La Junta de Gobierno de la Hermandad del Gran Poder de Los Palacios y Villafranca ha acordado nombrar al arquitecto palaciego Manuel Rosa Sánchez como “Arquitecto Conservador de la Capilla de Ntra. Sra. de la Aurora”. Este templo, es propiedad del Arzobispado de Sevilla, aunque es la citada corporación religiosa la encargada de velar por su mantenimiento y cuidado, de ahí la decisión adoptada por el Cabildo de Oficiales el pasado 11 de junio del corriente.

Fernando J. Romero. El arquitecto de Los Palacios y Villafranca, Manuel Rosa será el encargado por decisión de la Junta de Gobierno de la Hermandad del Gran Poder, este otras cosas, de supervisar todos los trabajos que se lleven a cabo en la Capilla de Ntra. Sra. de la Aurora.

La mayor atención será para la próxima restauración de la techumbre de dicho templo, en muy mal estado por la acción de los diferentes agentes climatológicos, xilófagos y el paso del tiempo.

Además, velará por el mantenimiento, cuidado y conservación de su tradicional estructura, pues no hay que olvidar que estamos hablando de una capilla del siglo XVIII y, sin duda alguna, la de mayor riqueza de cuantas existen en la localidad por sus diferentes elementos ornamentales, como su cúpula sin tambor y las ricas yeserías que la decoran.
 
Cabe recordar que este arquitecto palaciego ha sido también el encargado de la redacción del proyecto para la anteriormente mencionada restauración de la techumbre de la Capilla de la Aurora, para lo cual ha tenido que realizar un minucioso estudio historiográfico del citado templo, al tiempo que ha levantado unos planos que hasta la fecha no existían.

Datos históricos 

La Capilla de Nuestra Señora de la Aurora fue erigida a inicios del siglo XVIII a devoción de una corporación rosariana que practicaba el rezo callejero del Santo Rosario. Las obras de dicha capillita se iniciaron en el año 1710, tomando de inmediato gran pujanza y popularidad el rezo callejero del Santo Rosario, tras las misiones practicadas en Los Palacios por los padres Franciscanos del Convento de San Antonio de Arcos de la Frontera.
 
Al frente de dicha Hermandad rosariana destacó Salvador Díaz Cano, quien con otros vecinos, hasta un total de doce, elevaron escrito al Vicario General del Arzobispado solicitando la licencia oportuna para la construcción de dicha capilla y erección canónica de la congregación.
 
La capilla que comenzaron a labrar la dedicaron a la advocación de la Virgen de la Aurora, levantada a sus expensas en el ensanche que existía en la calle Real de Los Palacios, para lo que dicen haber conseguido ya el beneficio de las Justicias de la villa y haber comparecido para ello ante el Prior de las Ermitas, de quien tenían licencia para labrarla y colocar en ella, una vez finalizasen las obras, la Santa Imagen de Nuestra Señora de la Aurora.
 
Conseguida la correspondiente autorización, comenzó el incipiente colectivo la construcción de la capilla, la cual duró varios años, siendo sus gastos sufragados con numerosas limosnas demandadas entre el vecindario de la población y con el trabajo personal de algunos fieles que lo hicieron de forma gratuita.
 
Además, el Duque de Arcos como señor de la Villa de Los Palacios, también contribuyó económicamente en la construcción de dicho templo.
 
Para ayudar a sufragar los gastos de estas obras se llegó a organizar incluso una corrida de toros. Según consta en una certificación de justificación de cuentas presentada ante el Provisor General del Arzobispado en el año 1725, los beneficios obtenidos por la fiesta de toros ascendieron a 10.552 reales.
 
En 1722, aún sin concluir las obras de la capilla, se estableció en ella ya la asociación del Rosario. Desde ésta procesionaban por la madrugada todos los días indefectiblemente los hombres ejercitando el rezo callejero del santo rosario y cantando sus ofrecimientos y alabanzas, mientras que por el contrario, las mujeres hacían lo propio por las tardes, en el interior del templo. Esta corporación sacaba un estandarte con la imagen de Nuestra Señora, el cual se conserva aún.
 
A esta piadosa asociación se debe pues, la entronización en los altares de la capilla de la milagrosa imagen de Nuestra Señora de la Aurora. Fue tal la devoción que ésta tuvo, que incluso la Calle Real de Los Palacios, donde se encuentra su ermita y que era y es una de las arterias neurálgicas de la villa, pasó a denominarse de Nuestra Señora de la Aurora.

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