Cuando vamos a hacer un viaje lo primero que pensamos, directa o indirectamente, es qué tiempo hará. Da igual que sea un viaje corto, largo o indefinido, siempre se convierte en la gran incógnita del viajero. También fue una de las cosas que más me preocuparon a mí cuando supe que nos vendríamos a vivir a Helsinki, ¿me tendré que encapar cual cebolla o habrá una forma de no parecer una chica de gimnasio de ésas tan cachas que no pueden pegar sus brazos al cuerpo? Y, por supuesto, la pregunta que todos los que han venido a visitarme me han hecho: «Marta, ¿qué ropa me llevo?»

Marta Comesaña. Lo cierto es que “qué ropa me llevo” es una de las preguntas más frecuentes en blogs y foros de viajes si el destino resulta ser un país con temperaturas en invierno que oscilan entre -10º y -20º. Un sevillano no puede imaginarse que con semejantes temperaturas se pueda ni salir a la calle y si en Sevilla hace frío, no hacemos más que ponernos cosas en lo alto. Eso aquí no vale, pareceríamos el muñeco de Michelín como poco.

Ya me tendríais que haber visto a mí cuando llegué a Helsinki.

No nos comprarnos demasiada ropa de abrigo antes de venir. Pensamos que sería mejor apañarnos con la nuestra y comprarnos aquí aquello que nos hiciese falta. Cuando llegamos no hacía demasiado frío, entre comillas, porque los grajos ya se iban dejando el lomo desplumao. Vamos, que todavía quedaba por llegar lo peor, pero que cualquier día de invierno en Sevilla es templado comparado con lo que caía por entonces. El caso es que no llegas y al día siguiente ya te compras todo, claro que no. Tardas unos días, semanas, en fin… Que mi técnica inicial fue la de ponerme ropa hasta decir basta y, como no, complementos a punta pala: que si gorro, bufanda, guantes, orejeras… Y con esas, me iba a la calle. El tiempo que echaba cada vez que tenía que salir era horroroso. Porque además, con esa tradición que tienen aquí de no entrar en las casas con zapatos (normal, para no guarrearlo todo y que a mí me encanta), siempre que ya te has puesto los zapatos, recuerdas que has olvidado algo dentro. Dichoso Murphy que inventó su dichosa Ley. Pero peor era cuando entraba en cualquier tienda, cafetería o lo que fuese. Quítate gorro, bufanda, guantes y abrigo para seguir pasando calor con el resto de cosas que llevas puestas y para, en ocasiones, no estar más de cinco minutos dentro. Así que ooootra vez todo en lo alto y de nuevo a lidiar con el frío. Y menos mal que aquí no acostumbran a tener la calefacción demasiado alta en los sitios porque si no sería catastrófico.

Claro que, con el tiempo, te vas haciendo y vas pillándole el truco. No sólo a vestir bien, sino también a dominar la técnica de ‘quita y pon’ complementos tanto a la llegada como a la salida, todo un ritual.

Señores, señoras, no es tan difícil. Si tienes en cuenta cuatro o cinco aspectos, lo tendrás todo bajo control.

En primer lugar son fundamentales unos buenos zapatos, o mejor dicho, botas. Todo el mundo sabe que si los pies están fríos, esa sensación recorrerá todo el cuerpo. Las hay más molonas, más prácticas, más de diario, las hay de todo tipo, pero lo importante es que estén forradas por dentro de lana o de borrego y que realmente estén bien cosidas o pegadas para que no se calen. Aquí se anda sobre hielo, agua, fango o nieve durante seis meses como mínimo y es necesario pues dotarnos de un buen aislante. Un consejo personal es comprártelas de un número mayor al menos, para poder ponerte unos buenos calcetines de alpaca cuando los días sean demasiado gélidos. Un amigo me los dio a probar y de verdad que se nota, desde entonces no salgo sin ellos. Claro que este chico sabe de lo que habla: es finlandés pero pasó años en Perú y allí se encontró con un montón de materiales que aquí en su país serían ideales para combatir el frío y que nadie comercializaba aún con ellos. Hoy día tiene una tienda pequeñita pero muy cuca donde venden todo tipo de prendas de abrigo y complementos de ropa que trae desde aquel país sudaméricano. Precisamente se llama La Alpaca y está en el centro de Helsinki, aunque ya también se pueden comprar sus prendas a través de internet.

