oposición, por su parte, está conformada por tres grupos políticos que han visto como este mandato se han recortado notablemente los recursos de que disponen para trabajar, hasta tal punto que se suprimió la liberación de sus tres portavoces. Tan sólo la portavoz del PP tiene dedicación exclusiva a la política por su acta de diputada provincial.

El resto de portavoces, y la ahora edil no adscrita a grupo, compaginan sus tareas políticas con sus trabajos o la búsqueda de empleo. No es baladí el contexto porque precisamente eso, y la falta de participación de los vecinos, ha empujado a los tres grupos a pedir cada mes en el pleno, desde 2011, el traslado de las sesiones al horario de tarde.

Finalmente, en el último pleno, los tres grupos de oposición, con el rechazo del PSOE, consiguieron sacar adelante sus mociones, entre las que estaban, una bajada del IBI y el cambio de los plenos a las tardes. Aunque el espectáculo en el que quedó convertido el último pleno en el Ayuntamiento alcalareño, debe servir para reflexionar y ofrecer altura de miras en unos momentos de crisis como los actuales, donde la actitud de ‘orden y mando’ debe dar paso a una mayor pluralidad y representación, en consonancia con las demandas que se realizan desde la sociedad.

De este modo, en el nuevo escenario abierto en Alcalá, la oposición cobra un papel protagonista. El grupo mayoritario son los nueve concejales del Partido Popular (PP), que ha tocado su techo desde que en 1995 lograsen seis ediles. El Partido Andalucista (PA) cuenta con dos actas, y quedó a un centenar de votos de la tercera, lo que hubiera supuesto la pérdida de mayoría absoluta para el PSOE. Izquierda Unida (IU) completa el pleno con su único edil. Los tres grupos de la oposición sumaron, en 2011, 14.237 votos, más apoyos que el PSOE de Gutiérrez Limones (13.068 votos), pero el reparto de la ley D’Hondt equilibró la balanza para el lado socialista, afianzando uno de los gobiernos locales más importantes de los que el PSOE mantiene en Andalucía.

La gobernabilidad pasa por el diálogo

Pero por encima de todo, y pese a las grandes diferencias que tras años de rodillo socialista separan a gobierno y oposición, queda la gobernabilidad de Alcalá, ahora a merced del diálogo y las cesiones del gobierno, si quiere sacar adelante sus medidas. Pero no es fácil el diálogo y, mucho menos el acuerdo, para un grupo que ostenta la mayoría absoluta desde 1999. Falta práctica y cultura de acuerdos. Y es que en Alcalá sólo han existido dos gobiernos de coalición en toda la democracia.

Del primero pocos se acuerdan ya. Tuvo lugar tras las primeras elecciones democráticas de abril de 1979. Entonces el gobierno fue encabezado por Félix Juan Montero Gómez, del PSOE, que gracias a la coalición que en toda Andalucía realizó junto al PCE y el PSA, dirigió la ciudad. Los andalucistas abandonarían poco después el gobierno al dimitir Montero por una crisis socialista, dando paso a su compañero de partido, Manuel Hermosín.

Tras años de gobierno, Hermosín acabó su trayectoria política en 1994. Fue condenado, junto a tres concejales más del PSOE, a siete años de inhabilitación para ejercer cargo público por su implicación en la ‘trama Fridex’ del ‘Caso Guerra’. Aquello llegó hasta el Tribunal Supremo, que acabó ratificando la sentencia. La situación dejó al PSOE de Alcalá herido. El 30 de junio de 1994 fue elegida alcaldesa la concejala del PSOE, Guillermina Navarro, que llevaba seis años como delegada municipal de Educación.   

Tras aquello, el PSOE de Alcalá presentó una lista en 1995 que por primera vez la encabezaba Antonio Gutiérrez Limones, procedente de UGT. Por entonces se mostraba despreocupado “del conocimiento que puedan tener los alcalareños de mi persona” según recoge el diario ABC de la época.

Entonces las urnas dejaron al PSOE con el suelo de concejales de Limones hasta la fecha: once. Faltaban dos para la mayoría absoluta, y comenzó gobernando en minoría. Un año después, en agosto de 1996 acabó pactando con los tres concejales del PA. Desde entonces Limones sumó sucesivas mayorías absolutas con 15 actas en 1999, 17 en 2003 y 18, su techo, en 2007.

Ahora, tras 14 años de absoluta de Limones, se repite la historia y el también senador, vuelve al mismo escenario que a su llegada a la Alcaldía. La tendencia de caída del PSOE juega en su contra. El duro ambiente social de la ciudad, sumida en una importante crisis socioeconómica, tampoco se lo pondrá fácil.

Un elemento fundamental en la escena es su gobierno, sin práctica en la búsqueda de acuerdos ni diálogo, y sin relevos a la vista y absolutamente ensombrecido por el liderazgo personal del alcalde. A diferencia del 94, ahora no encontrará compañeros de viaje, por lo que serán sus propias actitudes y capacidades las que decidirán su futuro político en Alcalá y en el PSOE.

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Licenciado en Periodismo y Máster en Sociedad, Administración y Política, puso en marcha el 'Proyecto Deguadaíra', germen de Sevilla Actualidad. Ha pasado por El Correo de Andalucía, Radio Sevilla-Cadena...