Racimos de seis kilos de uvas y sandías de casi 40 kilos se han dado cita un año más en Los Palacios y Villafranca, que ha vuelto a celebrar su tradicional concurso de uvas y sandía en honor a su patrona: la Virgen de las Nieves.
Las fiestas patronales en honor a la Virgen de las Nieves -alcaldesa de la Villa honoraria y perpetua- comenzó anoche con el tradicional concurso de uvas y sandias. La verbena organizada por la Hermandad Sacramental, Purísima Concepción y Nuestra Señora de las Nieves, se prolongará hasta el martes 5 de agosto festividad de la Patrona, quien saldrá en procesión por las calles de la feligresía una vez terminada la misa de costaleros sobre las nueve de la noche.
Este año se ha cambiado la ubicación de la verbena de la Plaza de España a la explanada de la calle Aurora junto a la capilla del mismo nombre. Allí como viene siendo habitual el Ayuntamiento reconocía públicamente la trayectoria de un gremio de la localidad, así anoche fueron homenajeados los fotógrafos locales por su dedicación al mundo del retrato y la fotografía durante más de cincuenta años, Francisco Estévez Laínez y la familia Lemos quien ya va por la quinta generación de fotógrafos,
Posteriormente tuvo lugar los tradicionales concursos de Uva Layren, Uva Emparrada, Sandía Negra y Sandía Rayada. Los ganadores fueron, Sebastián Gómez Falcón en la categoría de Uva Layren con un racimo que pesó 6 kg con 60 gramos, el mismo agricultor Sebastián Gómez se alzó con el primer premio de uva Emparrada con un racimo que alcanzó los 6 kg con 235 gramos.
En la categoría de Sandía Negra el agricultor Francisco Pérez Gavira presentó un ejemplar que pesó 36 kg y en la categoría de Sandias Rayadas el ganador fue Enrique Molina Villarín con un ejemplar de 39 kg. Cabe destacar que en las bases del concurso se establece que todos los productos presentados serían inspeccionados en el campo antes de ser cortados de la mata, para lo cual un técnico de la Delegación de Agricultura habría visitado los ejemplares presentados. Fuera de concurso Enrique Molina llevó una gigantesca calabaza que pesaba más de 46 kg.