Otra cuestión importante es la capa más cercana al cuerpo. Es conveniente hacerse con ropa térmica a modo de ropa interior, tanto para la parte de arriba como para la de abajo, aunque para ésta última también pueden venir muy bien los calzoncillos largos de estos que estamos hartos de ver en las legendarias películas del oeste o, bien, leotardos. Encima de eso ya puede venir bien cualquier pantálon de invierno o vaqueros y un jersey gordo de lana o un forro polar, sevillanamente conocido como “Quechua” gracias a Decathlon (como comprenderéis me pagan una pasta por hacerles publicidad así, como quién no quiere la cosa…)

Por último, pero no menos importante, un buen abrigo enguatado. Casi todo el mundo los lleva de ésos acolchados, con gorro e impermeables, así sirven también de aislante para el viento que aquí en Helsinki casi siempre sopla con fuerza. El jueves sin ir más lejos, la sensación térmica bajó diez grados por culpa del viento, casi na cuando estamos a -20º. Otra cosa que he aprendido viviendo aquí es que la bufanda se la relían por debajo del gorro del abrigo para poder hacer uso de éste. Parece una tontería pero aquí el uso de gorro o gorra es imprescindible y a veces no está de más usar el del abrigo por encima del otro que ya se llevase. Y, claro, los guantes. Ya os digo que de nada os servirán los guantes que acostumbramos a usar por el sur de España, el frío los traspasaría sin problemas. Lo mejor que se puede usar aquí son manoplas forradas, porque así los dedos están en contacto unos con otros y se van traspasando entre ellos el propio calor corporal. Mas de una vez he llevado unos guantes de piel gruesa enguatados de lana y he acabado cerrando los puños dentro del guante para coger calor con mi propia mano. No sé que me parece más sorprendente, que el frío logre traspasar esos guantes o que sea mi propio cuerpo, en esas circunstancias, el que consiga generar el calor que necesito.

Y bueno, ya casi está, porque por aquí se ven muchas gente con orejeras pero si llevas un gorro apañao y una buena bufanda, casi no hace falta.

Un pequeño gran detalle antes de concluir. Es necesario cambiar el chip cuando se va de viaje a sitios donde hace tanto frío. Estamos acostumbrados en Sevilla a disfrutar del buen tiempo que normalmente nos permite salir a dar largos paseos por la ciudad. Al menos aquí, en invierno, la cosa no suele funcionar así. Es recomendable parar en cualquier sitio de vez en cuando aunque no sintamos que tenemos frío porque, una vez que éste se te mete en el cuerpo, cuesta mucho volver a entrar en calor. Supongo que de ahí viene la tradición de consumir tanto café en Finlandia, una excusa perfecta para hacer un alto en el camino.

Y eso mismo voy a hacer yo ahora, tomarme un cafecito para desayunar y empezar bien el día.

¡Hasta la semana que viene!

www.SevillaActualidad.com

Lo cierto es que “qué ropa me llevo” es una de las preguntas más frecuentes en blogs y foros de viajes si el destino resulta ser un país con temperaturas en invierno que oscilan entre -10º y -20º. Un sevillano no puede imaginarse que con semejantes temperaturas se pueda ni salir a la calle y si en Sevilla hace frío, no hacemos más que ponernos cosas en lo alto. Eso aquí no vale, pareceríamos el muñeco de Michelín como poco.

Ya me tendríais que haber visto a mí cuando llegué a Helsinki.

No nos comprarnos demasiada ropa de abrigo antes de venir. Pensamos que sería mejor apañarnos con la nuestra y comprarnos aquí aquello que nos hiciese falta. Cuando llegamos no hacía demasiado frío, entre comillas, porque los grajos ya se iban dejando el lomo desplumao. Vamos, que todavía quedaba por llegar lo peor, pero que cualquier día de invierno en Sevilla es templado comparado con lo que caía por entonces. El caso es que no llegas y al día siguiente ya te compras todo, claro que no. Tardas unos días, semanas, en fin… Que mi técnica inicial fue la de ponerme ropa hasta decir basta y, como no, complementos a punta pala: que si gorro, bufanda, guantes, orejeras… Y con esas, me iba a la calle. El tiempo que echaba cada vez que tenía que salir era horroroso. Porque además, con esa tradición que tienen aquí de no entrar en las casas con zapatos (normal, para no guarrearlo todo y que a mí me encanta), siempre que ya te has puesto los zapatos, recuerdas que has olvidado algo dentro. Dichoso Murphy que inventó su dichosa Ley. Pero peor era cuando entraba en cualquier tienda, cafetería o lo que fuese. Quítate gorro, bufanda, guantes y abrigo para seguir pasando calor con el resto de cosas que llevas puestas y para, en ocasiones, no estar más de cinco minutos dentro. Así que ooootra vez todo en lo alto y de nuevo a lidiar con el frío. Y menos mal que aquí no acostumbran a tener la calefacción demasiado alta en los sitios porque si no sería catastrófico.

Claro que, con el tiempo, te vas haciendo y vas pillándole el truco. No sólo a vestir bien, sino también a dominar la técnica de ‘quita y pon’ complementos tanto a la llegada como a la salida, todo un ritual.

Señores, señoras, no es tan difícil. Si tienes en cuenta cuatro o cinco aspectos, lo tendrás todo bajo control.

En primer lugar son fundamentales unos buenos zapatos, o mejor dicho, botas. Todo el mundo sabe que si los pies están fríos, esa sensación recorrerá todo el cuerpo. Las hay más molonas, más prácticas, más de diario, las hay de todo tipo, pero lo importante es que estén forradas por dentro de lana o de borrego y que realmente estén bien cosidas o pegadas para que no se calen. Aquí se anda sobre hielo, agua, fango o nieve durante seis meses como mínimo y es necesario pues dotarnos de un buen aislante. Un consejo personal es comprártelas de un número mayor al menos, para poder ponerte unos buenos calcetines de alpaca cuando los días sean demasiado gélidos. Un amigo me los dio a probar y de verdad que se nota, desde entonces no salgo sin ellos. Claro que este chico sabe de lo que habla: es finlandés pero pasó años en Perú y allí se encontró con un montón de materiales que aquí en su país serían ideales para combatir el frío y que nadie comercializaba aún con ellos. Hoy día tiene una tienda pequeñita pero muy cuca donde venden todo tipo de prendas de abrigo y complementos de ropa que trae desde aquel país sudaméricano. Precisamente se llama La Alpaca y está en el centro de Helsinki, aunque ya también se pueden comprar sus prendas internet.

Otra cuestión importante es la capa más cercana al cuerpo. Es conveniente hacerse con ropa térmica a modo de ropa interior, tanto para la parte de arriba como para la de abajo, aunque para ésta última también pueden venir muy bien los calzoncillos de estos largos que estamos hartos de ver en las legendarias películas del oeste o, bien, leotardos. Encima de eso ya puede venir bien cualquier pantálon de invierno o vaqueros y un jersey gordito de lana o un forro polar, sevillanamente conocido como “Quechua” gracias a Decathlon (como comprenderéis me pagan una pasta por hacerles publicidad así, como quién no quiere la cosa…)

Por último, pero no menos importante, un buen abrigo, a ser posible enguatado. Casi todo el mundo los lleva de ésos acolchados, con gorro e impermeables, así sirven también de aislante para el viento que aquí en Helsinki casi siempre sopla con fuerza. El jueves sin ir más lejos, la sensación térmica bajó diez grados por culpa del viento, casi na cuando estamos a -20º. Otra cosa que he aprendido viviendo aquí es que la bufanda se la relían por debajo del gorro del abrigo para poder hacer uso de éste. Parece una tontería pero aquí el uso de gorro o gorra es imprescindible y a veces no está de más usar el del abrigo por encima del otro que ya se llevase. Y, claro, los guantes. Ya os digo que de nada os servirán los guantes que acostumbramos a usar por el sur de España, el frío los traspasaría sin problemas. Lo mejor que se puede usar aquí son manoplas forradas, porque así los dedos están en contacto unos con otros y se van traspasando entre ellos el propio calor corporal. Mas de una vez he llevado unos guantes de piel gruesa enguatados de lana y he acabado cerrando los puños dentro del guante para coger calor con mi propia mano. No sé que me parece más sorprendente, que el frío logre traspasar esos guantes o que sea mi propio cuerpo, en esas circunstancias, el que consiga generar el calor que necesito.

Y bueno, ya casi está, porque por aquí se ven muchas gente con orejeras pero si llevas un gorro apañao y una buena bufanda, casi no hace falta.

Un pequeño gran detalle antes de concluir. Es necesario cambiar el chip cuando se va de viaje a sitios donde hace tanto frío. Estamos acostumbrados en Sevilla a disfrutar del buen tiempo que normalmente nos permite salir a dar largos paseos por la ciudad. Al menos aquí, en invierno, la cosa no suele funcionar así. Es recomendable parar en cualquier sitio de vez en cuando aunque no sintamos que tenemos frío porque, una vez que éste se te mete en el cuerpo, cuesta mucho volver a entrar en calor. Supongo que de ahí viene la tradición de consumir tanto café en Finlandia, una excusa perfecta para hacer un alto en el camino.

Y eso mismo voy a hacer yo ahora, tomarme un cafecito para desayunar y empezar bien el día.

¡Hasta la semana que viene!